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Teddy Tamgho no quiere pasar desapercibido. Es como un rapero famoso, pero dentro de las pistas de atletismo. A sus 35 años, ya retirado y ahora en rol de entrenador, anda por ahí con una gorra negra y unos inmensos auriculares grises. Camina con flow, ritmo y carisma. Tiene una personalidad magnética: te obliga a girar la mirada para seguir sus pasos.
Lo encontré de casualidad un día en Madrid y me sorprendió cómo conectaba con todos a su alrededor: lo mismo ingleses, franceses, estadounidenses, chinos o indios. Pero lo que definitivamente llamó mi atención fue su español con un acento inconfundible: “¡Chispa, qué bola!”, gritó con un sabor más cubano que el congrí en los pasillos de la pista cubierta de Gallur.
Tamgho tiene fuertes vínculos con Cuba. Durante años trabajó con Iván Pedroso como entrenador. Con “El Saltamontes” estableció tres récords mundiales bajo techo entre 2010 y 2011, además de convertirse en el tercer ser humano en superar la barrera de los 18 metros.

“Yo empecé con Iván en 2010. Lo llamé porque quería aprender más sobre las estrategias y técnicas de los cubanos, sobre cómo entrenan ellos. Estaba convencido de que, si quería saltar más, necesitaba un entrenador como él a mi lado”, asegura Tamgho, quien nunca había superado los 17.60 metros antes de trabajar con Pedroso.
Pero más allá de estos detalles, de sus visitas a La Habana y sus entrenamientos en la playa de Bacuranao, la conexión del triplista galo, de raíces camerunesas, con la Mayor de las Antillas viene más bien por su admiración hacia la escuela cubana de saltos.
“De mis cinco mejores triplistas de la historia, en mi corazón, el número uno es Aliecer Urrutia”, afirma a OnCuba el francés, que en su ranking personal también incluyó a otros dos caribeños. “El segundo sería Yoandri Betanzos, el tercero Hugues Fabrice Zango, cuarto yo y el quinto Andy Díaz”.
Pasado, presente y futuro
Las selecciones de Teddy Tamgho tienen una pequeña dosis de pasado, presente y futuro, prueba de que controla a la perfección la historia y la actualidad del triple salto cubano. “Allá se preparan una cantidad increíble de especialistas, fuertísimos, cada generación más potente que la antigua.
“Ahí están los nombres y los triunfos de Lázaro Betancourt, Ricardo Ponce, Betanzos, David Giralt, Urrutia, Yoelbi Quesada, Alexis Copello, Jordan Díaz… uno puede hablar de 40 períodos distintos con grandes saltadores cubanos”, precisa el francés, para quien tiene mucho valor lo que se consigue en la isla en materia deportiva.
Yoandri Betanzos: “La escuela cubana del triple es la mejor del mundo”
“Cada uno hace lo que puede con lo que tiene. Los entrenadores cubanos logran muchos éxitos con pocos recursos; trabajan de manera eficiente. Cuando ves las condiciones que tienen y, luego, las marcas que logran los atletas, definitivamente te convences de que saben cómo hacer las cosas”, explica Tamgho, rendido ante la capacidad antillana para descubrir saltadores.
“A veces parece que hay un bache, sin grandes resultados, pero en cualquier momento te sacan chicos con todo el potencial para triunfar. Ahora mismo, Yoelbi Quesada me ha mostrado unos videos de dos o tres juveniles que, seguro, en unos años ya estarán dando guerra”, afirma.
Tamgho quedó maravillado el año pasado con el triplete antillano en los Juegos Olímpicos de París, donde Jordan Díaz, Pedro Pablo Pichardo y Andy Díaz coparon el podio en una competencia de altos quilates. Sin embargo, ninguno de ellos compitió en representación de su país.
“Verlos a los tres ganar en París fue muy especial. Es una lástima que no salten por Cuba, aunque llevan la bandera en el corazón y en la sangre. Ese triunfo demuestra que el triple salto cubano es el mejor de todos los tiempos”, apunta.
Precisamente, el pique entre Jordan, Andy y Pichardo puede traducirse en registros de alto calibre, al punto de poner en peligro la mismísima plusmarca mundial, en poder de Jonathan Edwards desde agosto de 1995, hace ya casi 30 años. “Con la rivalidad que hay, cualquiera puede llegar al récord del mundo. El año pasado vimos solo el primer choque. Si siguen así, entonces vamos a ver marcas extraordinarias. Aunque no sé quién podría romper el récord, porque todos tienen el potencial para meterle duro”, asegura.
Admiración y rivalidad
Teddy Tamgho nació en París, pero creció admirando los saltos de Aliecer Urrutia: su explosividad, su técnica, su vuelo hipnótico, como si flotara en el aire. Por eso, el Mundial de pista cubierta de 2010 en Doha, Catar, fue una experiencia única. Allí se impuso con un estratosférico 17.90, quebrando la supremacía global (17.83) establecida por Urrutia en 1997. Además, derrotó al también caribeño Yoandri Betanzos, otro de sus ídolos.
“Betanzos era mi triple saltador favorito junto con Urrutia. Me resultó extraño competir contra él y ganarle. Yo tenía una foto suya como fondo de pantalla en mi teléfono. Su forma de saltar era un bombón, exquisita. Entonces fue raro enfrentarlo”, asegura el francés, quien reconoce que fue una prueba complicada.
“Tuve que olvidar mi fanatismo y meterle duro, porque me obligó a sacar el extra”, recuerda Teddy, coronado tras conseguir su récord mundial y cuatro saltos por encima de los 17.20, mientras Betanzos se iba hasta los 17.69, la mejor marca de su vida.
La rivalidad de Tamgho con los cubanos tiene varios capítulos memorables. En 2013, por ejemplo, sintió la presión de un jovencísimo Pedro Pablo Pichardo —de apenas 20 años— y derrumbó la barrera de los 18 metros en el Mundial de Moscú.
“Yo empecé con 17.65 y Pichardo respondió de inmediato con 17.68, como diciéndome que si quería ganar tenía que saltar 18 metros. Yo sabía que un 17.80 no era suficiente, que él podía replicar, y en mi último intento hice 18.04. Fue la primera y única vez que superé los 18 metros”, relata.
Pero su primer gran examen ante un cubano fue en el Mundial Juvenil de Bydgoszcz, en junio de 2008, cuando conquistó la medalla de oro en una competencia que ilustra bien los contrastes del deporte. El subcampeón en tierras polacas fue el antillano Osviel Hernández, quien luego se estancó y no logró resultados internacionales de calibre. En cambio, el estadounidense Christian Taylor terminó octavo, sin siquiera alcanzar los 16 metros, pero años después conquistó dos títulos olímpicos.
Al respecto, Teddy recuerda: “Taylor estaba verde ahí, todo el mundo no explota de igual manera, pero después fue un fenómeno. Yo gané contra Osviel tras una pelea muy fuerte. Le metió duro y tuve que responder al máximo. Siempre que he competido con los cubanos me han obligado a dar no el 100 %, sino el 200 %. No me han dejado respirar”.