A la memoria de Reinaldo Costa, fallecido el 31 de agosto del 2021 a causa de la COVID-19.
Pese a las carencias, los padres de la familia Costa Acosta supieron guiar por el camino de la honestidad y la bondad a nueve hijos, de los cuales la mayoría tomó el sendero del deporte. Reinaldo, el quinto de los hermanos, no tuvo claro desde un principio a qué disciplina aferrarse porque le llenaban los ojos el boxeo, el baloncesto, el voleibol, el atletismo y hasta el judo, pero fue finalmente el béisbol lo que lo atrapó.
Con 10 u 11 años, se enamoró del deporte de las bolas y los strikes, quizás por una cuestión genética –su abuelo, su padre y sus hermanos mayores dedicaron su vida a la pelota–, aunque Reinaldo estaba convencido de que había nacido para brillar en los diamantes, los cuales, de hecho, se convirtieron en su santuario.
En el terreno, aquel joven espigado probó casi todas las posiciones, desde los jardines, la antesala hasta el campo corto. No obstante, Santos Iglesias, uno de los más reconocidos promotores de béisbol en la zona norte vueltabajera, le sugirió que lo más adecuado para él era subirse a la lomita a lanzar.
“Yo no fui lo que se dice propiamente un atleta de pirámide, es decir, no estuve en la EIDE (Escuela de Iniciación Deportiva Escolar), ni ESPA (Escuela de Perfeccionamiento Atlético). Yo estudiaba en La Habana y esto hizo que no transitara por dichas escuelas. Jugué en las categorías 11-12 años y en los juveniles, no así el 13-14 por coincidir la celebración de aquellos campeonatos con los exámenes finales de mi carrera”, nos contó Costa.
En 1975, poco después de culminar sus estudios en la capital del país, uno de sus hermanos lo presentó, nada más y nada menos, que al avezado entrenador de pitcheo José Manuel Cortina, mentor entonces del elenco juvenil. En solo 24 horas, el equipo que dirigía salía para participar en el Campeonato Nacional de la categoría.
“Cortina le dice a mi hermano que me iba a realizar las pruebas. Me pidió que calentara bien. No tiré yo creo siquiera cinco lanzamientos cuando me dijo: `ya para, que tú te vas conmigo mañana´.
“Así fue como llegué, incluso, a formar parte de la preselección nacional juvenil ese año y también el siguiente, aunque finalmente no pude hacer equipo. En mi último curso de la categoría es que llego a las Series Nacionales con Forestales, en 1977”, relató en exclusiva para OnCuba.
Tiempo atrás, con pensamiento siempre optimista y de triunfador, Costa no cesaba de repetirse que cuando llegara a los equipos de Series Nacionales, entonces la provincia iba a comenzar la cosecha de títulos… y así fue. Estando con los Forestales, Vegueros logró su primer campeonato en la temporada 1977-78, la cual marca el inicio de una época gloriosa para Pinar del Río.
En medio de aquella espiral de triunfos y la consolidación de estrellas en tierras vueltabajeras, Costa se enfocó en aprender de todos los que lo rodeaban, particularmente de Julio Romero y Jesús Guerra, sus patrones a seguir. Reinaldo se empeñaba en imitar todo lo que ellos hacían encima de un montículo. Sus compañeros de equipo le decían que Guerra estaba loco y él preguntaba: “¿Qué tiene ese loco que yo no puedo hacer?”
“Observando y aprendiendo logré perfeccionar la recta por el lado del brazo, y la slider tres cuartos, también lateral, los pitcheos que más utilizaba. Esas fueron mis armas, además de la sinker, que se me daba muy bien. Hay algo curioso que ocurre desde hace tiempo y es la definición del término rompimiento por parte de los narradores y comentaristas deportivos.
“Como en realidad muchos desconocen el tipo de lanzamiento que, fuera de la recta, tiramos los pitchers en el juego, fue mucho más cómodo para ellos acogerse a dicha definición y así no caer en el error de nombrar uno cuando en realidad es otro el envío realizado”, dijo Costa, siempre analítico.
Y más allá de sus compañeros, Reinaldo fue también muy receptivo ante los consejos de los cuatro hombres que lo dirigieron en su brillante carrera. Entre ellos, no marca diferencias, pues tuvo en todos el sostén necesario para su desarrollo. El término confianza lo encontró siempre en Cortina, José Miguel Pineda y Jorge Fuentes, sin obviar a Juan Charles Díaz, su mentor en Forestales, quien, pese a lo agresivo y desesperado que se veía en muchas ocasiones, siempre mostró sabiduría en el momento exacto de tomar una decisión.
¿Alguna anécdota con ellos?
“No acabaría nunca, pero te pongo un ejemplo: Para mí Pineda era algo así como una especie de previsor, se adelantaba a lo que posteriormente podía suceder. Imagínate que en mi primera Serie Selectiva me dice: `niño prepárate que tú vas a lanzar aquí´. Mi primera salida fue frente a Las Villas con bases llenas y cometí un balk.
“Fue el movimiento o la acción que decidió el juego de pelota. Me puso la mano en el hombro y me dijo: `no pasó nada; prepárate que mañana vas otra vez´. Gracias a él me fui haciendo cada vez mejor pitcher. Me satisface mucho no haber defraudado la total confianza que puso en mí.”
Pero la vida deportiva de Reinaldo Costa no fue un camino de rosas. De hecho, su carrera se vio interrumpida entre 1978 y 1981, lapso en el que estuvo cumpliendo con el Servicio Militar. Según sus propias palabras, aquella etapa le sirvió para su posterior despegue como uno de los mejores lanzadores de Cuba.
Tan pronto como en 1981, llegó a la preselección nacional y tuvo la oportunidad de curtirse al lado de las grandes estrellas del pitcheo antillano. Eso le dio un plus de calidad, el ayudó a crecer para dar un golpe definitivo en la campaña 1983-84, durante la cual ganó 14 juegos en la Serie Nacional y 12 en la Selectiva, convirtiéndolo sin miramientos en el primer pitcher del equipo Cuba.
Ese cartel lo confirmó en el Mundial de La Habana, donde ganó la triple corona y el título del orbe, dos galardones que guardó siempre como la cumbre de su periplo con la camiseta de las cuatro letras.
A nivel doméstico, ganó tres títulos de Serie Nacional entre 1984 y 1988, con el único lunar de la temporada de 1986, la del mítico jonrón de Agustín Marquetti contra Rogelio García. Como es lógico, el principal recuerdo de aquel partido decisivo fue el batazo del inicialista azul, pero Costa fue uno de los protagonistas del duelo como abridor de los Vegueros.
¿Cómo recuerdas el partido final del 19 de enero de 1986?
“De aquel memorable juego puedo decirte que ya yo era, pese a que aún estaba Rogelio García y otros lanzadores de reconocida calidad, el primer pitcher del equipo. Mi desarrollo y mis resultados me dieron la posibilidad de abrir ese duelo frente a Lázaro de la Torre. Creo en lo personal que Jorge (Fuentes) se apuró un poco en sustituirme, yo había lanzado cuatro entradas, pero también reconozco que la calidad que tenía nuestro cuerpo de serpentineros era exquisita y cualquiera de nosotros podía realizar el trabajo.
“Me sustituyó Carlos Pérez con muy buena actuación. Íbamos ganando hasta que Rogelio García González cometió un error en el jardín derecho, los Industriales empataron y después tomaron el mando. Giraldo Iglesias volvió a empatar en el noveno con aquella conexión al derecho y lo demás, ya sabes, Marquetti definió con jonrón frente a Rogelio aprovechándole un tenedor que se quedó en la zona. No hay palabras para describir las emociones vividas, pero caímos frente a un gran rival. No a Rogelio, Marquetti le daba jonrón a cualquiera.”
¿Cuándo y por qué el retiro?
“La decisión la tomé tres años más tarde. A pesar de mis lesiones, en el 88, yo terminé siendo nuevamente, el mejor pitcher del país y de manera increíble, al año siguiente, me encuentro con que soy el lanzador 14 o 15 en la discusión para integrar la nómina del equipo pinareño a la Serie Nacional. Quería decir eso que ya no estaba en los planes y es cuando comienzo a pensar seriamente en el retiro.
“Ya después de terminar mi carrera activa, me dediqué a preparar y entrenar a los equipos de la provincia, antes del triunfo de Urquiola en la Serie 50. A pesar de que no estaba nunca dentro del cuerpo de entrenadores del equipo, me siento satisfecho porque muchos de esos muchachos que ganaron campeonatos y llegaron al equipo nacional, pasaron por mis manos. Siento que contribuí a la óptima preparación de dichos elencos.”
Reinaldo Costa brindó sus experiencias durante dos años con el equipo de la Isla de la Juventud. En uno de ellos, los Piratas llegaron a discutir el título de la Serie Nacional. Se desempeñó, además, como entrenador de Cienfuegos, aunque su salida de los Elefantes no fue en los mejores términos.
“Llegué a Cienfuegos porque Alain Álvarez, el director del equipo, contacta conmigo a partir de que le hablan de mis resultados anteriores, sobre todo en la Isla. Yo estaba previsto entonces trabajar dentro del equipo de la Liga de Desarrollo en Pinar y él me insiste: `piénsalo bien, vas a estar como primer entrenador del conjunto´. Lo pensé bien, lo consulté con la familia. Todos estuvieron de acuerdo y me fui a Cienfuegos. El propósito era mejorar el lugar 15 obtenido en la anterior campaña y yo le dije a Alain que se podía lograr”, relató Costa.
¿Qué propició tu salida abrupta de los Elefantes?
“Mira, con el azote de la pandemia, vino todo un proceso engorroso de cuarentena, que me mantuvo alejado del cuerpo de dirección unas cuantas semanas. El último PCR que se me realizó dio negativo pero el hotel donde se hospedaba el equipo estaba ocupado y no había otro lugar donde estar.
“Comenzó entonces la inconformidad mía, la incertidumbre de qué iba a pasar hasta que dije: `si no tienen donde tenerme pues envíenme de nuevo a Pinar´. Pero aquello pasó y en el momento de llegar a Sancti Spíritus, que fue la sede designada para jugar nosotros los play off de la Serie 60, nos realizan otro PCR y da como resultado que soy positivo a la COVID-19. Inmediatamente me aíslan, me llevan al Hospital, hasta que me repiten la prueba al cuarto día y doy negativo. Yo no entendía nada, de verdad.
“Lo cierto es que poco tiempo después me vi fuera del cuerpo de dirección, pero me enteré por rumores, por las redes sociales y no fue correcto. Si ellos entendían que ya su compromiso conmigo estaba cumplido y por diversas razones no querían que yo siguiera, lo más correcto era que me lo dijeran de frente, de manera oficial. Creo, en lo personal, que más que mejorar el lugar 15, en sus mentes estaba discutir el campeonato, aunque se sabía que ese cuerpo de pitcheo no daba para tanto. Ojalá que los nuevos entrenadores puedan lograr el resultado que yo no pude”.
Con toda la experiencia acumulada por sus tiempos de jugador y de entrenador, Costa no cree correcto comparar el béisbol jugado en sus años con el actual. “Antes la entrega, el amor y la identidad por la camiseta eran muy diferentes a esta época. Se sentía, se vivía con creces la rivalidad. Industriales, por ejemplo, no concebía llegar a la capital con dos juegos perdidos ante nosotros y hablando ahorita de Lázaro de la Torre, recuerda aquel año que se encaramaba hasta cuatro veces seguidas en la lomita para lanzarnos y ganarnos. Era muy poco frecuente ver a un pelotero o a un lanzador lesionado y sin embargo hoy es cuando más se regulan los lanzamientos y es cuando más lesiones existen.
“Y lo otro, se habla mucho del Cuba unificado para elevar el nivel y demás. Mira, para elevar el nivel de la pelota cubana hace falta otra Liga. Después de la Serie Nacional, un campeonato superior en calidad como las Selectivas, con seis, con ocho equipos. Lo más lógico es que si hablamos de defender el territorio, la camiseta, tú lo hagas con lo que tienes. Y la base es algo primordial en ello. Las provincias deben tener su academia porque si no, ¿cómo desarrollas? Hay que defender el trabajo desde la base.
“Granma acaba de ganar el campeonato (a inicios del 2021) con sus peloteros, no con refuerzos. Están queriendo los directivos ofrecer un mejor espectáculo, no desarrollar el trabajo de los territorios. Los refuerzos sí son muy buenos porque te mejora el final de la Serie, pero imagínate a Industriales sin clasificar, como ha pasado”, analizó Costa.
¿Qué insatisfacciones guarda dentro de sí Reinaldo Costa?
“Vas a ser el único que escuche de mis labios esta confesión. En cuanto a las estimulaciones he sido muchas veces engañado. Desde 1999 yo vengo solicitando un auto, ya que un grupo de peloteros retirados han sido congratulados en ese aspecto. Y digo que he sido engañado porque durante todo este tiempo me han dejado entrever que he estado en los planes de recibirlo y en realidad ha sido un engaño. Todos los años me dicen lo mismo: `haz tu solicitud, tu carta´, y nada.
“Me tocó desafortunadamente la etapa en que las cartas que se otorgaban para adquirir vehículos fueron suspendidas y me quedó entonces la esperanza de que por ser gloria deportiva y por los resultados de mi carrera, llegara la oportunidad.
“Ya tengo 62 años y si te digo esto es porque a todo el mundo le gusta recibir un estímulo. No critico el método de trabajo de nadie para otorgarlos, pero no es correcto que a muchos que lo recibieron, le hayan renovado el suyo, mientras otros esperan por su primera oportunidad. De los lanzadores y peloteros de mi tiempo en la provincia yo he sido el único olvidado. No obstante, sigo confiando en que alguien recordará que existe Reinaldo Costa, pero coño, que no me llegue tan viejito para poder disfrutarlo con mi familia.”
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Precisamente, la familia es la mayor fortuna de Reinaldo Costa, la que nadie le pudo nunca quitar. Vivió siempre orgulloso ser un hombre de bien y cumplir así el sueño de sus padres. A ellos, me dijo, no le alcanzaría la vida para agradecerles por la educación que le brindaron. Desgraciadamente, no pudo regalarles un título olímpico, pero se sintió muy complacido de que sus progenitores pudieran disfrutar de otro campeón mundial en la familia.
“Otra de mis alegrías es haber disfrutado el hecho de que mi hija Maridelsys fue, en su momento, miembro del equipo nacional de voleibol, deporte en el que trascendió Marlenis, mi sobrina, una de las Morenas del Caribe. El peso conspiró quizá a que mi hija no estuviera mucho más tiempo, pero pienso que fue un factor que se pudo haber trabajado con ella, no que fuera un descarte porque ella tenía las condiciones y las habilidades.
“Alfonso Urquiola empezó en el baloncesto pese a su tamaño e terminó siendo una estrella en su posición dentro del béisbol. ¿Qué estatura tiene Lionel Messi? Y sin embargo ya ves qué clase de atleta. Ah, claro, en el voleibol todo el mundo quiere a aquel que sea delgado, que mida más de dos metros, etc, pero dónde hay que trabajar es con los atleta que tengan el potencial requerido pese a sus características físicas”, aseguró Reinaldo Costa.
¿Cómo le gustaría ser recordado?
“Me gustaría ser recordado como un buen padre, amigo, hermano, hijo y esposo. Qué cuando pase por un lugar determinado la gente que me reconoce ya sea por haber sido un buen atleta o por mi calidad de ser humano, pueda decir con orgullo: ahí va Reinaldo Costa, porque yo sigo trabajando para el béisbol, sigo aportando al béisbol y donde quiera que esté me voy a morir por el béisbol.”