En el 2021, uno mira la alineación de los Toronto Blue Jays y puede hacer perfectamente un viaje en el tiempo. Biggio, Bichette, Gurriel y Guerrero son los apellidos ilustres que ahora coinciden en la franquicia canadiense y que nos transportan 30 años atrás, hasta otra época, otro béisbol.
Craig Biggio y Vladimir Guerrero, miembros del Salón de la Fama de Cooperstown, hicieron historia entre Houston, Montreal y Los Ángeles. Dante Bichette tuvo una etapa fascinante en Colorado, y Lourdes Gurriel es uno de los mitos vivientes del béisbol cubano que dominó el contexto amateur en los años 80 y 90.
Estas cuatro leyendas transitaron por caminos separados y quizás nunca imaginaron que el destino les tenía reservado una historia en común gracias a sus hijos y a los Blue Jays, novena que juntó a los herederos de familias ilustres y, solo por ese hecho, se ha convertido en las más divertidas de observar en todas las Grandes Ligas.
De todos ellos, Guerrero Jr. es el que más titulares se ha robado en lo que va del 2021, con una monstruosa producción que confirma su explosión definitiva. El inicialista, nacido en Montreal, luego de los primeros 66 juegos de la temporada presume los liderazgos de la Liga Americana en jonrones (22), impulsadas (56), jits (81), promedio de embasado (.447), slugging (.682), On-base Plus Slugging-OPS (1.129) y bases recorridas (161), además de acumular 50 carreras anotadas, 41 boletos y average ofensivo de .343.
Estos son números de Most Valuable Player (MVP), y si tienen dudas les invito a que observen lo que había hecho el padre de Guerrero Jr. en la temporada del 2004, cuando ganó su único premio de Jugador Más Valioso en las Mayores:
– Línea ofensiva (AVE/OBP/SLU/OPS): .343/.389/.597/.986
– Jonrones: 16
– Impulsadas: 59
– Anotadas: 56
– Jits: 92
– Boletos: 20
– Ponches: 33
No se frote los ojos. El “Junior” lleva un ritmo endemoniado, muy por encima del nivel de la liga, y ya son pocos los que ponen en tela de juicio sus opciones de emular la carrera de su padre, una de las más notables entre los miles de peloteros latinos que han desfilado por MLB.
De hecho, Guerrero Jr. tiene números bastante parecidos a los de su progenitor, tomando como referencia los primeros 249 partidos de sus respectivas carreras:
Vladimir Guerrero Jr.
– Línea ofensiva: .288/.366/.504
– 102 extrabases/46 jonrones/158 impulsadas/136 anotadas
Vladimir Guerrero Sr.
– Línea ofensiva: .313/.359/.553
– 116 extrabases/50 jonrones/146 impulsadas/151 anotadas
Saque sus cuentas…
Los Juniors ya están aquí
En la historia del béisbol profesional de Estados Unidos, se han dado 249 casos de padres e hijos que han llegado a la Gran Carpa, pero el fenómeno nunca se había visibilizado tanto como ahora.
Obviamente, la dupla de los Guerrero acapara las miradas, pero otros hijos de peloteros también brillan con luz propia y mantienen abierto el debate sobre qué familia acumula más méritos. Por ejemplo, si alguien está añadiendo pimienta a esta “batalla” es el venezolano Ronald Acuña Jr., cuarto jugador de la historia que más jonrones ha conseguido en sus primeros 375 partidos de MLB.
Acuña Jr. viene de una familia con enorme tradición beisbolera. Cuatro de sus primos, y un tío, también han jugado en Grandes Ligas, mientras su padre y su abuelo materno pasaron tiempo en las Menores, aunque nunca pudieron ascender al máximo escalón de la pelota profesional en Estados Unidos.
Guerrero y Acuña tienen su particular disputa, pero sería imposible hablar de una “pelea” entre los Juniors sin mencionar a Fernando Tatis Jr., el “crack ” del grupo de padres beisboleros, que ha devuelto la ilusión a la ciudad de San Diego, que no ha disfrutado nunca un título de Serie Mundial.
Tatis Jr. tiene una personalidad magnética y es un atleta en toda la regla, un tipo con la capacidad y las habilidades para desafiar la lógica del juego. Si crees que nadie puede correr más que la pelota, ahí sale el dominicano y anota con un elevado de sacrificio detrás del infield. Si crees que un chico de 22 años no tiene el temple para definir partidos, ahí sale Fernando con sus grand slams y…
En tres temporadas y 195 partidos en las Mayores, “El Niño” supera por amplísimo margen lo conseguido por Tatis Sr. en el mismo período de tiempo al inicio de su carrera entre 1997 y 1998:
Fernando Tatis Jr.
– Línea ofensiva: .295/.368/.603
– 103 extrabases/60 jonrones/146 impulsadas/158 anotadas
Fernando Tatis Sr.
– Línea ofensiva: .268/.317/.404
– 57 extrabases/17 jonrones/79 impulsadas/89 anotadas
Aquí tenemos un claro ejemplo de alumno que ha superado al maestro; lo mismo que sucede con Cody Bellinger, Bo Bichette o Cavan Biggio, por solo citar a tres de los hijos que llevan un ritmo de producción superior al de sus padres en períodos de juego similares.
Bo Bichette (primeros 140 partidos)
– Línea ofensiva .296/.340/.525
– 73 extrabases/30 jonrones/86 impulsadas/107 anotadas
Dante Bichette
– Línea ofensiva: .232/.258/.371
– 35 extrabases/13 jonrones/61 impulsadas/40 anotadas
Cavan Biggio (primeros 204 partidos)
– Línea ofensiva: .238/.362/.425
– 71 extrabases/30 jonrones/90 impulsadas/125 anotadas
Craig Biggio
– Línea ofensiva: .250/.324/.383
– 49 extrabases/17 jonrones/70 impulsadas/86 anotadas
Cody Bellinger (primeros 183 partidos)
– Línea ofensiva: .258/.339/.539
– 89 extrabases/46 jonrones/120 impulsadas/116 anotadas
Clay Bellinger
– Línea ofensiva: .193/.257/.363
– 26 extrabases/13 jonrones/35 impulsadas/57anotadas
Padres e hijos en el béisbol: la historia cubana
En caso de que lo asalte la curiosidad, sepa que Cuba también ha tenido combinaciones de padre e hijo en Grandes Ligas, aunque todas están algo distantes en el tiempo. La primera dupla la formaron Ángel Aragón (jugó en MLB de 1914 a 1917) y Jack Aragón (1941), y después llegó la de René Monteagudo (1938-1945) y Aurelio Monteagudo (1963-1970).
Como denominador común de estas parejas, está la naturalidad de ambos (cubana), pero tenemos otros casos de jugadores que nacieron en la Isla y sus primogénitos lo hicieron en otro país. Tales son los casos de Tany Pérez (Ciego de Ávila, 1942) y Eduardo Pérez (Cincinnati, 1969); Diego Seguí (Holguín, 1937) y David Seguí (Kansas, 1966); y, por último, José Tartabull (Cienfuegos, 1938) y Danny Tartabull (Puerto Rico, 1962).
Y como en el diamante no hay historias iguales, en ninguno de estos ejemplos cubanos los hijos lograron mejores resultados que sus padres, rompiendo con la tendencia moderna de Tatis, Guerrero, Acuña, Bellinger y compañía.
De cualquier manera, sí es válido ver el béisbol como un deporte de mucha tradición familiar. En este sentido, Cuba es una referencia, porque muchos hijos de jugadores de la Serie Nacional ahora hacen historia en Grandes Ligas.
Uno de los casos más solapados es el de José Adolis García, una de las estrellas emergentes de Cuba en la presente temporada de las Mayores. El avileño busca a toda costa superar los números de su hermano Adonis —que también llegó a Grandes Ligas hace unos años— y por el momento cumple, porque se ha robado los focos con los Texas Rangers y es líder entre todos los novatos de MLB en jonrones e impulsadas.
La cuestión es que José García, el padre de Adolis, jugó en Series Nacionales, al igual que su tío Víctor Arrieta. Como dato curioso, que nos regala el estadístico Benigno Daquinta, cada uno de estos cuatro peloteros, miembros de una misma familia, logró robarse el home en algún punto de sus carreras; hecho bastante poco común.
Hay otros ejemplos de peloteros que jugaron en Series Nacionales y vieron partir a sus chicos en busca del sueño de MLB. Han logrado materializar ese objetivo Guillermo Heredia (hijo de Guillermo Heredia Sr.), Odrisamer Despaigne (Francisco Despaigne) o José Israel Barreras (Luis García “El Fino”).
Por debajo vienen tocando la puerta Miguel Antonio Vargas, Norge Carlos Vera, Víctor Mesa Jr., Víctor Víctor Mesa, Ernesto Martínez Jr. o Patrick Meriño, hijos de Lázaro Vargas, Norge Luis Vera, Víctor Mesa, Ernesto Martínez y Rolando Meriño, respectivamente.
Y, por supuesto, si hablamos de familias beisboleras con éxitos en las dos orillas no podemos olvidar a los Gurriel. Ya habíamos mencionado a “Yunito” Gurriel como uno de los Juniors de Toronto; pero no podemos obviar que su hermano Yulieski Gurriel hace carrera en Houston, para placer de Lourdes, recordado siempre por su oportunidad en momentos cruciales de la pelota cubana.
Los Gurriel forman una familia ilustre en el universo cubano de las bolas y los strikes, por Lourdes (padre), por Yulieski, por “Yunito”, por Yunieski (el mayor de los hijos de Lourdes), por Luis Enrique Gurriel (hermano de Lourdes) y por José Raúl Delgado (tío de Lourdes), todos con muy buenos dividendos en el contexto nacional.
Por cierto, Lourdes Gurriel es uno de los pocos que, además de ver a sus hijos dando continuidad al legado familiar, ha tenido la oportunidad de dirigirlos. En el 2002, durante la 41 Serie Nacional de Béisbol, el reconocido “Héroe de Parma” asumió las riendas de los Gallos espirituanos y tuvo a Yulieski y a Yunieski en su novena, que alcanzó el subcampeonato.
No obstante, como ya decíamos, no son muchos los que han jugado béisbol y después han logrado dirigir a sus hijos en los clásicos cubanos de las bolas y los strikes. El primero que lo consiguió fue Eulogio Vilanova, quien tuvo a su primogénito Michel Vilanova en el roster de Metropolitanos de la Serie 39 (y de la 41). Después de ese caso, vinieron otros 13:
– Series 40 y 41: Pedro José “Cheíto” Rodríguez (manager-Cienfuegos)-Pedro José Rodríguez Jr.
– Series 41-42-43-44-45-46-49: Lourdes Gurriel (manager-Sancti Spíritus)-Yunieski y Yulieski Gurriel. En la Serie 50 se sumó Lourdes Jr. a Sancti Spíritus y Lourdes dirigió a sus tres hijos.
– Series 45 y 46: Marcos Fonseca (manager-Granma)- Marcos Fonseca (Granma)
– Series 46-47-48-49: Ermidelio Urrutia (manager-Las Tunas)-Henry Urrutia. En las Series 54-55 y 56, Ermidelio tuvo la oportunidad de dirigir a su otro hijo Jorge Félix Urrutia.
– Serie 48: Luis Giraldo Casanova (manager Pinar del Río)-Erlis Casanova
– Series 50-57-58-59-60: Pablo civil (manager Las Tunas)-Alberto Pablo Civil
– Serie 50: Luis Ulacia (manager Camagüey)-Luis Ulacia Jr.
– Series 52-53-54-55-56 y 57: Víctor Mesa (manager)-Víctor Víctor Mesa
– Series 53 y 54: Alfonso Urquiola (manager)-Bárbaro Urquiola
– Serie 54: Lázaro Vargas (manager)-Miguel Antonio Vargas
– Series 55-56-57-58 y 59: Noelvis González (manager de Holguín)-Noel González
– Series 56-57 y 58: Orlando González (manager de Camagüey)-Orlandy González
– Serie 57: Orestes Kindelán (manager Santiago de Cuba)-Lionard Kindelán.
Para reafirmar la teoría de que el béisbol es un deporte de mucha tradición familiar, en Cuba tenemos también a Rafael Acebey y Orlando Acebey, la única combinación que ha concretado que padre e hijo jugaran juntos en la Serie Nacional (lo hicieron por primera vez el 23 de noviembre del 2003 con la camiseta de Villa Clara). Podríamos mencionar también a Aniceto Montes de Oca y Eliécer Montes de Oca, la única dupla de padre e hijo que ganó tres veces el clásico doméstico.
Y si queremos ir un poco más allá, nos encontramos con seis maravillosos casos de tres generaciones en el diamante de las Series Nacionales. Estos son los exclusivos ejemplos de abuelos-padres-hijos que jugaron en los clásicos cubanos de las bolas y los strikes:
– Cecilio Soto (abuelo/Industriales)-Roberto Soto (padre/Isla de la Juventud)-Israel Soto (hijo /Isla de la Juventud). Todos fueron pitchers.
– Erol Correa (abuelo/equipos orientales)-Iván Correa (padre/Metropolitanos-Industriales)-Lisbán Correa (hijo/Industriales)
– Raúl González Gómez (abuelo)-Raúl González Mora (padre/Ciego de Ávila)- Raúl González Isidoria (hijo-Ciego de Ávila)
– Julio Portilla (abuelo/jugó la primera Serie Nacional)-Julio Portilla Torres (padre-lanzó solo un inning en la Serie 25)-Freddy Portilla (hijo/receptor de equipos holguineros)
– Fidel Linares (abuelo/equipos occidentales y pinareños)-Juan Carlos Linares (padre/equipos pinareños)-José Carlos Linares (hijo/jugó solo un año con Pinar del Río)
– Juan Rogelio Linares (abuelo/Matanzas)-Doelsis Linares (padre/Industriales)-Randy Linares (hijo/Industriales, todavía activo)
Sin dudas, los cubanos llevamos el béisbol en la sangre. Los sentimientos que provoca el deporte de las bolas y los strikes son naturales en la Isla, pero no hay que conformarse. En medio del panorama de incertidumbre y dudas por el estado actual y los resultados de la pelota en el país, deberíamos agarrarnos fuerte a la tradición e intentar que los más jóvenes sigan mirando con pasión y se inspiren en la labor de las generaciones anteriores.