Cada vez que un bateador del equipo italiano sonaba el madero y anotaban una carrera, se podía leer en sus labios como decían: “Let’s go, baby!”. Nada de “Forza”; cuando Italia pasaba por la registradora y hundía las esperanzas de Cuba en el V Clásico Mundial de Béisbol, todos en el dugout de la Azurra gritaban “Let’s go!”, como si fueran americanos.
No es obra de casualidad. Al menos 27 jugadores incluidos en el roster oficial de Italia nacieron en Estados Unidos, y la totalidad de su plantilla tiene experiencia en los distintos niveles del béisbol norteño. Para rematar, su mánager, Mike Piazza, brilló en Grandes Ligas y en 2016 fue exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown.
Al unir los puntos, se encuentra un equipo trabajado al más puro estilo de las pautas modernas. Todos los jugadores están entrenados para pegarle hacia arriba a la bola; todos saben acortar el swing ante envíos muy rápidos, se mueven como linces en las bases, hacen formaciones defensivas especiales contra cada bateador, los lanzadores tienen bien definidos sus roles y un plan de ataque muy preciso para cada rival.
Del otro lado estaba Cuba, que desde hace tiempo no sabe a lo que juega dentro del diamante, por eso al final se decanta por un béisbol caducado, dependiente del toque de bola como única tabla de salvación. “Ni que fueran japoneses en los años 80”, me decía un amigo cuando vio a Armando Johnson indicar hasta cuatro sacrificios, que es sinónimo de regalar cuatro de los 27 outs de un partido.
ITALIA 🤌🤌 pic.twitter.com/cCJoVqQoRo
— FOX Sports: MLB (@MLBONFOX) March 9, 2023
“Catenaccio beisbolero”, me apuntó otro fanático sobre el conservadurismo del alto mando cubano, al que se le escurre el Clásico a la velocidad de la luz. Como es lógico, Johnson, Germán Mesa y compañía han entrado temprano en fase de ofuscación total, lo que normalmente pasa en los eventos internacionales cuando se pierde un duelo y la presión te supera por completo.
Lo mejor
La sangre fría de los italianos para manejar turnos de presión, el magistral manejo del pitcheo de Mike Piazza y el tremendo trabajo de scouting del alto mando europeo para posicionar a sus jugadores a la defensa se roban los titulares entre lo mejor del partido Cuba-Italia en la segunda jornada del Clásico Mundial en Taichung.
No obstante, vamos a enfocar la mirada en los destellos positivos que dejó el plantel antillano, cuyo punto más alto volvió a ser el picheo del abridor Roennis Elías. El zurdo fue una máquina de tirar strikes (47 de 67 lanzamientos), combinando la recta de cuatro costuras, el cambio, la sinker y la slider, con los cuales generó 8 swines fallidos, la mayor cantidad de todos los serpentineros que trabajaron en el duelo.
El guantanamero caminó 5 capítulos en blanco, a ritmo de 3 ponches, 1 boleto y solo 2 imparables en su cuenta, por lo que se convirtió en el cuarto abridor cubano que camina 5 episodios sin permitir carreras en la historia de los Clásicos Mundiales.
El primer cubano que consiguió un rendimiento similar fue el santiaguero Norge Luis Vera en 2009 (6.0 innings sin anotaciones vs. Sudáfrica), y después le siguieron Danny Betancourt (6.0 IP vs. Taipéi de China en 2013) y Vladimir Baños (5.0 IP vs. China en 2017).
Pero la buena actuación de Elías quedó como anécdota, porque el relevo cubano se desmoronó. 6 anotaciones y 9 imparables permitieron los apagafuegos de la isla, mal manejados por la dirección.
El otro punto positivo para Cuba fue la producción combinada con el madero de Erisbel Arruebarrena y Alfredo Despaigne, quienes levantaron al equipo al forzar el empate en el octavo. “El Grillo” dio par de cohetes, anotó e impulsó, mientras Despaigne (2 jits, doble, anotada), de vuelta en la alineación tras perderse el primer duelo por una molestia, demostró por qué ha sido uno de los mejores bateadores en la historia del Clásico.
Lo peor
Pese a que transmitió leves señales de recuperación, la ofensiva cubana no sale del agujero negro. En dos partidos, solo han conectado 3 jits en 18 turnos con hombres en posición de anotar, mientras el núcleo de Yoan Moncada, Luis Robert Jr. y Yoenis Céspedes ha estado desaparecido.
Los chicos de los Chicago White Sox se tomaron cuatro ponches de conjunto este jueves y van por 7 en 17 viajes al plato en los dos primeros choques del Clásico. Lo peor es que se ven desajustados (algo normal para esta etapa del año) y un poco presionados, a sabiendas de que sobre sus hombros recae la responsabilidad de producir carreras para el equipo.
Si fuera poco, Lorenzo Quintana, Yadir Drake y Yoelkis Guibert tampoco produjeron contra los lanzadores italianos, mientras el banco (Yurisbel Gracial y Luis Vicente Mateo consumieron turnos) no pudo aportar demasiado, salvo por un pelotazo a Dayán García.
Hasta ahora, Ariel Martínez, uno de los que mejor se vieron en los topes de preparación, no ha recibido ninguna oportunidad con el madero, y no se espera que Andrys Pérez, tercer receptor y bateador más débil de la escuadra, vea acción.
El otro punto negativo fue el trabajo de Lorenzo Quintana detrás del plato. Al pinareño le robaron una base en el décimo con una jugada de infantiles, cometió un passed ball y no pudo detener una bola que no parecía tan complicada y al final se convirtió en wild pitch de Liván Moinelo. Estos pasajes condicionaron a los lanzadores cubanos, que no trabajaron con total confianza.
Mirando el panorama global, Cuba necesita un escarmiento total si quiere irse del Clásico con al menos una victoria en los duelos que le restan frente a Panamá y Taipéi de China.
La clave
“En realidad, del equipo Italia no tenemos mucha información, ni del lanzador tampoco tenemos mucha información”. Fueron las palabras del mentor cubano, Armando Johnson, cuando el periodista Francys Romero le preguntó antes del partido sobre el estudio del elenco italiano y de su abridor, el derecho Matt Harvey.
Es increíble que, en pleno siglo XXI, el mentor de un equipo de béisbol incluido en el Clásico Mundial diga que no tiene información sobre un rival plagado de jugadores insertados en circuitos profesionales de Estados Unidos, donde precisamente hay un brutal flujo de datos sobre los peloteros, un sinfín de reportes de scouts y una videoteca enorme para analizar las características de cualquier jugador.
En conclusiones, Cuba pretendía derrotar a Italia a ciegas, apostando a un golpe de suerte. Solo así pueden entenderse los excesivos toques de bola o el manejo del picheo de relevo, desde apostar por dos de los lanzadores más inexpertos del equipo en el momento de mayor tensión, hasta sustituir al líder del bullpen en el instante decisivo del encuentro.
El naufragio del alto mando cubano fue absoluto, y denotó mucha falta de preparación y de profesionalidad. En la banca rival, por el contrario, Mike Piazza dominó la situación con extrema tranquilidad. Sabía de antemano qué hacer en cada situación y a cuál jugador apostar porque tenía en sus manos un estudio profundo del equipo cubano.
La diferencia abismal en la preparación del partido fue clave. Por mucho que digamos que los peloteros son los responsables de lo que sucede en el terreno, en este caso la dirección del equipo cubano se lleva un alto por ciento de responsabilidad en la derrota, que nos deja a las puertas de la eliminación en el Clásico en la primera ronda, algo que jamás ha ocurrido.
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