A las diez y cuarenta de la noche, comenzó un lento desfile en el parque Augusto César Sandino, recinto que muchos abandonaron para no ver caer a su selección por enésima vez en una final. Solo unos segundos antes, Jorge Jhonson había desaparecido una bola en las profundidades del bosque derecho, justo por donde se perdieron las opciones naranjas de campeonato.
Tres horas antes, dos de los parciales tuneros que hicieron el viaje desde Oriente, anunciaron lo que venía. Ataviados con la indumentaria de los Leñadores, pasearon por todo el estadio un rústico cartel que decía: “Esto se acaba hoy”.
Y en efecto, la final de la 58 Serie Nacional de Béisbol terminó este jueves, una hora antes de la medianoche, y los Leñadores de Las Tunas se coronaron campeones por primera vez en su historia.
Con pizarra de 8-4 derrotaron a los Leopardos de Villa Clara, que dieron la impresión de estar muertos o con respiración artificial en muchos momentos, pero, en honor a la verdad, vendieron cara su derrota y mantuvieron en tensión a los tuneros hasta el último out.
A continuación repasamos los detalles más interesantes del quinto y decisivo duelo entre Leñadores y Leopardos.
Lo mejor: Yadián Martínez, tras una postemporada mediocre, tuvo su primera salida estelar en esta instancia. Luego de que Erlis Casanova explotara, presa de su marcada inconsistencia, el joven refuerzo de Mayabeque fungió como estrella del box para los Leñadores.
Nadie le puede criticar al chico sus maneras en la lomita. Es expresivo, desafía a los bateadores, hace gestos extravagantes, pero también se entrega al máximo cuando sale a lanzar. En el quinto choque de la final se adueñó del montículo y, al margen de excentricidades, demostró su calidad.
Con buen dominio de la zona baja, atacando siempre los puntos fuertes del contrario y con máxima concentración, Yadián mantuvo la paridad en la pizarra desde que irrumpió en el tercer episodio.
Al final, las palmas también para Yoelkis Cruz, quien salvó su cuarto juego de la postemporada, dos ante los Tigres avileños y par de ellos también contra los naranjas. El experimentado derecho, líder del staff tunero durante más de una década, salió en una situación comprometida, pero dominó a Yurién Vizcaíno y a William Saavedra con el bote lleno en el noveno.
Entre lo mejor, además, una distinción para los miles de villaclareños que permanecieron en el Sandino hasta el último out. Como bueno fanáticos, aplaudieron a los Leñadores cuando se coronaron. Más tarde, a la hora de la premiación, Villa Clara les regaló a los tuneros una buena ronda de fuegos artificiales.
Lo peor: Yosvani Torres no pudo hacerse justicia en la final. Tuvo dos pésimas actuaciones en el primero y quinto juego, y se llevó la derrota en este último como principal villano, al permitir los batazos decisivos de Jorge Jhonson.
Definitivamente, Torres no era el lanzador que quería Eduardo Paret para que se estableciera como ancla del bullpen, pero la lesión de Jonder Martínez lo condujo a echarle mano al pinareño, alejado de los diamantes por más de dos meses tras culminar la primera etapa.
Al margen del presente resultado, esta definición deja un detalle muy negativo para los villaclareños: han perdido seis finales frente a su público en el Sandino. Ningún otro equipo del béisbol cubano ha caído tantas veces en el último partido de la temporada como local, desde que se implantó el modelo de play off hace casi tres décadas.
La polémica: Eduardo Paret estuvo toda la final en el ojo del huracán por sus decisiones. Si bien en el quinto partido realizó movimientos en su alineación y dio un refresco a Yunior Paumier (solo cinco jits en casi 40 turnos durante la postemporada), quedó a deber en el manejo de los lanzadores.
Luego de sacar al abridor Misael Villa, Paret obvió tanto a Pablo Luis Guillén como a Daniel Condes, los dos relevistas que mejor cara mostraron en la final por el cuadro azucarero. El mentor naranja optó por la experiencia de Yosvani Torres, pero ya se nota demasiado el descenso cualitativo del experimentado vueltabajero.
Jugársela con los hombres que lo llevaron hasta la discusión del título, jugársela con talentosos serpentineros nativos de la provincia, no hubiera sido tan criticado por la afición local. Pero Paret apostó abiertamente por sus refuerzos, en quienes tuvo confianza ciega, y no lo hicieron quedar del todo bien.
La clave: Jorge Jhonson empujó las últimas cuatro carreras de la 58 Serie Nacional y sepultó a Villa Clara. Un sencillo suyo al izquierdo en el séptimo rompió un empate a cuatro anotaciones, y en el noveno pegó jonrón con dos a bordo para sentenciar de una buena vez el campeonato.
El patrullero tunero llegó en inmejorable forma a la final, con brazos frescos y un swing compacto que, literalmente, destruyó los pitcheos rivales. Asentado como segundo madero, produjo a la altura de las circunstancias, con muchísima sangre fría sin importar el nivel del serpentinero oponente.
Lo imperceptible: Los premios individuales tienden a ser opacados por el éxito colectivo y, en honor a la verdad, este equipo tunero funcionó como un verdadero grupo en el que todos cumplieron su papel o tuvieron una oportunidad de brillar.
No obstante, los galardones individuales forman parte del espectáculo moderno y no pueden faltar en un evento de esta magnitud. En la postemporada de la 58 Serie, Jorge Jhonson fue el Jugador Más Valioso, tras arrasar en el plato.
Hace un año, terminó de líder de los bateadores en la campaña regular pero se derrumbó en los play off, y ahora se ha sacado la espina. Solo en la final empujó diez carreras, bateó para 478, con par de jonrones y un doble.
Jorge Alomá, también imponente en todos los partidos decisivos, era fuerte candidato al premio, pero el empuje de Jhonson y sus conexiones decisivas en el último partido de la final inclinaron la votación de la prensa especializada a su favor.
Otro que también tenía posibilidades de triunfar era Yoelkis Cruz, quien participó en cinco de las ocho victorias tuneras en los duelos con los Tigres avileños y los Leopardos villaclareños.
Somos los mejores a pesar de todos los que nos abandonan pero además somos una familia por la unidad con la que se juega