La vida da muchísimas vueltas. Demasiadas.
Así podría estar pensando Frederich Cepeda, quien hace solo dos meses fue excluido del roster cubano a los Juegos Panamericanos de Lima y ahora ha sido nombrado capitán del combinado nacional rumbo al Premier 12.
Este tipo de cosas no son comunes en el deporte, pero en este caso particular habla muy elocuentemente de la locura actual del béisbol cubano, en el que un día alguien no significa nada y al siguiente está en lo más alto de la cadena.
Para Cepeda, la capitanía no es un mero premio por su rendimiento en la actual serie nacional. Verlo sencillamente así equivale a obviar una de las trayectorias más impresionantes de los peloteros cubanos en el presente siglo.
Si Miguel Borroto le ha entregado el brazalete es porque el espirituano tiene capacidad de liderazgo y visión suficiente para guiar a un equipo, algo que extrañamos en la última aventura internacional.
Lo curioso del asunto es que Cepeda no debuta en funciones de capitán con el plantel cubano, sino que retoma los galones nueve años después de ser desterrado del propio puesto sin justificación ni explicación pública.
Olvidado en el tiempo, aquel fue uno de los tantos episodios oscuros de la pelota en la Isla, uno sobre el que no se ha profundizado lo suficiente.
Cepeda era el capitán de la selección nacional en 2010, cuando se participó en el Premundial de San Juan, Puerto Rico. A tierras boricuas se viajó para obtener un cupo a la cita del orbe de 2011 en Panamá y a los Juegos Panamericanos de Guadalajara, México, del propio año.
Aquella escuadra estaba repleta de estrellas: Yoennis Céspedes, José Abreu, Alfredo Despaigne, Yulieski Gurriel, Pedro Luis Lazo, Norge Luis Vera, Michel Enríquez, Ariel Pestano, Alexei Bell, Aledmis Díaz, Yadier Pedroso, Héctor Olivera y Miguel Alfredo González confluían en el mismo plantel, que terminó en la segunda posición tras perder en la final con República Dominicana.
El estelar espirituano resultó el mejor bateador de la selección entre tantos monstruos, pero, misteriosamente, se le retiró la capitanía y, para colmo, solo dos días después de regresar de San Juan, fue excluido del plantel cubano a la Copa Intercontinental de Taipei de China.
Frederich Cepeda: “Estoy a favor de todo lo positivo para el béisbol cubano”
“No cometí ninguna indisciplina; nadie me ha dicho que estoy sancionado. No creo haber tenido ningún enfrentamiento con nadie, ni con la dirección… Quizás haya existido algún debate porque como capitán del equipo me invitaban a las reuniones”, dijo Cepeda a la periodista Elsa Ramos en aquel momento.
Pero lo peor vino después, exactamente un mes después del Premundial. La bomba explotó cuando Cepeda no fue incluido en la nómina de Sancti Spíritus para la 50 Serie Nacional, otra vez sin motivo aparente, sin explicación.
“Cuando llegué me incorporé al entrenamiento con los Gallos para la Serie Nacional”, repetía Cepeda, quien no podía entender todo lo que estaba ocurriendo.
Aquella telenovela duró poco, cuatro o cinco días a lo sumo, pero desgastó tanto como un culebrón de verano. Por fortuna para el béisbol cubano, el asunto se solucionó, aunque no por la gestión de las autoridades del deporte, las cuales jamás dijeron una palabra del tema.
Según varias fuentes muy cercanas al jugador, todo se aclaró en La Habana, específicamente en las oficinas de altos dirigentes de la nación, quienes borraron de un plumazo la arbitraria decisión en contra de uno de los peloteros más entregados y leales del presente siglo.
Nueve años después, reafirmados una y otra vez esos valores, Cepeda vuelve a la capitanía del equipo Cuba, pero su historia solo sirve para reafirmar lo cerca que comúnmente estamos de empujar a nuestras estrellas lejos de su país.
Si en el 2010 cuando te trataron asi y viste la verdadera cara de los que dirigen y lo tanto que le importas, hubieses decidido torcer tu rumbo, sin lugar a dudas hubieses sido Grandes Ligas y hoy otro gallo cantaria.
interesante!!
Ese tipo de historia pasa en todos los campos en Cuba y a cada rato.
Al menos en el béisbol uno se entera.
Por eso, lo que hay que hacer es irse y olvidarse de ese país.