El béisbol cubano perdió en la tarde de este sábado a uno de sus jugadores icónicos, a uno de esos hombres que se ganó un lugar especial en el corazón del juego y de los fanáticos. Pedro José Rodríguez, “El Señor Jonrón” para muchos y “Cheíto” para todos, falleció en su natal Cienfuegos a los 65 años.
La noticia ha estremecido el alma del deporte cubano en su totalidad. Decenas de atletas activos y retirados, residentes en la Isla o en el extranjero, han expresado sus condolencias y pesar por la muerte de uno de los más grandes jonroneros de la pelota nacional, quien marcó una época desde mediados de los años 70 del pasado siglo.
Si uno viaja en el tiempo hasta aquella época, encontrará un sinfín de portadas de periódicos que catalogaban a Pedro José Rodríguez como “Su Majestad”, “Rey del Madero” o “Emperador del aluminio”, fruto de sus jonrones cósmicos, de su fuerza sobrenatural en las muñecas, que le permitieron pegar 289 vuelacercas en 15 Series Nacionales.
Los motes no eran exageración. “Cheíto” sembró el terror entre los lanzadores cubanos desde que debutó en 1974, vistiendo la franela de Azucareros. Ese año despuntó y mereció el premio de Novato del Año, mientras su compañero de equipo Antonio Muñoz se llevaba el MVP. Sin embargo, ni esa campaña ni ninguna otra pudo coronarse campeón de los clásicos cubanos de las bolas y los strikes.
No tuvo todo el tiempo tampoco para intentarlo, porque Pedro José Rodríguez fue sancionado a los 29 años por tener entre sus pertenencias unos pocos dólares que unos amigos le habían regalado en un evento internacional. Como el dólar estaba penado en Cuba, recibió un duro y absurdo castigo, fue apartado del deporte al que había entregado su vida.
Sin concesiones, sin importar su historial, a “Cheíto” lo borraron del mapa beisbolero nacional. Ese es, hasta hoy, una de las más grandes injusticias en la historia del béisbol y del deporte cubano en sentido general. Una injusticia por la cual los verdaderos responsables no pagaron, solo sufrió “Cheíto” y los millones de fanáticos que vieron truncos sus sueños de seguir viéndolo masacrar la pelota en los diamantes de la Isla.
Pero “El Señor Jonrón”, a pesar del infundado castigo, nunca dio la espalda a Cuba o a la pelota nacional. Con el dolor que implicó estar fuera de la acción durante un tiempo, buscó fuerzas para regresar y aportar en los años posteriores a su retiro. Quienes tengan dudas de su fidelidad, deben saber que “Cheíto”, hasta el día de su muerte, estaba enfrascado en un proyecto de desarrollo de talentos en la Isla. Jamás dio la espalda a su béisbol.
Por eso, por lo que humildemente cosechó, su muerte ha sido un mazazo entre la comunidad deportiva cubana. Desde el INDER, el mismo organismo que lo sepultó hace más de tres décadas, hasta el Comité Olímpico Cubano, han expresado sus condolencias, al tiempo que catalogaron a “Cheíto” como “jonronero temible y atleta entregado a la causa de su equipo”.
Otras muestras de sentido homenaje han llegado desde las redes sociales, donde una multitud de fanáticos han expresado su dolor, al igual que algunos peloteros. “Que tristeza. Se fue un grande entre los grandes, como atleta y como persona. En paz descanses caballo, como yo te decía”, escribió Rey Vicente Anglada, quien coincidió en el tiempo con “Cheíto”.
Por su parte, Eriel Sánchez, mánager de Sancti Spiritus en la más reciente Serie Nacional, dijo que Todos los “alumnos, compañeros, hermanos de este hermoso deporte que es el béisbol, te llevaremos por siempre en nuestros corazones”.
Desde fuera de Cuba, Gabriel Pierre, el mítico antesalista santiaguero, aseguró que para él “Cheíto” fue el mejor ejemplo en el béisbol. “Te esperamos en la resurrección”, aseveró.
La familia Gurriel, en voz de Yunieski, el mayor de los hijos de Lourdes Gurriel, transmitió sus condolencias desde la Florida.
“Hoy está de luto todo un país por la muerte de este grande del béisbol, Pedro José Rodríguez, gran hombre y amigo. Llegue a sus familiares y amigos, y en especial a su hijo Pedro José Rodríguez Jr., mi amigo personal, el más sentido pésame de parte de la familia Gurriel. Descansa en paz Señor Jonrón”, escribió Yunieski en Facebook.
En la propia publicación otros atletas reaccionaron, como el industrialista Frank Camilo Morejón, quien catalogó a “Cheíto” como leyenda del béisbol cubano, mientras el as granmense, Lázaro Blanco, pidió paz para un grande del deporte nacional.
En otro comentario de redes, el big leaguer Yasmani Tomás dijo que se trataba de una triste noticia, y Carlos Tabares precisó que “Cheíto” es uno de los grandes y respetados de la pelota cubana. En la misma cuerda, el pinero Alexander Ramos, aseguró que durante toda su vida fue un ejemplo a seguir.
La familia Mesa también envió sus condolencias desde Estados Unidos, desde donde escribió Eneida Ríos, esposa de Víctor Mesa.
“Nos acabamos de enterar gracias a Norberto González de que murió un grande entre los grandes, Pedro José Rodríguez. Nuestras condolencias a su esposa, hijos y demás familiares”, dijo.
Por su parte, Javier Méndez, otra gran estrella de la pelota cubana, lamentó la pérdida de uno de los peloteros más grandes que conoció.
Las muestras de dolor y respeto han trascendido las fronteras del béisbol, por ejemplo, en la figura del otrora estelar voleibolista Raúl Diago, quien transmitió sus condolencias a familia y amigos y definió a “Cheíto” como grande entre los grandes.
Aunque no se ha dado información oficial sobre las causas de la muerte, es conocido que “Cheíto” tenía afectaciones por la diabetes y los riñones y estaba sometido al complejo tratamiento de hemodiálisis, Según diversas fuentes desde Cienfuegos, en una de las sesiones sufrió un infarto que no pudo rebasar.
“Cheíto” se nos ha ido, pero permanecerá como uno de los rostros imprescindibles en el imaginario beisbolero cubano, como uno de los dioses de los diamantes de la Isla. Desde todos los rincones donde exista al menos un fanático al deporte de las bolas y los strikes, recibirá siempre el aplauso eterno, justo como el que los fieles le dieron el día de su regreso al terreno tras la injusta sanción.
“Cuando volví ya no era el mismo, había perdido la forma física, tenía problemas en un ojo y por eso decidí retirarme. Pero recuerdo como si fuera hoy ese momento en que anunciaron mi nombre nuevamente en el estadio. Pensé que se habían olvidado de mí, pero la gente se paró y estuvo minutos aplaudiéndome, como si fuera un aplauso eterno”.