El pasado jueves 8 de noviembre, Juan Reinaldo Pérez Pardo, presidente de la Federación Cubana de Béisbol (FCB), dijo en televisión nacional: “Existen leyes que impiden que peloteros que juegan en circuito MLB puedan jugar por Cuba en un evento internacional”. Sin una sola prueba en sus manos que sustentara dicha sentencia, el directivo soltó una bomba que congelaba el sueño de ver a algún efectivo de Grandes Ligas vistiendo el traje de las cuatro letras.
Exactamente seis días después, sin que nada cambiara en el convulso mapa político entre la Isla y Estados Unidos, el ente rector del deporte de las bolas y los strikes anunció la convocatoria dos jugadores antillanos que vieron acción en Las Mayores durante 2022 y que están activos en rosters de dos franquicias de ese circuito profesional.
“Nos complace anunciar que Andy Ibáñez (Ranger de Texas), Yoan López (Mets de Nueva York) y Elián Leyva (Naranjeros de Hermosillo) formarán parte de la preselección de Cuba para el V Clásico Mundial de Béisbol”, apuntó un tweet de la FCB publicado justo a las ocho de la mañana de este lunes 14 noviembre.
Al margen del error en el equipo de Ibáñez (hace una semana fue reclamado por los Tigres de Detroit), el anuncio no tiene precedentes. Luego de años de reclamos, presiones populares, ilusiones, decepciones, silencios y medias verdades, finalmente peloteros cubanos de Grandes Ligas podrán representar a su país en un evento de máxima envergadura sin necesidad de renunciar a sus contratos en Estados Unidos o en cualquier otro país.
Nos complace anunciar que Andy Ibáñez (Ranger de Texas), Yoan López (Mets de Nueva York) y Elián Leyva (Naranjeros de Hermosillo) formarán parte de la preselección de #Cuba para el V Clásico Mundial de #Beisbol #BaseBall pic.twitter.com/2nn7gpnzkI
— Federación Cubana de Béisbol (@CubanaBeisbol) November 14, 2022
El camino hasta este punto ha sido tortuoso, con mucho sufrimiento para los fanáticos, quienes han visto hundirse al deporte de sus amores en el lodo de los resultados humillantes. Pero no podemos ver el hecho como el cierre de un proceso; este más bien debería ser el inicio de un cambio de mentalidad que nos acerque de una buena vez a la inmensa diáspora beisbolera cubana, criticada y ninguneada frecuentemente por la postura oficial de una orilla, y presionada por el discurso a veces agresivo e igual de intransigente de la otra.
Con total seguridad, hemos llegado a un escenario nuevo, quizás prometedor, pero no podemos ser tan categóricos. Por ello, nos proponemos evaluar el impacto y consecuencias que tendrá el anuncio para las partes implicadas, así como las proyecciones del béisbol cubano de cara al Clásico Mundial con esta nueva variable en juego.
¿Qué implicaciones tendrá el anuncio en el futuro del béisbol en Cuba?
En marzo de 2017, el comisionado de Grandes Ligas, Rob Manfred, aseguró a la agencia Prensa Latina que para la quinta edición del Clásico Mundial, la Federación Cubana tendría “la posibilidad de analizar la situación de convocar o no a los jugadores nacidos en la Isla que se desempeñen en las Mayores”.
Esas declaraciones abrieron un abanico de posibilidades para la reinserción en la escuadra nacional de peloteros pertenecientes a organizaciones de MLB, salvo aquellos que abandonaron delegaciones en torneos oficiales. Sin embargo, las autoridades deportivas cubanas mantuvieron esta sentencia fuera de su discurso, sobre todo después de que la administración del mandatario estadounidense Donald Trump cancelara en abril del 2019 el Acuerdo entre la FCB y MLB, el cual abría una ventana para normalizar y regular el flujo de jugadores antillanos hacia Las Mayores sin necesidad de emigrar.
A partir de esa nefasta decisión el cuadro volvió a cerrarse. Pese a la latente necesidad de apelar a los jugadores emigrados para al menos salvar el orgullo en lides internacionales, los directivos del deporte en la Isla se agarraron de una justificación perfecta y pusieron en marcha un guion muy calculado: decir que hay intenciones de convocar a los llamados “legionarios”, aunque en realidad esa opción no se barajó objetivamente.
El más claro ejemplo se dio antes del Preolímpico de las Américas el pasado año, cuando directivos de la FCB expresaron en público su voluntad de convocar a varios peloteros contratados por su cuenta en la Liga Mexicana. Con esos jugadores se contactó, se hicieron trámites, pero al final los dejaron tirados en la cuneta sin ningún tipo de explicación convincente.
Ese ha sido el modus operandi de las autoridades beisboleras en Cuba durante los últimos años, en los que la única muestra de apertura y flexibilidad ha sido la reinserción en Series Nacionales de algunos peloteros residentes en el exterior, no sin antes pasar por el proceso –no siempre expedito– de repatriación como condición indispensable para salir a los diamantes de la Isla.
Por fortuna, algo parece estar cambiando en la cúpula directiva del deporte nacional, aunque no sabemos si es voluntad real o desesperación. De cualquier manera, no se puede negar que el llamado a Andy Ibáñez, Yoan López y Elián Leyva y las negociaciones para convocar a otros peloteros marca un antes y un después, y representa un paso imprescindible en un contexto no tan favorable.
Lo más importante para el béisbol cubano ahora es no detenerse ni conformarse. Resulta vital explotar la capacidad de convocatoria en todas las direcciones, porque nuestra diáspora es enorme si de pelota se trata. Hay que hablar con todos, empezando por los chicos de Grandes Ligas, y si ellos no aceptan el llamado por las más disímiles razones, pues hay muchas más posibilidades sobre la mesa.
La cuestión, insisto, es no vender nunca más esa imagen de soberbia que tanto nos ha aislado, y demostrar una total voluntad de apertura, de que realmente queremos y entendemos que es necesario convocar a los profesionales. Ese camino, probablemente, nos llevará mañana a recibir una respuesta positiva de quienes hoy no han querido venir.
Por supuesto, nada de esto va a ser posible si hay discriminación en el proceso. Ahora mismo, Cuba castiga eternamente a quienes abandonaron delegaciones y mide a todos esos peloteros con una misma vara, cuando sabemos perfectamente que no todos se quedaron en las mismas circunstancias ni en el mismo momento.
Quien haya dejado una delegación antes de tirar la primera bola, quien dejó “colgados” a sus compañeros antes de competir no se comportaron igual que quienes jugaron hasta el último out y cumplieron con el larguísimo castigo de años sin regresar a su país; bien podrían ser considerados para integrar nuevamente un equipo nacional si muestran disposición. Esa sería una verdadera demostración de unidad en tiempos de máxima polarización.
¿Qué implicaciones tendrá el anuncio para los peloteros convocados?
En el tuit de la FCB con el anuncio de la convocatoria a tres peloteros profesionales sin vínculos con el movimiento deportivo cubano, un usuario expresó: “nuestro béisbol y pueblo merecen lo mejor y lo mejor está en MLB”. Dos comentarios más abajo, otra persona escribió: “que falta de respeto y valores de esos peloteros”.
Probablemente, no exista mejor manera de ilustrar la encrucijada en que se encuentran ahora estos jugadores que han dado el “sí” al equipo Cuba, sobre todo Ibáñez y López, quienes conservan vínculos con organizaciones de Grandes Ligas y residen en Estados Unidos. Ahora mismo, ellos están expuestos al fuego cruzado y tendrán una pesada carga en sus hombros durante mucho tiempo.
Gran parte de esa carga viene de los sectores más radicales en los propios Estados Unidos, donde prolifera una norma: si dices “sí” al equipo Cuba, antes de jugar te estás alineando con la Federación y, por ende, con el gobierno de La Habana.
Es muy complicado pasarle por arriba a esa idea, que se ha expandido como pólvora en múltiples plataformas, incluso, en voz de algunos peloteros con una postura abiertamente en contra del sistema imperante en la Isla.
Por desgracia, los ataques no se detienen ahí. Ibáñez, López y Leyva son acusados también por aceptar la convocatoria de la FCB cuando otros colegas suyos no tienen la misma oportunidad, por ejemplo, los llamados “desertores”, quienes no cuentan para las autoridades cubanas al haber abandonado delegaciones.
Además, muchas personas no entienden que estos jugadores hayan aceptado el llamado luego de ser ignorados durante años por el ente que ahora quiere contar con sus servicios. En esto, hay parte de razón, porque sí se les ha llamado traidores, quizás no un grito a los cuatro vientos, pero la sentencia ha estado ahí, muy solapada e impregnada en el discurso oficial.
Es difícil estar ahora en la piel de Ibáñez, López y Leyva, quienes, en todo caso, han decidido meterse en un camino repleto de desafíos y demonios. Ellos han puesto por delante la idea de que jugar por el equipo Cuba, en primer lugar, significa jugar pelota para los millones de fanáticos repartidos por todo el mundo y no para un gobierno o un partido político. El equipo Cuba del Clásico es, inevitablemente, el equipo de la gente, el equipo de quienes llevan años añorando ver a sus mejores efectivos bajo la misma camiseta. Ellos lo han entendido así.
¿Vendrán más peloteros a jugar con Cuba en el Clásico Mundial?
Para las primeras ediciones del Clásico Mundial de Béisbol, Cuba no mostró nunca la intención de llamar a sus jugadores de Grandes Ligas o emigrados hacia otras latitudes. En 2006, cuando surgió el evento, todavía la Isla tenía potencial para pelear ante los profesionales, mientras en 2009 y 2013 se compitió con equipos repletos de talentos, de los cuales varios llegaron a establecerse después en MLB.
Pero más allá de la fortaleza del béisbol cubano en esos años, jamás se pensó en acudir a los emigrados por el famoso ideal de la pelota libre contra la pelota esclava. El mismo, se sustentaba en las palabras que Fidel Castro dijera en 1962: algún día se verá cómo “el atleta libre le puede ganar al atleta explotado, el atleta que no puede ser vendido en el mercado ni puede ser vendido a empresas capitalistas, puede derrotar al atleta que está sometido a esas humillantes condiciones sin estímulos morales de ninguna clase”.
Sesenta años después, Juan Reinaldo Pérez Pardo aseguró en la televisión nacional que la “contratación de atletas es algo que llegó para quedarse”. Hace no tanto tiempo, nadie en Cuba se hubiera atrevido a ser tan tajante sobre un tema tabú, pero los tiempos han cambiado y hoy esa sentencia se ajusta a una realidad que ocultamos durante décadas.
Quizás el equipo Cuba al Clásico Mundial del 2023 sea la más clara muestra del impacto que tienen las contrataciones y los vínculos de los atletas cubanos con el profesionalismo que demonizamos antes. En un bosquejo, es muy probable que la selección esté mayoritariamente compuesta por jugadores que hoy se desempeñan en circuitos rentados, mientras los representantes de la Serie Nacional en el plantel los podremos contar con los dedos de una mano.
Andy Ibáñez, Yoan López y Elián Leyva son tan solo un botón de muestra. Antes que ellos, ya estaban Raidel Martínez, Yariel Rodríguez, Liván Moinelo, Ariel Martínez, Yurisbel Gracial, Alfredo Despaigne, Yoenni Yera, Erisbel Arruebarrena, Yadir Drake, Carlos Juan Viera, Raico Santos, Roel Santos, Yordan Manduley, Yoelkis Guibert, Pedro Álvarez, Marlon Vega, Yosvany Peñalver, Frank Abel Álvarez, Guillermo García o Pedro Pablo Revilla, quienes mantienen vínculos con la FCB, pero pasan la mayor parte del año jugando en ligas profesionales de Japón, México, Canadá o Nicaragua.
A este gran grupo de potenciales atletas que integrarán la escuadra nacional del Clásico, muy probablemente debamos añadir otros. Solo horas después de que la FCB confirmara la presencia de Ibáñez, López y Leyva en la preselección, el periodista Francys Romero informó que Josuan Hernández, otro cubano radicado en México, también habría aceptado el llamado de las autoridades de la Isla.
Semanas atrás, el sitio especializado Swing Completo, develó las palabras de un ex grandesligas como Yasmany Tomás, quien reconoció que lo habían llamado y manifestó igualmente su disposición de integrarse a las filas cubanas para jugar pelota “donde sea”.
Entonces, podremos esperar más nombres en los próximos días y meses antes del Clásico, porque evidentemente la FCB se ha estado moviendo en distintos frentes para convocar a más peloteros profesionales, en aras de presentar un equipo más competitivo y tratar de esquivar otro ridículo internacional.
De cualquier manera, bien vale alertar que no es conveniente el optimismo desmedido, porque todos los peloteros van a estar sometidos a una constante presión para decir “no”.
¿Cómo cambia este anuncio las posibilidades de Cuba en el Clásico Mundial?
En principio, Cuba va moldeando un plantel repleto de profesionales, pero sin sus exponentes de más talento e impacto, lo cual nos coloca ante un escenario no tan favorable para desafiar a Taipei de China, Italia, Países Bajos y Panamá, naciones que deben armarse hasta los dientes con sus mejores figuras de MLB, Ligas Menores y los circuitos asiáticos.
De los tres últimos convocados, Andy Ibáñez aporta versatilidad en el infield y velocidad en el orden ofensivo, pero viene de un año nefasto en Estados Unidos. Comenzó la temporada en las Mayores y se quedó muy por debajo de las expectativas, por lo que principios de junio fue asignado a la sucursal de Triple-A de los Rangers, donde tampoco brilló.
Yoan López, por su parte, será un brazo adicional para el bullpen, quizás el área más consistente del equipo cubano de cara al Clásico por la presencia de Raidel Martínez, Liván Moinelo y Yariel Rodríguez. Al pinero tampoco le fue en el 2022, al terminar con alta efectividad de 5.73 en ocho salidas con los Mets.
En tanto, Elián Leyva, debe ocupar un puesto como abridor, aprovechando mayormente su experiencia. El derecho ganó la Triple Corona de pitcheo en la Liga Mexicana hace cuatro años, pero el tiempo ha pasado y ya no es el mismo. De cualquier manera, la rotación cubana ha sido un dolor de cabeza en los últimos tiempos y no le vendría mal un brazo con recorrido en el béisbol profesional.
No obstante, insisto, estas tres adiciones no van a marcar una diferencia considerable en los destinos del equipo Cuba si no llegan otros profesionales, sobre todo porque los choques se vislumbran muy exigentes. El Clásico ha ganado cartel y ya es ampliamente respaldado por muchísimas estrellas activas, lo cual ha motivado a otros jugadores a dar el paso para competir al máximo nivel de intensidad.
En este escenario, toca entonces continuar luchando por derrumbar mitos, la única vía para mirar con esperanza al futuro. Por supuesto, no olvidemos por el camino los errores del pasado ni posterguemos los debates críticos sobre los mismos, porque entonces estaremos condenados a repetir las mismas fallas una y otra vez.