Tan solo 24 horas después de que los granmenses Erluis Blanco y Kelbis Rodríguez dejaran sin jits a César Prieto por primera vez en 70 días, el intermedista cienfueguero volvió al diamante y continuó su particular masacre contra los lanzadores de la 60 Serie Nacional de Béisbol.
El hecho de que Erluis y Kelbis, dos tiradores a quienes les han bateado .314 en la presente temporada, cortaran su racha de partidos consecutivos con al menos un imparable no afectó la moral ni la dinámica ofensiva del fenómeno sureño. Lejos de hundirse tras los cinco fallos del sábado en la tarde, César empuñó el madero al día siguiente y castigó con tres cohetes a los rivales.
No creo que nadie deba sorprenderse por eso. Prieto se ha burlado de los lanzadores del campeonato un día sí y otro también. Hasta el pasado sábado 28 de noviembre, por ejemplo, ningún oponente había logrado evitar que el infielder entrara en circulación al menos una vez en todos los partidos de la lid, además de llevar a otra dimensión el récord de juegos consecutivos bateando de jit.
¡Cuarenta y cinco!
Ese es el número mágico cuando se hable ahora de cadena de partidos con imparables en los clásicos domésticos. El anterior récord (37), del santiaguero Rey Isaac en 1994, ha quedado totalmente opacado, tanto que ahora parece una minucia al lado de la imponente cadena de César, quien a sus 21 años viste el traje de súper héroe de la pelota cubana.
César ha asumido el rol de manera natural. Es un chico dado al show mediático, siempre sonriente, desafiante; mientras más crece la atención sobre su raquítica figura, más consistente es su rendimiento. Jamás rehúye a los focos y carga sobre su espalda, como si nada, la quimérica misión de oxigenar la decadente imagen del campeonato cubano.
Nadie puede poner en discusión que César, con tan solo dos temporadas en la liga, se ha ido muy por encima del nivel de la misma. Sin embargo, ello no debería servir de argumento para restar méritos al infielder o minimizar su espectacular seguidilla de partidos con jits.
Si algo cabe en este momento es inclinarse y rendir pleitesía a un joven que, en medio de un panorama de absoluta mediocridad, no ha resbalado en la trampa del conformismo, al contrario, ha apostado por superarse, pulir sus herramientas y explotarlas al máximo.
Todos esos detalles han sido determinantes en la racha de César Prieto, brutal en diversos sentidos. Por ejemplo, su línea ofensiva durante los 45 partidos consecutivos con jits fue de .432/.486/.604, anotó 49 carreras, impulsó 29 y el 24,1 % (20) de sus 83 imparables fueron extrabases.
Pero hay más…
*Le pegó al menos un jit a 64 lanzadores diferentes durante la racha.
*Definitivamente no funcionó demasiado la teoría del zurdo vs. zurdo. César promedió .386/.425/.477 ante lanzadores de la mal llamada mano equivocada. Yusney Saborit, Ángel Sánchez y Dairon Mena fueron los tiradores que más jits le permitieron y los tres son zurdos.
*En los 45 partidos efectuados entre el 19 de septiembre y el 26 de noviembre, Cienfuegos pegó 496 inatrapables, de ellos el 17 % quedaron en la cuenta individual de Prieto, quien consiguió 27 partidos multi-jits en ese lapso.
*Durante la racha, en 216 viajes al plato, César solo fue retirado por la vía de los strikes en tres ocasiones. En este período, el cienfueguero logró otras dos cadenas impresionantes: 86 comparecencias sin poncharse del 19 de septiembre al 15 de octubre (19 juegos), y 112 comparecencias sin poncharse del 17 de octubre al 26 de noviembre (22 juegos).
Lo normal sería quedarnos boquiabiertos con estos datos, pero un sector importante de la fanaticada decidió minimizarlo todo por el bajo nivel de la Serie Nacional, lo cual, ciertamente, abre un margen considerable para que cualquier jugador sobresalga con marcas relevantes en cortos períodos de tiempo.
Sin embargo, en estos tiempos los análisis estadísticos profundos nos permiten evaluar el rendimiento de los jugadores en las más disimiles circunstancias. Aprovechando eso, filtramos los resultados de César Prieto contra tres grupos de lanzadores: miembros de la última preselección nacional, seleccionados al más reciente Juego de Estrellas y los tiradores que menos corredores embasan en la 60 Serie Nacional.
¿Los resultados? Agárrense que es impactante…
*Durante la racha se enfrentó a nueve de los 15 lanzadores que integraron la última preselección nacional, de cara al Preolímpico de Arizona (frustrado por la COVID-19 en marzo pasado), y a todos les pegó al menos un imparable. Contra ellos logró un OPS de 1.035.
*De los 20 lanzadores seleccionados para el más reciente Juego de Estrellas hace solo unas semanas, Prieto se midió a diez y literalmente descoció la pelota: línea ofensiva de .480/.536/.800.
*César Prieto chocó contra siete de los diez serpentineros con mejor WHIP del campeonato, o sea, los que menos corredores embasan en la Serie. Frente a ellos, en 19 comparecencias, logró entrar diez veces en circulación, para un OBP de .526.
Quizás estos sean argumentos suficientes para zanjar el debate.
Una racha poco común
¿Cuarenta y cinco partidos seguidos bateando jits? La racha es menos común de lo que imaginamos. Muchos especialistas han insistido en calificar de proeza histórica el nuevo récord de César Prieto. Como ya comentábamos, un gran grupo de fanáticos no concuerda con esta postura, pero en realidad hay argumentos que sustentan la tesis de los analistas.
Al margen de los números del intermedista cienfueguero, los cuales ya hemos visto que son impresionantes, deberíamos pensar en otro detalle: ¿qué tan común es que un pelotero logré una racha tan larga de partidos con al menos un inatrapable en cualquier béisbol?
La respuesta podemos encontrarla con una revisión histórica en las ligas de Estados Unidos y Japón, las dos mejores del mundo y las que tienen mayores registros estadísticos. Si hablamos de MLB, el subconsciente nos traslada de inmediato al récord de Joe DiMaggio en 1941. ¡The Streak!
“The Yankee Clipper” eslabonó una cadena de 56 partidos bateando de jit, cifra a la que nadie ha podido acercarse. Para tener una idea, ningún otro jugador en las Mayores ni siquiera ha alcanzado la barrera de los 50 duelos consecutivos con al menos un imparable, y solo cinco han pasado de 40. El último que logró superar esa marca fue Pete Rose (44) en 1978, hace ya 42 años.
Si bajamos un poco más el listón, 11 jugadores han logrado rachas de al menos 30 partidos seguidos con jits en este siglo, y tan solo cuatro de ellos lo consiguieron en la presente década. Whit Merrifield (31) fue el último en lograrlo en 2018.
En Japón no hay muchas diferencias. Según Baseball Reference, el récord de juegos consecutivos con jit está en poder de Yoshihiko Takahashi (33) desde 1979, cuando superó los 32 de Atsushi Nagaike en 1971. Fuera de eso, hay reportes de otros cinco peloteros con seguidillas de 30 duelos con al menos un imparable, y solo dos de ellos lo han logrado en los años 2000: Matt Murton (30-2011) y Shogo Akiyama (31-2015).
La historia cambia cuando ampliamos el espectro hasta las Ligas Menores en Estados Unidos. Ahí encontramos dos marcas de más de 60 partidos consecutivos con jit, curiosamente una de ellas en poder Joe DiMaggio. Si sumamos su espectacular reinado en MLB, “The Yankee Clipper” tiene dos de las tres más largas cadenas de este tipo ¡IM-PRE-SIO-NAN-TE!
Pero el récord absoluto en el béisbol profesional de Estados Unidos lo tiene Joe Wilhoit, quien consiguió ¡69! partidos consecutivos con al menos un cohete en 1919, vistiendo la franela de Wichita en la Western League. El bateador zurdo no tuvo una carrera significativa y su paso por Grandes Ligas fue efímero, pues solo permaneció durante tres años (1916-1919).
DiMaggio eslabonó una cadena de 61 choques con imparables en 1933, cuando jugaba con San Francisco Seals en la Pacific Coast League. Tenía solo 18 años, pero bateó .340 esa temporada, en la que su hermano Vince promedió .333, defendiendo también los colores de los Seals.
De acuerdo a Baseball Reference, en las Menores se han dado 44 rachas de 30 o más partidos con al menos un jit, pero solo 14 de ellas han sido en el presente siglo. En cuanto a las que han superado la barrera de los 40 duelos seguidos con cohetes, apenas hay 17 registros y solo tres de ellos se han producido en los años 2000.
Salta a la vista que, incluso en niveles inferiores, cada vez cuesta más y más conseguir cadenas de este tipo, algo lógico si tenemos en cuenta que en el béisbol moderno hay mayor velocidad y más profundidad en el repertorio de los lanzadores, sin obviar el impacto de las formaciones defensivas especiales –los llamados shifts–, que complican cada vez más la faena de los bateadores.
En Cuba no está tan extendida la práctica de los shifts, pero algunos equipos lo utilizan en base a las muestras estudiadas de cada jugador. En cuanto al pitcheo, no hay muchos serpentineros de gran velocidad, tampoco resaltan muchos con un repertorio endiablado, y un grupo importante tiene lagunas en el control y el comando.
Estos dos últimos detalles, si bien inciden en el alza ofensiva del campeonato, no necesariamente representan una ventaja para los bateadores que buscan hacer contacto. Contra tiradores “regados”, sin un dominio real de la zona, se vuelve un dolor de cabeza
Otro factor crucial en estas rachas es la suerte. Más allá del talento del pelotero, más allá de todas las habilidades y herramientas que tenga para pegarle a la bola, se necesita suerte. ¿Cuántas veces hemos visto a un hombre lograr conexiones tremendamente fuertes que han salido siempre directo al guante de un defensor? Seguramente son muchos los ejemplos que les vienen a la mente, como también otros que solo necesitaron un roletazo lento o un fly extraviado para activar el casillero de los jits.
Por ello tiene tanto valor la marca de César Prieto. Al margen de que la haya logrado en un béisbol de enormes carencias competitivas, no se le puede restar ni un ápice de mérito. Quizás, la prueba más fiel de la grandeza del récord será el tiempo que, con casi total seguridad, debamos esperar para ver a alguien romperlo o, al menos, acercarse.
dos cosas: (1) Sin duda este pelotero es un super talento. (2) Si estimulamos y queremos que nuestros jugadores salten al profesionalismo, entonces no nos quejemos de la mediocridad de la serie nacional. Nada en contra de que sean profesionales, el problema esta en ser consecuentes: si hay fuga de talentos, lo mas logico es esperar que la calidad caiga. No se puede querer una cosa y la contraria al mismo tiempo.