En el año, un jugador de Grandes Ligas pasa de siete a ocho meses trabajando. Lo mismo ocurre con los que van a jugar en los circuitos profesionales asiáticos. Pero cuando se trata de un pelotero que intenta ganarse la vida en el Caribe, el tiempo asciende de meses a años.
Un ejemplo claro de lo anterior es el del tunero Henry Urrutia. No pudo consolidarse en MLB ni tampoco encontró empleo en Japón, Corea o Taipei de China. Pero se ha convertido en uno de los mejores bateadores del Caribe.
“No descansamos en todo el año. Lo peor es que no sabes hasta qué día tendrás trabajo. Estás expuesto a que venga un jugador con cierta experiencia en Grandes Ligas y aunque estés bateando bien, te pueden sacar del roster. La realidad es dura y mantener la consistencia no es fácil”, aseguró Henry en diálogo exclusivo con OnCuba.
Urrutia, en la temporada 2021-2022 de la Liga Arco en México, no había tenido un buen comienzo con los Sultanes de Monterrey. Después de jugar 19 encuentros, lo cambiaron a las Águilas de Mexicali y allí duró poco también, solo seis días, hasta que lo colocaron en la lista de reserva.
Uno de los mejores bateadores del circuito mexicano en las últimas campañas estaba a punto de ser despedido por un mal comienzo. No obstante, en ese momento su carrera dio un giro de 180 grados: Los Gigantes del Cibao le ofrecieron una oportunidad en la Liga Dominicana de Béisbol Profesional (LIDOM), el mejor béisbol del Caribe.
“Tuve que hacer varios ajustes cuando llegué a la LIDOM. Sabía que los lanzamientos eran más rápidos, tanto las rectas, los cutters o los sinkers, incluso, los rompimientos. Esto sucede porque la isla está sobre el nivel del mar. Mi respuesta a estos cambios fue utilizar más las manos, menos el cuerpo y estar más listo, tomar mejor el tiempo de cada lanzamiento. Aquí es normal ver rectas de 97-100 millas. También estudié mucho al rival y me preparé mentalmente”, recuenta el tunero.
El hijo del otrora estelar Ermidelio Urrutia enseñó su calidad en los últimos 16 choques de la temporada regular. Después, dejó una línea ofensiva (Average/Promedio de embasado/Slugging/OPS) de .388/.444/.653/1.097 en el Round Robin, que lo llevó a ganar el premio de Jugador Más Valioso (MVP) de dicha fase. Por si fuera poco, aportó a la causa en la final (cuatro imparables e igual cantidad de remolques en 17 turnos) para que Los Gigantes se coronaran.
Un año después, Urrutia es considerado uno de los mejores bateadores de circuito dominicano. Tanto, que fue llamado por los Tigres del Licey como refuerzo en la pasada Serie del Caribe de Venezuela, donde también subió a lo más alto del podio.
“Me puse muy contento porque lo estaba esperando. Para mí, ser llamado a los Tigres del Licey es otro mérito en mi carrera. Por desgracia, nunca pude ir a una Serie del Caribe con mi país. Ahora, al menos se me ha dado la oportunidad aquí. Ser tomado en cuenta en un conjunto como el del Licey, que lo ganó todo durante la pasada campaña, fue algo muy especial”, apuntó.
No obstante, cuando no tienes mucho descanso tienes que pagar algunas cuotas y se nota en el rendimiento. En la Serie del Caribe de Gran Caracas, por ejemplo, salió a flote el desgaste de Urrutia, cuyo swing no era tan rápido como el de temporada regular; aun así, tomó buenos turnos al bate.
Después de salir de su primera campaña en República Dominicana tuvo que regresar a México para prepararse con los Saraperos de Saltillo. En la Liga Mexicana de Béisbol, durante el verano, se siguió consolidando como uno de los mejores bateadores.
Entre los jugadores calificados, terminó segundo en OPS (1.212) y slugging (.733), fue tercero en promedio de embasado (OBP/.479) y, por si fuera poco, lideró la liga en promedio de bateo (.420). En 90 choques, remolcó 88 carreras (sexta mayor cifra) y se voló la barda 25 veces (séptima mayor). Está a solo 17 vuelacercas de llegar al centenar, una de sus metas en tierras aztecas.
Después que terminó su contienda de verano en México, viajó hasta San Pedro de Macorís para concentrarse con Los Gigantes del Cibao. El jugador volvió a batear sobre la media en las Grandes Ligas del Caribe. Esta vez, lideró el circuito en varios paramentos: wRC+ (174), OBP (.387), OPS (.813) y promedio ofensivo (.318).
En el Round Robin jugó en 12 choques por una lesión en su pierna. Al menos pudo regresar en la final para reforzar a las Estrellas Orientales. Bateó seis cohetes en 21 turnos, (.286), con un jonrón y dos remolques.
“La consistencia la logro con el entrenamiento y cuidándome mucho. Finalmente, tenemos que ser fuertes cada temporada. Mi meta es mantenerme sano, porque sin salud es muy complicado obtener el éxito” aseguró el tunero.
Hablando de consistencia y de éxito, no perdí la oportunidad de preguntarle por otro cubano, el experimentado zurdo Raúl Valdez, quien también reforzó a Licey en la pasada Serie del Caribe.
“Raúl es un hombre que trabaja mucho y tiene la liga estudiada completamente. Él conoce demasiado a los bateadores, los terrenos y sabe cómo tiene que lanzar en cada caso. Es un hombre muy ecuánime. Si le diste un jonrón contra recta, en el próximo turno te vuelve a lanzar la recta. Creo que la confianza en sus lanzamientos y su inteligencia es lo que lo mantiene rindiendo a un gran nivel”, precisó
Valdez, Yunesky Maya, Félix Pérez, Dariel Álvarez, Yadir Drake y el propio Urrutia son algunos de los jugadores cubanos que se ganan la vida en el Caribe cada año. No es sencillo, un paso en falso puede dejarlos sin trabajo varios meses, por tanto, la constancia y el rendimiento estable es lo único que vale para sus carreras.
Con 35 años, Henry siente que le queda camino por delante y objetivos por cumplir. Bajo la representación hace año y medio de la agencia Leona Sports, el tunero quiere probarse en el béisbol asiático, luego de un largo período jugando en las Ligas Menores de Estados Unidos y los circuitos del Caribe. No olvida su pequeña experiencia en MLB con los Orioles de Baltimore: “Confío en Dios, porque todos tenemos un destino escrito, solo le pido que me de salud para seguir jugando, no pierdo la esperanza de jugar en Asia”.