La Dirección de Béisbol de Cuba informó este lunes sobre “ajustes” en el programa de la postemporada de la 59 Serie Nacional, que recortan las semifinales a cinco partidos en lugar de los siete que estaban planificados inicialmente.
El motivo esgrimido por el órgano rector del deporte nacional de la Isla es el hecho de que la próxima Serie del Caribe, prevista para inicios de febrero de 2020 y a la cual está invitado el equipo que gane el torneo cubano, se realizará en Puerto Rico, país que “por su estatus de estado libre asociado responde a las restricciones de otorgamiento de visas impuestas a nuestro país por el gobierno de Estados Unidos”, explica la nota oficial publicada en el sitio digital Jit.
“Teniendo en cuenta que el recrudecimiento de la hostilidad sostenida por la administración Trump hacia Cuba”, continúa la nota, se “acentúa la necesidad de incrementar el período de tiempo que permita gestionar el visado en un tercer país”.
Lo sorprendente de esta decisión –para la que, según la comunicación oficial, se consultó a los directivos de los seis equipos involucrados en la segunda fase de la Serie– se tome justo ahora como una solución contextual, cuando se pudo haber previsto desde la confección del calendario, teniendo en cuenta que la sede y fecha de la Serie del Caribe eran conocidos desde los primeros meses de este año. Como también era conocida la necesidad de tramitar los visados en un tercer país, como consecuencia de las sanciones impuestas a Cuba por el actual gobierno de los Estados Unidos.
En virtud de los recortes, las semifinales, previstas para inicios de enero –tras el cierre del calendario regular el 24 de diciembre y el período para recuperar los juegos sellados y suspendidos– serán de cinco juegos a ganar tres. En ellas se enfrentarán el primero contra el cuarto lugar, y el segundo contra el tercero, como ya se sabía, solo que, por el recorte del número de partidos, se altera el orden de su celebración.
De esta forma, los dos primeros juegos se realizarán en las sedes de los equipos que se ubiquen en los lugares cuarto y tercero de la segunda fase, y no –como debía ser– en los de los ocupantes del primero y el segundo lugar. Estos, a su vez, acogerán los tres partidos restantes de las semifinales en caso de que las mismas se extiendan hasta el último juego.
Sin embargo, si esta instancia terminara antes de tiempo –con una barrida, por ejemplo– los equipos más ganadores tras la segunda fase serían menos beneficiados con la localía que sus rivales, lo cual resulta un contrasentido. Ello, incluso, podría pesar en la balanza, en una semifinal tan corta como esta, y perjudicar a los conjuntos que se supone debían ser protegidos por su mejor desempeño en la ronda clasificatoria.
Más, teniendo en cuenta que, una vez finalizado el calendario regular, una nueva selección de refuerzos fortalece a los cuatro semifinalistas y podría acortar las distancias entre estos.
No es este el único desaguisado del calendario de la actual Serie. Recuérdese lo sucedido con el Premier 12, evento por el cual no se detuvo el torneo cubano, lo que obligó a los seis equipos participantes a privarse de sus figuras del equipo nacional en el arranque de la segunda fase y condicionó la petición previa de refuerzos .
¿No hubiese sido entonces más sensato planificar de antemano una Serie Nacional sin improvisaciones ni sobresaltos, con un calendario coherente y consensuado desde su congresillo técnico inicial? ¿Acaso era descabellado reducir a priori el número de partidos de la segunda fase –como sugirieron periodistas y directores de equipos– y no sacrificar ahora el espectáculo y la justicia en la postemporada?
Estas serán, al parecer, preguntas que engrosarán el baúl de silencios y contrasentidos que la Dirección de Béisbol se ha empeñado en cargar sobre sus hombros.
La final de la Serie, afortunadamente, se mantendrá a siete juegos –a ganar cuatro– y comenzará, según la nota, al tercer día de concluidas las semifinales recortadas. El equipo que emerja finalmente campeón, con los acostumbrados refuerzos, representará a Cuba en la Serie del Caribe, si es que las visas son otorgadas a tiempo y a todos, otra espada de Damócles que pende hoy sobre el deporte nacional.