El cubano Yulieski Gurriel se quedó con la última pelota de las Grandes Ligas en 2017, después de que los Astros de Houston se coronarán en la Serie Mundial ante Los Ángeles Dodgers. El hijo de Lourdes se desligó de las etiquetas hasta ese entonces y postuló su talento bateando .304, con siete dobles, un triple, dos jonrones y ocho impulsadas en la instancia decisiva.
Tras un 2017 inverosímil muchos pensaron que el 2018 supondría el lógico declive del espirituano. Sin embargo, la actual temporada del 2018 ha demostrado un salto de calidad aún mayor de Gurriel entre lanzadores llenos de velocidad y efecto, partidos consecutivos, viajes largos y estudios personalizados sobre los bateadores.
¿A que obedece esta mejoría del espirituano?
La madurez en home del número 10 viene dado por su disciplina y plan bien elaborado. Gurriel comprendió que no atraparía más de 80 boletos por temporada y aplicó la máxima de “ataca desde temprano”.
La efectividad de su táctica ha sido tal que el cubano es el segundo bateador en toda la MLB que menos pitcheos deja pasar (3,28) por aparición al bate, solo superado por Andrelton Simmons (3,21). Esa constante le permite poncharse muy poco y atrapar los mínimos boletos (22 boletos y 62 ponches).
Gurriel lleva en 2018, 15 boletos y 36 ponches, después de 83 partidos en los que ha participado. Su promedio de .296, con 54 empujadas y 6 jonrones, no explica aún cuanto ha entendido la zona y los pitcheos de un año a otro.
Vayamos al plan de los lanzadores ante el inicialista de 34 años. En 2018 le tiran menos rectas que hace un año (49,4 por ciento por 52,3 por ciento en 2017), y más envíos lentos como el cambio. Gurriel pasó por un primer mes bateando .224. a dos últimos (junio y julio) por encima de .300, a pesar de que en sus últimos juegos ha mostrado un descenso.
El lado ciego en este salto de calidad o, uno de ellos, ha sido el contacto sobre pitcheos dentro de la zona (Z-Contact) en 93.8 por ciento (11mo mejor en todas las Grandes Ligas).
Su oportunismo con hombres en bases lo ubica 5to en una lista de encumbrados bateadores:
Como batear es sincronización, lanzar es la búsqueda constante de romper la sincronización. El grado de madurez con el que Gurriel llegó a las Mayores se evalúa entre lo más alto entre todos los beisbolistas extranjeros que tocaron MLB con 32 años.
Su dinámica ha encajado dentro de los Astros, entre risas y química con otros peloteros latinos como Altuve, Correa o Marwin González, y también otros que hablan español como Alex Bregman. Nadie lo sabía, a priori, pero no existía una mejor franquicia para Gurriel que la de Houston.
Utiliza todo el campo para sus conexiones y un gráfico de Fangraphs.com demuestra que no existen diferencias de un año a otro, de un intento desmesurado de halar pelotas o empujar hacia la banda contraria. Gurriel se para en el plato, con la naturalidad de siempre, escucha la música que suena por el amplificador del estadio, mueve su bate y finalmente termina bateando en menos de 3.28 pitcheos.
Su producción de jonrones, bajo OPS de inicialista o su bajo nivel de embasamiento, quizá no permitan que Gurriel sea más estimado. Él prefiere mantener lo que tiene dominado que buscar un taxi en la autopista, uno que tal vez, ya corre a demasiada velocidad.
No importan tantos premios ni merecimientos de All-Star cuando al final te quedas con la última pelota de la temporada en tu guante.
Genial la última frase. En la película Money Ball hay una similar: lo que importa es ganar el último juego de la temporada
Gurriel y el hermano son considerados traidores y desertores,no son muy bien vistos por las autoridades,aunque barrunten otra cosa.