¿Por qué el sueño olímpico del béisbol cubano se transformó en pesadilla?

Si no cambian ciertas cosas, Cuba seguirá condenada a enterrar en las profundidades su enorme tradición beisbolera.

Cuba contó con actuaciones individuales destacadas, pero como colectivo no logró descollar. Foto: Tomada de USA Today Sports.

Cuba contó con actuaciones individuales destacadas, pero como colectivo no logró descollar. Foto: Tomada de USA Today Sports.

Seamos francos, un sector mayoritario de la fanaticada del béisbol cubano sabía que amanecería el miércoles 2 de junio sin sueño olímpico. No me malinterpreten, muchos de esos aficionados no querían que Cuba perdiera, pero estaban conscientes de que los pronósticos de los especialistas se inclinaban a una rápida eliminación en el Preolímpico de las Américas en Florida.

Por desgracia, esos vaticinios no han fallado en los últimos tiempos y, nuevamente, cobraron realidad este martes en la noche, cuando Canadá extendió su imponente racha de victorias frente a los equipos cubanos, que ya van para casi una década sin descifrar el enigma norteño. Esa derrota, sumada al descalabro del primer día ante Venezuela, eliminó cualquier posibilidad de clasificación de la escuadra antillana, una de las pocas que había participado en todas las ediciones oficiales del béisbol en Juegos Olímpicos.

Aunque resta un partido contra Colombia para cerrar el paso por la lid, ya se puede pasar la página e ir sacando conclusiones. En primer orden, no podemos obviar que Cuba se enfrentó a un escenario complejo en todo momento: pasó “las de Caín” para obtener las visas; nada más llegar César Prieto decidió abandonar el plantel y, luego, ya durante los juegos, un grupo de fanáticos buscaron visibilidad para sus mensajes políticos contra el gobierno cubano en un contexto deportivo.

Esto ha sucedido mil veces, incluso, manifestaciones de otras ocasiones han sido más agresivas. Ahora, en la Florida, si bien se mostraron carteles en la grada o se corearon frases en contra del gobierno cubano, la escalada no fue tan radical, al punto de que muchos de los que levantaban su pancarta de “Patria y Vida” después apoyaron al equipo.

Béisbol cubano: la crisis del visado al Preolímpico de Florida

Nadie en el Preolímpico, ni siquiera Estados Unidos, ha contado con tanto apoyo desde las gradas como Cuba, cuya eliminación traerá, indudablemente, el silencio a los estadios de West Palm Beach y Port St. Lucie.

Muchos han expresado que la selección caribeña jugó bajo presión, pero es un criterio que no comparto. Repito, la Florida fue un escenario incómodo, pero cualquier pelotero medianamente profesional, con experiencias en estadios llenos de aficionados hostiles, puede soportar sin muchos contratiempos tres coros y unos cuantos carteles.

Por cierto, los propios jugadores cubanos lo demostraron en Florida y dieron una lección de respeto y civismo, cuando una mujer se paseó por el terreno con una pancarta que decía “Free Cuba”, los miembros de la escuadra no agredieron a nadie ni perdieron la calma.

En el deporte no se puede hablar de presión a la ligera. Bajo presión jugaron Jackie Robinson y los jugadores negros de Grandes Ligas hace 80 años, amenazados de muerte y en medio de un panorama de racismo y discriminación; bajo presión corrió y saltó un jugador negro como Jesse Owens en la Berlín nazi de Hitler; bajo presión compitieron los cubanos del “Cerro Pelado”; bajo presión también compitieron los mismos peloteros cubanos en Dominicana en 1969.

Esto que ha sucedido en Florida puede parecer desagradable para algunos, pero hasta ahí, no incide en lo más mínimo en el desenlace del juego. Cuba no pierde por presión. Decir eso es una bonita manera de desviar la atención y de que problemas reales vuelvan a quedar debajo del tapete.

En el Preolímpico salieron a relucir las mismas deficiencias de los últimos años, desde los errores de la dirección en la concepción del equipo y la toma de decisiones, hasta los fallos de los peloteros a la hora de ejecutar acciones clave dentro de los partidos.

Por supuesto, tras el fracaso ya ha comenzado la cacería, la búsqueda de culpables. En la primera línea, de cara al pelotón de fusilamiento, está el cuerpo técnico íntegro. No se salva nadie: ni el coach de tercera por mandar al suicidio a un corredor para la goma, ni los entrenadores de pitcheo por la planificación de la rotación, ni el manager por cierta pasividad o por cambios que solo en su mente tenían sentido…

El agujero que abre César Prieto en la selección cubana de béisbol

Las críticas no son injustificadas. El alto mando antillano, comandado por Armando Ferrer, pifió varias veces en situaciones que aparentemente no llevaban una alta dosis de análisis, y eso ha puesto a muchísimos seguidores y especialistas con la presión a mil. Entre los ejemplos más caóticos de estas situaciones están:

También los jugadores quedaron en deuda y salieron a relucir los mismos problemas de siempre. Los lanzadores abridores no dieron “la talla”, a la hora buena no se bateó, quedaron muchos corredores en circulación, buena parte de ellos en posición de anotar. Es cierto que se jugó siempre a remolque y eso complejiza bastante el trabajo, pero faltó enfoque y determinación en algunos turnos de trascendental importancia.

Igualmente, en el orden ofensivo los entrenadores habían hablado de la importancia de ser disciplinados y conservar la paciencia en el home, pero muchos jugadores se fueron tras la primera bola una y otra vez, como si jamás les hubieran mencionado ese tema en las sesiones de entrenamiento.

Cualquiera diría que estamos hablando de otro torneo, porque estos detalles venimos señalándolos desde hace mucho tiempo. Sin embargo, a pesar de los avisos, del trabajo de los preparadores, no se ve la evolución. La inmensa mayoría de los peloteros cubanos parece atascada, sin capacidad para dar pasos de avance en un mundo que cambia por día. Así, ganar es una utopía.

Preolímpico de béisbol: la derrota que se venía gestando

También será muy complicado ganar mientras no exista una voluntad real de acercamiento a la enorme comunidad de jugadores cubanos que residen en el exterior, no tienen vínculos con organizaciones de Grandes Ligas y han mostrado su disposición de representar a su país. Negarles ese derecho o complejizar este proceso de reinserción es un ponche con las bases llenas.

Sabemos que disponer de peloteros insertados en el sistema estadounidense es muy complicado por el escenario político de tensión que se vive entre Cuba y Estados Unidos (agravado en este ambiente beisbolero por la cancelación por parte de la administración Trump del acuerdo entre la MLB y la Federación Cubana), pero las otras variantes se deben considerar cuanto antes.

Previamente al Preolímpico se habló de convocar a algunos peloteros residentes en México, quienes darían un plus de calidad a la selección nacional. Sin embargo, esa posibilidad se fue apagando y a estas alturas no sabemos exactamente por qué o por culpa de quién(es).

La dirección del equipo que fue a la Florida argumentó que no conocía la forma de esos jugadores, pero eso no se sostiene de ninguna manera. Henry Urrutia y Félix Pérez, dos de los que sonaron para vestir la camiseta de las cuatro letras, están encendidos en la Liga Mexicana, de donde mismo llegaron Lisbán Correa y Yadir Drake.

Entonces, ¿realmente desconocíamos sobre la forma de esos atletas o hay alguna razón oculta que impidió su convocatoria? En este sentido ha faltado claridad, las autoridades cubanas no han dado una explicación convincente y desde México llegan noticias de que nuestros directivos no se comunicaron con los clubes de los jugadores para negociar su cesión de cara al Preolímpico.

Este último detalle no debería extrañarnos, porque no es nuevo. En Cuba, específicamente en la parcela deportiva, cuesta mucho trabajo ser previsores y eso es fundamental en este tipo de gestión. No podemos llegar hoy a conversar con un club y pedirle un jugador para mañana; el mundo profesional no funciona así, y ya deberíamos saberlo.

Si no se cambia esa mentalidad, si no se dinamitan las filosofías de trabajo obsoletas, Cuba seguirá condenada a enterrar en las profundidades su enorme tradición beisbolera.

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