A ritmo de novela se ha ido moviendo la posible inclusión de Cuba en la venidera Serie del Caribe, que se celebrará el año próximo en Islas Margarita, Venezuela. Compleja en su trama, nos ha mantenido en vilo desde el instante mismo en que José Joaquín Puello (presidente de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe-CBPC) e Higinio Vélez (presidente de la Federación Cubana de Béisbol Amateur-FCBA) anunciaran en junio, en una conferencia de prensa efectuada en el habanero Hotel Nacional, el anhelado retorno de la Mayor de las Antillas al certamen regional.
Apenas bastaron unos capítulos para que los protagonistas de la saga encontraran el primer obstáculo -¿esperada presencia o sorpresa?- en su camino hacia el final feliz. A inicios de agosto la Major League Baseball (MLB), emitía un comunicado que aseguraba el toque de suspense a la historia.
En un interesante trabajo publicado a finales de ese mes en el sitio digital del diario Granma, el periodista Aliet Arzola se hacía eco del anuncio y citaba: la MLB, “…está restringida de llegar a acuerdo alguno que integre a Cuba como liga miembro sin la autorización del gobierno de los Estados Unidos”. Agregaba además declaraciones posteriores de Joel Araujo, director de desarrollo internacional de la entidad, que reafirmaban esa nota: “En relación con la posible adición de la liga cubana a la Confederación del Caribe, bajo las leyes de Estados Unidos, tenemos prohibido entrar en cualquier acuerdo que garantice la incorporación de un miembro cubano sin la autorización del gobierno norteamericano”.
Estas declaraciones dejaban al descubierto quien estaba llamado a ocupar el papel del “malo” en la novela. El gobierno de los Estados Unidos, ley Helms-Burton y disposiciones de la OFAC (Oficina de Control de Fondos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro) mediante, tenía en sus manos los instrumentos legales necesarios para imposibilitar el añorado retorno cubano a la próxima cita del béisbol profesional caribeño.
Los precedentes, decenas de ejemplos en todos los espacios de la isla, revelaban un cuadro poco esperanzador. Al unísono, las participaciones en los tres Clásicos Mundiales, mantenían el optimismo de algunos, entre estos José Joaquín Puello que haciendo alusión a ello señalaba: “…estamos a la espera de la respuesta de MLB, con la cual tenemos fuertes vínculos, pues pedimos que para la Serie del Caribe se tengan las mismas condiciones con las cuales Cuba asiste al Clásico…”
Acerquémonos ahora en el tiempo, hasta llegar a uno de los últimos capítulos que ha develado esta historia. En un artículo publicado en “La opinión deportiva” el pasado martes, (MLB trabaja para que Cuba juegue), aparecen reseñadas nuevas declaraciones del dominicano Joel Araujo que nos actualizan por dónde andan la trama y los niveles de suspenso. Cito: “ya sometimos los papeles ante el Departamento de Estado…y ahora estamos a la espera de la licencia de rigor.” Más adelante señala: “no tenemos la decisión en nuestras manos, pero la experiencia en casos anteriores, como el Clásico Mundial, nos hace pensar que no habrá ningún problema y que Cuba podrá jugar en Isla Margarita en febrero”.
Estamos entonces ante uno de los momentos clímax de la novela. El “malvado” está presto a dictar sentencia, y el resto de los personajes nada pueden hacer, apenas esperar. Es evidente que hay una relación completamente vertical donde las Grandes Ligas están sujetas a los designios del Estado norteamericano. Un escalón más abajo, la confederación caribeña (CBPC) ratifica su dependencia ante la MLB, bastante remarcada a raíz de todo el largo y tedioso proceso de firma del Winter League Agreement (Acuerdo Invernal), que regula la participación de los peloteros insertados en el universo de la pelota rentada norteamericana en las ligas de invierno de Venezuela, República Dominicana, México y Puerto Rico.
Cuba, por su parte, considero ya dio un paso importante al aceptar su regreso a las Series del Caribe. Una deuda histórica con nuestro béisbol que desde hace mucho tiempo merece ser saldada. Somos fundadores de este circuito iniciado en 1949, torneo que ganamos representados por el club Almendares. Después añadimos seis títulos más (1952, 1956, 1957, 1958, 1959 y 1960), hasta que los nuevos caminos seguidos por la nación trajeron una ruptura total con el profesionalismo en el deporte. Por suerte hemos empezado a replantearnos la validez actual de ese prolongado divorcio.
No debe pasar mucho tiempo para que se conozca el final de esta historia. Más allá de afirmaciones optimistas que nos llegan, parece difícil el esperado retorno; pero de suceder, ahí estará Villa Clara, equipo campeón de la pasada Serie Nacional, lista para asumir el difícil reto.
Foto de portada: Ricardo López Hevia
ya era hora d tomar una decicion a favor del pueblo cubano y d nuestroa deportista q son los q diaa dia se sacrifican para dar lo mejor d si es justo q no sele limite sus sus sueños de triunfar en grandes ligas y de ser cada dia mejor de lo son y llegar a poneren alto el nonbre de nuestras cuatro letra Cuba dejenlo q salga y q firmen con los quiera precindir de si servicio al final eso seria muy bueno y de mucho orgullo para nuestro pais muchas grscia y q viva Cuba libre
Bahh, ya esto de la participación de Cuba en la Serie del Caribe se parece a la saga de Stars War. Por favor mister Puello, deje de sonsacarnos con el chupete que su cuento ya no se lo cree nadie. Le ganarn el pulseo y ahora no sabe cómo salir a dar la cara. Admítalo ya, no insista en hacernos creer un cuento al que ni usted mismo da crédito.