La rivalidad es el morbo del béisbol. Nada despierta más hormonas en las gradas que los duelos de protagonistas enconados, ya sean dos equipos de odios feroces (Yankees-Boston, Industriales-Santiago) o un par de lanzadores que se juegan el orgullo en cada choque. Así fue en la pelota invernal con Camilo Pascual y Conrado Marrero. Así fue en plenas Series Nacionales cada vez que pulseaban Hurtado y Alarcón. O Huelga y Julio Rojo.
Por razones de edad, yo no alcancé a ver esas porfías. Sin embargo, “el vago azar o las precisas leyes / que rigen este sueño, el universo”, me sentaron en la primera fila de las pugnas de hombres bravos que sostenían Lázaro Valle Martell, el Gran Cañón capitalino, y Rolando Arrojo Ávila, el Tifón de San Juan de los Yeras.
Aquello era pelota. No importa que por entonces se jugara con esa aberración, el bate de aluminio. Valle y Arrojo, de azul y de naranja, se batían a tiros y apretaban los dientes y ponchaban, y en las tribunas había una fiesta inmensa que tenía los mismos porcientos de admiración y euforia.
Pasado el tiempo, Valle sufrió una lesión grave que le mojó la pólvora del brazo; regresó a los montículos, pero jamás recuperó el dominio señorial de antaño. Mientras, Arrojo optó por emigrar, y en el año 98 supimos que debutaba en Grandes Ligas con los Rayos de Tampa Bay, un equipo de expansión de La Florida.
Volvió a pasar el tiempo –al final siempre se trata de eso en esta vida-, y un amigo común me puso a Arrojo al otro lado de la línea telefónica. “Te leo siempre, compadre”, me dijo, y yo le devolví el cumplido con la emoción a flor de voz. Hablamos por un rato. Al final, entendí que Arrojo se parecía demasiado al tipo campechano que me había descrito tanta gente, y me sentí dichoso de haberlo visto en la lomita despachando rivales y colgando montones de ceros en sus cruentos combates versus los Industriales de Valle.
El espigado derecho (6’4″ y 215 libras) se estrenó en los campeonatos domésticos en 1983 con la franela de Citricultores –toda vez que pasó el Servicio Militar en Matanzas-, y allí coincidió con estelares como Lázaro Junco, Wilfredo Sánchez, Pablo Hernández y Leonardo Goire. Entonces triunfó en 11 desafíos, cayó en apenas tres, y le fue concedida la placa de Novato del Año.
Sin embargo, sería en su terruño natal que empezaría a convertirse en leyenda a fuerza de coraje y rendimiento, hasta el punto de ser uno de los serpentineros que más rápido llegaron a 150 victorias, superado tan solo por Rogelio García, Omar Ajete, Braudilio Vinent y Jorge Luis Valdés. ¿Quién podría olvidar su palmarés en la campaña 1994-95, cuando finalizó al frente de los pitchers con 1.88 de efectividad y un perfecto 11-0 en ganados y perdidos? ¿Quién no sabe que fue un lanzador que pedía la bola cada vez que se arrimaban los momentos decisivos?
Así, rompiendo monte, llegó Arrojo al team Cuba, y se impuso en Centroamericanos, Panamericanos, Copas Mundiales e Intercontinentales, e incluso coronó el sueño mayor de ser campeón de las magnas citas estivales en Barcelona, año 92. Pero, según ha dicho él mismo, “el béisbol cubano tenía un límite, el futuro de mis hijos me parecía incierto, y decidí cambiar el oro olímpico para garantizar el futuro de ellos”.
La MLB no demoró en saber de la capacidad de Arrojo. En su año inicial con los Rayos ganó 14, perdió 12, lanzó para 3.56, asistió al Juego de Estrellas y quedó segundo en la disputa del premio al Novato, que le correspondió a Ben Grieve, jardinero de los Atléticos de Oakland. Un dato muy curioso: de la docena de reveses soportados, 11 fueron por la mínima diferencia de una anotación. Y otro más: varios de sus principales numeritos se parecen caprichosamente a los de otro cubano que llegó de manera tardía a Grandes Ligas, Conrado Marrero.
¿Qué le faltó a Rolando Arrojo en la pelota? Por supuesto, un anillo de Serie Mundial. Lo demás, entre lo que se incluye en el piso más alto el respeto inmarcesible de su pueblo, lo tuvo en abundancia. Que hable pues el Tifón de San Juan de los Yeras…
¿Qué recuerdas de las tres campañas en fila que ganaste al frente de la rotación de Villa Clara?
Son muchos recuerdos. El principal es el del gran equipo aguerrido donde todos éramos familia.
¿Te arrepientes de haberte ido tarde de las Series Nacionales?
Aprendí todo lo que sé en Cuba, lo disfruté enormemente, y en ocasiones extrañaba bastante a mi equipo Villa Clara. Estando en la MLB, la nostalgia por el béisbol cubano se negaba a abandonarme.
¿Cómo nació el sobrenombre de El Tifón?
Se lo debo al periodista José Antonio Fulgueiras, que le puso un apodo a cada pelotero de la novena.
¿Cuáles son las diferencias fundamentales entre el pitcheo de la Serie Nacional y el de Grandes Ligas?
Primero que todo el uso del cambio de velocidad y el pitcheo pegado en la zona de strike. Otra cosa es que acá todos los pitchers tienen una misión definida que cumplir en el juego y se preparan para desempeñarla. Encima de eso, se estudian videos de los rivales de turno.
¿Cuáles consideras los tres primeros requisitos que se necesitan para convertirse en un pitcher de primer nivel?
Una gran confianza en uno mismo y en sus lanzamientos, una buena mecánica y mucho control. Si todo eso lo acompaña una recta de respeto, mejor.
¿Cómo fue que conseguiste adaptarte tan rápido a aquella liga, hasta el punto de tener un primer año de ensueño?
Venía de un béisbol de bates de aluminio, y al encontrarme con la madera me resultó más fácil. Lo contrario les pasó a los bateadores cubanos que vinieron por esa época. Yo siento que merecía el Novato del Año, pero no pudo ser. Tengo la primera victoria de la franquicia, el primer juego completo, la primera lechada, fui su primer jugador estrella, y el primer pitcher novato en ganar 14 encuentros en un equipo de expansión.
¿A qué atribuyes que no pudieras repetir tus números del año de debut?
Pienso que por los cambios de equipo: fui traspasado de Tampa a Colorado y de ahí a Boston, donde tuve que acostumbrarme a trabajar en los relevos. Y algo que nunca he dicho, pero influyó bastante, es que no tuve nuevamente la oportunidad de prepararme con Pedro Pérez, para mí el mejor entrenador del mundo.
¿De qué repertorio te valiste en las Mayores?
Los lanzamientos que más usaba eran el slider, el cambio, y sobre todo la recta pegada de cuatro costuras y la sinker.
¿Quiénes te indujeron a especializarte en el pitcheo pegado?
Eso se debió a la necesidad de dominar el bate de aluminio, y se lo debo a Pedro Pérez y también a Aquino Abreu.
¿Por qué se te hacían tan incómodos los bateadores zurdos?
Porque los pitcheos laterales y a tres cuartos se les abrían y quedaban muy al centro.
¿Qué bateador cubano te castigaba más? ¿Y cuál en Grandes Ligas?
En Cuba, Fausto y Luis Álvarez. En Grandes Ligas, Ken Griffey Jr. Y el más fácil de todos era Juan Igor González.
¿Qué crees de los bateadores cubanos de hoy?
Los veo muy agresivos y poco concentrados. Deben ver más pitcheos y tienen un swing muy largo que funcionaba con el aluminio, pero con la madera necesitan acortarlo.
¿Y de nuestro béisbol en general?
La pelota cubana nunca morirá, el país es una cantera inagotable de talentos y algún día volverá al lugar que se merece.
¿Has venido a Cuba desde tu partida?
No lo he hecho, pero Tampa tiene pensado jugar allá y voy a disfrutar muchos los juegos por televisión.
¿A qué te dedicas hoy?
Trabajo en una academia de niños lanzadores; a ese nivel hay una tremenda calidad acá.
Dime qué palabra o frase corta te sugiere la mención de estos nombres:
Citricultores
Escuela.
Lázaro Valle
Rival y amigo.
Industriales
Equipo a derrotar.
Pedro Jova
Maestro.
Víctor Mesa
El mejor jardinero central que yo he visto.
Barcelona’92
Un sueño realizado.
Tampa Bay
Mi familia.
San Juan de los Yeras
Barrio y vida.
Villa Clara
Mi equipo.
Cuba
País y casa.
Labor en Cuba
Series Nacionales: 13. Juegos iniciados: 259. Juegos completos: 129. Juegos relevados: 100. Juegos ganados: 154. Juegos perdidos: 98. Lechadas: 26. Juegos salvados: 21. Innings: 2027.2. Carreras permitidas: 901. Carreras limpias: 789. Average adversario: .268. Ponches: 1138. Bases por bolas: 442. Dead balls: 169. Wild pitches: 79. Promedio de carreras limpias: 3.50.
Labor en Grandes Ligas
Temporadas: 5. Juegos iniciados: 105. Juegos completos: 4. 13. Juegos relevados: 53. Juegos ganados: 40. Juegos perdidos: 42. Lechadas: 2. Juegos salvados: 6. Innings: 700.0. Carreras permitidas: 377. Carreras limpias: 354. Average adversario: .267. Ponches: 512. Bases por bolas: 255. Dead balls: 67. Wild pitches: 13. Promedio de carreras limpias: 4.55.
Llego tarde a las grandes ligas,y en cuanto a que pedro perez era el mejor entrenador de pitcheo del mundo,no estoy acuerdo el nada mas entrenaba a los pitcher del equipo cuba,que llegaban hechos, solo había que pulirlos.
pedro perez ,junto con miguel valdez, serbio borges y los demás de la pandilla, eran los tipos mas piñeros que han pasado por el equipo cuba,llevaban a los que les daba la gana al equipo ,siempre dejaron fuera a lazaro de la torres que era mejor que cualquiera de ese equipo
Este guajiro era un animal!!! Guapo donde los había y excelente lanzador. Una característica muy curiosa era q no salía fino en los 3 primeros innings; pero si no lo aprovechabas ahí, olvídate, pq cerraba la llave y no había para nadie.
Un gran lanzador que demostró que la calidad de su generación no era solo contra amateurs, sino tambien contra profesionales. Como disfrutabamos aquellas series finales entre Villa Clara e Industriales en las que Arrojo tenía un protagonismo esencial como el principal abridor de la maquinaria naranja. Mis respetos hacia él y mi admiración a toda una generación que nos hizo sentirnos orgullosos de nuestro beisbol. Un saludo
Hola Michel. Siempre disfrutamos tus artículos, ahora bien y voy a repetirte la pregunta del millón, qué ha pasado que no te has dicho ni esta boca es mía después del fiasco de la Serie del Caribe?
Excelente entrevista hermano. Gran lanzador ese. Que finales aquella del 94 y el 96 ante Industriales. El quinto juego de la final del 96 lo abrieron El Duke y Arrojo. Fue la ‘ultima vez que se enfrentaron en Nacionales….
Muy buen artículo solo añadir que el equipo de Tampa Bay se llama Rays, no Rayos, en español seria Rayas como el pez. Saludos
saludos a un gran ser humano,,,arrojo,, de lucha y perseverancia,,
saludos michelito. en cuanto lei tu entrevista llame a rolando a su casa y se puso muy contento. aun lo llamo el “asesor de pitcheo de deportivamente”, titulo que llenó a plenitud y con eficiencia. sigue siendo una tremdna persona y tu entrevista lo expone tal y como siempre ha sido. ese guajiro continua siendo un fiel exponenet de nuestro beisbol.
saludos, excelente entrevista, pero Maceo? en serio que de la torre era mejor que los que hacian el Cuba en esa época? alabaoo, jajjja, si es verdad que Pedro Perez , Miguel Valdez y Jorge fuentes, monopolizaron el equipo Cuba y no llevaban los que querían ellos, llevaban siempre a los mismos jajajaj
Hola quisiera saber más de Rolando Arrojo Avila .El Olímpico de San Juan de los Yera.