En agosto de 2016, Tatsuyoshi Tsutsumi decidió no confiar más en el talento de José Adolis García. “En términos generales, luego de ver su rendimiento hasta ahora y analizar sus posibilidades de desarrollo para el futuro, simplemente llegamos a la conclusión de que son muy pocas. No vemos potencial en él”, dijo el gerente general de los Yomiuri Giants en Japón, donde el avileño había sido contratado solo cuatro meses antes.
Tras aquella declaración, Adolis no regresó a Cuba. Durante su viaje de retorno a la isla, se quedó en una escala en París y cambió el rumbo: fue a encontrarse con Adonis, su hermano, quien había emigrado y hacía carrera profesional en el Caribe desde el año 2011. Seis meses después de ser despedido en Japón, Adolis era firmado por los St. Louis Cardinals en Estados Unidos.
“En términos de habilidades, lo describiría como un jugador de cinco herramientas. Desde un punto de vista defensivo, está por encima del promedio, desde un punto de vista ofensivo, creo que tiene algo de poder”, aseguró John Mozeliak, gerente general de los Cardinals.
Las declaraciones de Tsutsumi y Mozeliak eran contradictorias, sin embargo, los dos tenían argumentos para justificar lo que decían. El ejecutivo japonés no vio potencial en Adolis porque el antillano terminó con más ponches que jits en las sucursales de Yomiuri y mostró muchos problemas para entrar en circulación y ser un bateador estable. Mozeliak, por su parte, no necesitaba ver a Adolis rindiendo para apreciar su talento y su margen de crecimiento.
Lo más inesperado de esta historia es que Mozeliak y los Cardinals terminaron teniendo tan poca paciencia como Tsutsumi y Yomiuri. Luego de la segunda temporada de Adolis en las Menores y con tan solo una muestra de 17 comparecencias al plato en Grandes Ligas, St. Louis designó para asignación al cubano y posteriormente lo canjearon a los Rangers, donde buscaría otra oportunidad de mostrar su talento.
De inicio, las cosas tampoco le fueron bien en Texas. Perdió prácticamente todo 2020 (solo jugó tres partidos en una temporada recortada por la pandemia) y en 2021 lo dejaron libre, pero como nadie lo reclamó decidieron traerlo de vuelta para una prueba de fuego. Allí el antillano respondió y, desde entonces, no se ha cansado de hacerlo.
En toda la historia de José Adolis es evidente que, como denominador común, siempre han aparecido los juicios precipitados y la presión para que rinda al instante. Con el cubano han tenido de todo menos condescendencia y paciencia, situación que lo ha obligado a esforzarse el triple para cumplir su sueño de ser una estrella en el mejor béisbol del mundo.
Adolis es uno de los pocos peloteros cubanos en Grandes Ligas que tuve la oportunidad de conocer personalmente en la isla. Estuvimos frente a frente en un sinfín de ocasiones, conversamos y siempre me transmitió esa sensación de ser una persona con una ilimitada confianza en sus posibilidades, en sus habilidades, en su talento. Quizás eso sea lo que más le ha ayudado a emerger hasta convertirse en un bateador respetado en todo el circuito de MLB.
Entre 2021 y 2023, Adolis ha conectado 97 jonrones y ha remolcado 298 carreras con el uniforme de los Rangers, números que lo ubican en una élite muy exclusiva de Las Mayores. En las tres últimas campañas, los únicos que han pegado más de 95 cuadrangulares y han acumulado más de 295 empujadas en Grandes Ligas son Aaron Judge, Matt Olson, Pete Alonso, Austin Riley, Vladimir Guerrero Jr., Yordan Álvarez, Rafael Devers y… Adolis. De todos ellos, solo el avileño no ha cobrado ni siquiera un millón de dólares en una temporada completa.
En este lapso, Adolis no ha dejado de progresar: su tendencia a ser retirado por la vía del ponche ha disminuido año tras año, ha aprendido a ser más selectivo en el plato, ha realizado los ajustes apropiados con su swing para pegarle más fuerte a la bola y, por ende, su producción jonronera se ha disparado. Además, ha demostrado ser un hombre oportuno: es el cubano y el jugador de los Rangers que acumula más vuelacercas (43) con corredores en circulación desde 2021.
No obstante, el avileño es uno de esos peloteros que parece nadar siempre contra la corriente, al que le toca demostrar algo más que al resto. Su irrupción con los Rangers llegó justo en dos temporadas mediocres de la franquicia tejana, que perdió casi 200 choques entre 2021 y 2022. Su éxito individual no era suficiente para que el equipo diera un salto de calidad, hasta que finalmente cambiaron el chip en la presente campaña.
Una de sus principales movidas fue contratar a Bruce Bochy como mánager, un hombre que ya había llevado a los Padres y a los Giants hasta la Serie Mundial en el pasado. Además, profundizaron el bullpen, realizaron inversiones de calibre en el picheo abridor (Jacob deGrom, Nathan Eovaldi, Jordan Montgomery, Max Scherzer), obtuvieron una respuesta más consistente de las estrellas del equipo (Corey Seager y Marcus Semien) y explotaron al máximo a los novatos Josh Jung y Evan Carter.
Adolis ha sido el eje de esta revolución, con una temporada monstruosa en la que comandó casi todo el tiempo la Liga Americana en empujadas, aunque una lesión al final del curso le impidió luchar por el liderato. Además, logró sus mejores números en jonrones (39), extrabases (68), anotadas (108), slugging (.508), promedio de embasado (.328) y boletos (65).
Sin embargo, el valor de su producción estuvo a punto de esfumarse en el quinto partido de la Serie de Campeonato contra Houston. Ese día, frente a más de 40 mil fanáticos de los Rangers en el Globe Life Field, pegó un jonrón de tres carreras al mismísimo Justin Verlander para poner delante a su equipo. Lo celebró, tiró su bate y pisó la goma con toda la euforia que se espera de un hombre que acaba de sacar a flote a su novena en un duelo de post temporada que marcha empatado a dos victorias por bando.
En su siguiente turno, Adolis recibió un pelotazo de Bryan Abreu y consideró que había sido intencional. Enseguida le reclamó al receptor Martín Maldonado, con quien ya había tenido discrepancias en el pasado y que dio paso a una trifulca entre los dos equipos. Los ánimos se caldearon, Adolis, Abreu y el mánager de los Astros, Dusty Baker, fueron expulsados, mientras la espera se prolongó durante casi 15 minutos.
Con el cubano fuera del terreno y la sensación de desconcierto en el ambiente, Texas no pudo ampliar la ventaja y en el noveno José Altuve les dio una estocada mortal. Un jonrón de tres carreras obró la remontada. Toda esta situación ubicó los focos sobre Adolis, cuestionado por su reacción y culpado por desubicar a los Rangers tras la pelea. Sin embargo, todos en el equipo lo defendieron, lo protegieron. Se mantuvieron juntos y, pese a estar al borde del abismo, mostraron una fe indestructible, como una roca.
Después de todo aquello, Adolis se tomó cuatro ponches consecutivos en el sexto juego de la serie, abucheado por un Minute Maid Park que le rugió al oído despiadadamente. La inmensa mayoría de los mortales no se habría levantado de una situación como esta, pero el avileño sí respondió: en sus seis turnos siguientes pegó cinco imparables, tres jonrones y empujó nueve carreras. ¡Imperial!
Mi amigo Francys Romero escribía en sus redes sociales que nunca se debió molestar a Adolis, un tipo con una capacidad innata para resurgir ante la adversidad. Y tiene toda la razón. El avileño ha sabido sobreponerse a los golpes más insospechados y ha demostrado que no es solo un buen jugador; ha sacado a relucir en su máxima expresión a ese animal competitivo que siempre ha tenido dentro en un escenario como la post temporada.
“Creo que en este tipo de partidos, cuando hay muchas emociones, los aficionados se unen a su equipo, eso me da energía. Es la motivación la que me impulsa. Definitivamente, creo que la atmósfera y el tipo de juego, el escenario en el que nos encontramos, nos impulsa. Asimilo todo eso y me ayuda a rendir lo mejor que puedo”, dijo Adolis este lunes, solo unos minutos después de derrotar a los Astros, concretar el pase de los Rangers al Clásico de Otoño y levantar el trofeo de Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato.
Su puesta en escena en el séptimo juego del partido fue impresionante: cuatro imparables, cinco remolques, tres anotadas, dos jonrones y una base robada. No se había visto algo así en octubre, como tampoco que un jugador remolcara 15 carreras en una misma serie de playoffs. Lo que hizo Adolis contra los Astros fue simplemente en contra de la lógica.
El antillano, además, mantiene activa una cadena de seis partidos con al menos un remolque, la tercera mayor racha registrada en una misma post temporada, y lleva cuatro juegos seguidos pegando jonrón, algo que ningún cubano había conseguido en una misma serie de playoffs.
Hace solo unos días, justo cuando los Astros se pusieron delante 3-2 en la serie tras la espectacular remontada con el jonrón de Altuve, el cubano José Abreu dijo que al león no se cuquea, una clara referencia al poderío y señorío de Houston, el gran dominador de la Liga Americana en los últimos años. Sin embargo, la sentencia se volvió en su contra y el responsable no podía ser otro que Adolis García, uno de los peloteros cubanos que más ha tenido que demostrar para escalar a la cima.
Cada vez que la vida ha cuqueado a Adolis, su respuesta ha sido feroz, como el buen tigre avileño que es.