Las burbujas de la edición 60 de la Serie Nacional de Béisbol se han hinchado y están a punto de explotar. En menos de una semana, lo que parecía una idea idílica ha perdido peso y la expectación inicial por jonrones y ponches se ha transformado en incertidumbre. El coronavirus ha entrado en escena y ha puesto sobre la mesa la posibilidad real de dejar desierto el podio del clásico de las bolas y los strikes por primera vez en la historia.
Sí, es cierto, nunca pensamos que algo así podría suceder, pero resulta que la pandemia ha convertido en realidad cosas que en un momento parecían imposibles. ¿Imaginaron que se aplazaran unos Juegos Olímpicos? ¿Imaginaron que una enfermedad lograría desarticular casi por completo la red de torneos internacionales y recluir a miles de deportistas?
Esas ideas nunca figuraron en nuestra mente, pero ahora ya sabemos que el universo atlético puede detenerse. Cuba no ha escapado de esa realidad. La inmensa mayoría de los eventos en la Isla se han cancelado, y los clasificados y aspirantes olímpicos prácticamente no han podido competir en un año. Entonces, asumir la detención del clásico beisbolero no puede significar una deshonra.
Particularmente, no deberíamos mirar con malos ojos una cancelación en este momento, el peor que ha vivido el país en la lucha contra la COVID-19 desde que se detectaron los primeros casos en marzo del 2020. Hasta ahora, las autoridades beisboleras han puesto su mayor empeño en sacar a flote el campeonato, pero la situación se torna cada vez más peligrosa.
A priori, la idea de desarrollar en burbujas la postemporada de la 60 Serie Nacional de Béisbol era buena, pero entrañaba un riesgo enorme: si alguien daba positivo, todo podía explotar. Hoy podemos decir que estamos cada vez más cerca de ese escenario límite, con brotes en los equipos de Santiago de Cuba y Cienfuegos.
Al menos dos miembros de los Elefantes (un jugador y un entrenador) y varios integrantes de las Avispas —entre peloteros y cuerpo de dirección— han dado positivos en las últimas horas, lo cual ha provocado el aplazamiento de sus duelos con Matanzas y Las Tunas, respectivamente, además de comprometer la seguridad en las dos sedes seleccionadas como burbujas.
Si nos guiamos por lo ocurrido con Industriales, Sancti Spíritus, Pinar del Río y los propios cienfuegueros y santiagueros, novenas que reportaron casos de coronavirus a inicios de año, es difícil pensar que sureños e indómitos regresen al diamante a corto plazo.
En el escenario menos caótico, quizás podrían jugar a mediados de la próxima semana. En cambio, si se detectan nuevos casos, el período de espera se prolongaría y pondría definitivamente en jaque la suerte de la Serie. Entonces, ¿cuáles son las opciones que maneja la Comisión Nacional de Béisbol en este punto?
Antes de que comenzara la postemporada, las autoridades dejaron caer que, si un equipo presentaba contagios de coronavirus, podía ser separado de la burbuja y, en caso extremo, tendría que retirarse si la cantidad de enfermos se disparaba. Esa idea finalmente no quedó plasmada en blanco y negro, pero la referencia a aquel momento ha servido para que muchos aboguen desde ya por la eliminación automática de Santiago de Cuba y Cienfuegos si su situación sigue empeorando.
No obstante, fuentes de la propia Comisión Nacional de Béisbol aseguraron a OnCuba que esa variante no debería aplicarse, argumentando que sería una injusticia castigar a determinado conjunto por el “pecado” de enfermar. Sin ir muy lejos, a Industriales se le dio la oportunidad de competir por la clasificación luego de casi un mes en el dique seco por el brote de diciembre, y los propios santiagueros también pudieron completar su calendario tras confirmar casos positivos a inicios de año.
Sobre la idea de eliminar automáticamente a equipos con contagios, el segunda base de las Avispas, Santiago Torres, expresó en las redes sociales que todos los elencos que llegaron a la postemporada se ganaron su derecho de estar ahí y nadie les regaló nada.
“Nos sacrificamos lejos de nuestra familia durante casi ocho meses de entrenamiento y competencia, viajando por todo el país, arriesgando nuestra salud, así que no creo que esa sea la solución”, apuntó el intermedista, quien también dijo que ninguno de los contagiados quería enfermarse.
Muchos han planteado que, si aumenta la cantidad de contagios en las filas de Avispas y Elefantes, estos podrían recurrir a su reserva para completar las nóminas y volver al ruedo, tal cual sucedió con los Leones capitalinos, que se jugaron su boleto a postemporada con buena parte de jugadores de reemplazo.
Sin embargo, no hay indicios de que se vaya a proceder de esa manera, pues significaría el ingreso en la burbuja de un número considerable de personas, con todos los riesgos que ello implica, incluso si llegan con el certificado negativo de una prueba PCR. El mínimo contacto con un positivo en el viaje hasta las sedes puede comprometer su salud y la de sus compañeros y rivales en la burbuja.
Así lo hemos podido comprobar en este inicio de los play off. En Santiago de Cuba, por ejemplo, un miembro de su cuerpo de dirección dio positivo en pruebas que se realizaron ya sea antes de partir a las sedes o en su llegada a estas (esa aclaración no se ha realizado), pero estuvo en contacto con otros integrantes del plantel y ahora hay varios contagiados.
Entonces, la idea de incluir jugadores de reemplazo por los enfermos parece totalmente desestimada, lo cual nos deja ante un encrucijada de todo o nada: o se espera que se recuperan cada uno de los enfermos o se detiene el campeonato definitivamente.
Cualquiera de las dos variantes conlleva riesgos implícitos. Por una parte, aguardar por la rehabilitación de los contagiados parece justo, pero igualmente saldría a relucir la brecha de preparación con su rival: mientras un equipo entrena con normalidad, otro debe permanecer en cuarentena. Eso, a la larga, saldrá a relucir en el terreno…
En tanto, si se apuesta por detener el torneo, quedaríamos ante un panorama único en la historia de las Series Nacionales, que han tenido un campeón en cada una de sus ediciones. Ahora quedaría desierto el podio.
Aunque no hay total certeza por el momento, las fuentes de la Comisión Nacional precisan que la suspensión del campeonato es una de las variantes que se manejan si aumenta la cantidad de casos en cualquiera de las escuadras. Los peloteros no verían con malos ojos esa opción; de hecho, varios han manifestado ya su descontento con las burbujas y, sobre todo, su temor a contagiarse.
No podemos cegarnos. Los jugadores son de carne y hueso y están tan expuestos al virus como nosotros —o más—, por sus constantes movimientos, los hospedajes en hoteles, las comidas colectivas en restaurantes, el contacto con personal de esas instalaciones y de los estadios… Si bien se han adoptado estrictas medidas de seguridad, una mínima brecha, aunque no esté relacionada con el personal del campeonato, pondría en peligro la salud de los peloteros, los protagonistas.
En casi cinco meses, las autoridades beisboleras han gestionado de manera correcta los protocolos para evitar contagios en la Serie, pero hemos llegado a un punto de complejidad extrema, tanto por los casos destapados en los equipos como por la situación del país, que presenta números rojos en cuanto a pacientes activos y personas ingresadas en hospitales.
Precisamente, por pura sensatez, por identificarse con el momento que vive la nación, por la salud de los peloteros y por la tranquilidad de sus allegados y de toda la familia beisbolera, parar es quizás la mejor estrategia en este punto del partido. Ya tendremos tiempo suficiente para ver pelota en el futuro. Ahora, apostaría por jugar safe.
¿Por qué parar? Las ligas de fútbol europeas, y con mayor incidencia de la pandemia, no se han detenido.
Lo que hay es que cumplir los protocolos con rigor y calidad