Yadir Drake (Pueblo Nuevo, 1990) ha postergado dos veces su salida de Cuba desde que llegó a la Isla a principios del 2021. Cuando aterrizó, pensaba estar poco más de un mes disputando la postemporada de la 60 Serie Nacional de Béisbol con los “Cocodrilos” de Matanzas para cumplir un pedido de su abuela, pero la pandemia del coronavirus y los brotes en algunos equipos contendientes han retrasado la acción y su partida de regreso a México.
“Lo he dicho muchas veces. Estoy aquí en gran medida por mi abuela y por mi familia, que nunca me vieron jugar en la Serie Nacional y tampoco han tenido la oportunidad de ver en vivo mis partidos en México u otro país. Solo algunos videos cortos y ya. Por desgracia ahora tampoco han podido verme en el estadio, pero al menos sé que están disfrutando por la televisión”, asegura Drake en exclusiva para OnCuba.
A pesar de los contratiempos, el portentoso patrullero yumurino no ha perdido la sonrisa. La demora le ha permitido, precisamente, estar más tiempo con su familia, caminar por las calles de su barrio, conversar con extraños y conocidos, y compartir muchas horas de entrenamiento y juego con la novena yumurina, donde se ha convertido en una especie de maestro.
“He hablado bastante con los muchachos sobre béisbol, sobre la necesidad de ser profesionales y trabajar siempre con miras a mejorar, a crecer. No ha sido difícil establecer estos diálogos, a muchos no los conocía, pero es un grupo muy unido en el que no es complicado encajar”, asegura, a solo horas de escuchar la voz de ¡Play ball! en la final de la 60 Serie entre los “Cocodrilos” de Matanzas y los “Alazanes” de Granma.
De cara al duelo decisivo del campeonato, Drake acapara los focos luego de emerger como líder de la remontada yumurina ante los “Leñadores” de Las Tunas en semis. Sin embargo, su nombre no aparecerá en la alineación del primer partido este domingo, pues arrastra un partido de sanción tras una pelea en el último choque contra los verdirrojos.
Al respecto, dice: “Ese tipo de discusiones es más frecuente de lo que pensamos, y también es una reacción normal que alguien vaya a defender a un compañero, como lo hice yo y como lo hizo Yunieski Larduet. Eso queda en el terreno de beisbol, cuando nos volvamos a ver en la puerta del estadio nos saludamos normal y sigue la vida, cosa que muchos a veces ni imaginan. De cualquier manera, pido otra vez disculpas a la afición”.
Teniendo en cuenta los antecedentes de sanciones por hechos similares en la Serie Nacional, ¿pensaste que te caería una sanción más severa?
No me puse a pensar en eso porque, te repito, lo veo como algo normal. Una discusión, algunos golpes y ya. Pero no hubo agresiones con bates ni nada por el estilo. Cuando eso pasa en otras ligas se aplica multas mayormente, pero esas sanciones de meses y años no existen, salvo que sea algo muy grave.
Yo veo que aquí una parte de los fanáticos pide que desaparezcan a un pelotero, que no juegue más, y eso no puede ser así, al menos no puede ser así por lo que pasó el otro día. Uno entra a considerar esas cosas si hay una agresión con un bate o algo así, entonces sí tienes que ser más severo. Pero por una discusión en un terreno de pelota no puedes meterle un año de castigo a un muchacho. Hay que encontrar la medida, el equilibrio…
¿Esperabas estar en el foco de atención en tu regreso a Cuba?
Nosotros los peloteros estamos adaptados a eso, en mayor o menor medida. Realmente me alegra que la gente hable de béisbol, que se interesen por el juego y por los protagonistas, da igual si hablan de mí, de Matanzas o de cualquier otro equipo. Eso es necesario, el ambiente, el debate. Ojalá siga así en la final, porque le da un toque al espectáculo, más ahora que los fanáticos solo pueden disfrutar desde la distancia.
¿Qué fue lo que más te golpeó en este regreso, sobre todo en los primeros juegos cuando no se te vio bien?
Venía a tope de México, listo para jugar, pero por los problemas del coronavirus no pudimos comenzar. Eso me rompió el timing y me puse muy ansioso al inicio. También acá toca enfrentarse a un pitcheo mucho más lento que el extranjero, y eso demanda ajustes en el swing y en la mecánica, mucho más para mí que llevaba tantos años fuera de Cuba.
Poco a poco he logrado agarrar el ritmo y ya me siento más cómodo. Le he pegado fuerte a la bola, he ganado en confianza y el rendimiento ha mejorado. Lo que pasa es que ante los ojos del aficionado casi nunca se queda bien.
A mí me ha dado mucha gracia, por ejemplo, cómo algunas personas simplifican las cosas. Primero dicen que no sirves porque no le bateas al pitcheo malo de Cuba, después le bateas a esos mismos lanzadores y no aceptan darte crédito porque esos lanzadores no tienen calidad. En fin, como te decía antes, nunca vas a quedar bien.
Por eso no se puede hacer mucho caso a lo que se comenta en las redes por ejemplo. Para mí todos los lanzadores son buenos y los respeto porque están en su guerra, luchando por sacarnos out, y nosotros estamos en la otra pelea, tratando de batearles. No se debe demeritar a nadie, más en este deporte impredecible en que cualquiera te da el jit decisivo o saca el out a la hora cero. Eso nunca lo sabes, por eso hay que respetar a todos.
¿Notas muchos cambios en el béisbol cubano comparando el momento en que te fuiste con la actualidad?
Los jugadores son más profesionales. Se está viendo más pelota internacional y se trata de imitar lo que se ve. Eso es muy positivo y es uno de los cambios fundamentales que tienen que llegar para que nuestro béisbol se acerque a lo que era antes: cambio de mentalidad, pensar cada vez más como profesionales, a nivel individual y colectivo.
¿Cómo ves la final? ¿Te choca perderte el primer partido?
Será un duelo duro. Matanzas viene bien, logramos remontar contra Las Tunas cuando mucha gente pensaba que era imposible, pero Granma también tiene un equipo sólido, con peloteros que han integrado la selección nacional, que han jugado fuera, gente de experiencia que también ganó el campeonato hace poco.
Y bueno, no estaré en el primer partido, pero trato de no pensar en eso, me mantengo enfocado para salir a partir del segundo y aportar a la causa. El hecho de que no esté no limita tanto a Matanzas, al final el equipo llegó a la postemporada sin mí, el año pasado fueron campeones y yo no estaba, así que tengo confianza en que harán un gran trabajo el domingo.
¿Desde cuándo vienes maquinando la idea de regresar a jugar a Cuba?
Yo siempre he pensado que, si este es mi país, tengo derecho a regresar, todos los que estamos fuera tenemos ese derecho. Aquí me hice pelotero. Es cierto que me moldearon en otros lugares, pero en Cuba fue donde me formé, no en Venezuela, no en México, no en Japón, no en Estados Unidos.
Cuando me fui, lo hice para mejorar económicamente, buscando prosperidad, y no por ningún problema político ni nada de eso. A mi modo de ver las cosas, no se puede mezclar tanto la política con el deporte. Hay que abrir la mente y aceptar que cada cubano tiene que pisar su tierra otra vez.
En el caso de los peloteros, muchos quieren volver, porque este es su país y tienen derecho. Yo he cumplido el sueño y me siento súper emocionado y orgulloso por representar a mi provincia, por apoyar a mi manager Armando Ferrer, quien fue uno de los que me crió cuando empecé en el béisbol. Si hubiera sido otro director quizás no hubiera aceptado regresar a jugar, y no es por nada material, como muchos comentan, sino por la influencia que él ha tenido desde que éramos pequeños.
¿Encontraste muchos obstáculos burocráticos para poder jugar nuevamente en Cuba?
La repatriación es un obstáculo, porque todos somos cubanos, esa condición nunca la vamos a perder, sin importar el tiempo que hayamos estado fuera. De cualquier manera, esas son las leyes del país y hay que cumplirlas. En mi caso no tuve problemas, pero creo que si no existiera eso de repatriación vendrían muchos más peloteros a jugar en su tiempo de descanso.
¿Qué aconsejarías cambiar en este proceso?
Desde mi modesta posición no me atrevo a sugerir que las cosas se hagan de una manera u otra, no soy nadie. Lo único que siempre digo es que en Cuba hay que abrir la mente, sobre todo en un momento como este, porque es cuando más nuestro deporte lo necesita. Todavía hay resistencia al cambio, a algunas personas les cuesta trabajo ver cosas diferentes en el terreno, pero poco a poco hay que ir dando pasos para que nuestro deporte sea más profesional.
¿Cuánto ha evolucionado Yadir Drake desde que se fue de Cuba hasta la fecha?
Todo lo que había aprendido de chiquito en Cuba, me ayudaron a explotarlo. Ha sido un giro completo. Ahora uno ve los frutos, pero en el camino tienes que adaptarte a muchas circunstancias diferentes según el país donde juegues. En Japón, por ejemplo, el choque con el idioma fue complicado y también esa dinámica de estricta disciplina en el terreno, en los entrenamientos, con los horarios, la alimentación…
Aquí en el Caribe me he sentido más cómodo porque todo se parece más a Cuba, con ese estilo latino inconfundible. Lo mismo en México que en Venezuela, la gente sale a divertirse al terreno. No quiere decir que no haya exigencia, no se puede confundir una cosa con la otra, pero la pelota que se juega en América es diferente.
Y bueno, Estados Unidos es un escenario muy riguroso. Todo el mundo trabaja enfocado en llegar a Grandes Ligas. Tienes que sumarte y pelear. Allí cambió mi mentalidad, aprendí a buscar la perfección, porque es el único camino para ascender, hacerlo todo sin fallas. Lamentablemente no pude jugar en las Mayores, pero disfruté el proceso, crecí y desarrollé una personalidad mucho más fuerte.
Firmaste con los Dodgers como agente libre internacional y transitaste por distintos niveles de la franquicia en Ligas Menores. ¿Cómo recuerdas aquella experiencia y por qué crees que no pudiste dar el paso final para llegar a las Mayores?
Fue algo muy bonito, cualquier jugador desea estar firmado y muchos no lo logran. Yo me siento afortunado por lograr ese vínculo con una franquicia de Grandes Ligas. Durante esa etapa disfruté muchísimo, no puedo quejarme por lo que viví, ya sea en las Menores o en los Spring Training para los que me llamaron.
Al final no llegué a Grandes Ligas, es cierto, pero salí fortalecido de esa experiencia. Cuando empecé con los Dodgers era un bateador de buen average y de mucho contacto, pero no tenía el poder de un slugger y eso lo demandaba la posición en que jugaba: jardinero de esquina. Con el perfil que tenía, podía ser center field, pero entonces necesitaba más velocidad y yo soy un corredor promedio.
Todos esos factores se conjugaron en mi contra, aunque, como ya te dije, no me puedo quejar, porque en los Dodgers trabajaron mucho conmigo. Yo no tenía las facultades para dar 15-20 en ninguna liga y ellos cambiaron mi posición, mi estilo y mi swing tratando de buscar más poder, más fuerza. Fue un proceso doloroso, porque no sabía si vería los frutos.
Allí no pude ascender, pero a la larga he visto los resultados. Hoy soy un mejor jugador gracias a las cosas que aprendí con la franquicia.
Muchas personas dicen que los cubanos que se van y no lograr jugar en Grandes Ligas son unos fracasados. ¿Qué opinión te merece eso?
Sabemos cómo es la afición cubana. Te decía antes que nunca se logra cumplir con las expectativas de todo el mundo, hagas lo que hagas te quedas por debajo. Pero de ahí a considerarnos fracasados va un trecho. Fracasado es quien no lo intenta. Muchos de los que critican ni siquiera saben lo que es intentar alcanzar una meta por miedo a quedar en el camino.
Desde mi perspectiva, no se le puede llamar fracasado a una persona que siempre lo está intentando, que no se rinde y que lucha por sus objetivos. Ya conseguir o no lo que uno busca depende de muchos factores, pero no te puedes sentir fracasado mientras trabajes, te esfuerces, te levantes antes cualquier adversidad y pelees por tus sueños.
En mi caso particular, no llegué a Grandes Ligas, pero mis números en las Menores no fueron malos ni tampoco los que he puesto en los otros países donde he jugado. Además, todo el tiempo me he divertido haciendo mi trabajo, siempre he luchado a tope. A veces no se valoran esas cosas, y a veces también se desconoce un poco. La gente solo considera como buen rendimiento cuando se batea .325 o .330, pero en el béisbol moderno, con .270 de average en 400 o 500 turnos y una buena producción de carreras, eres tan o más valioso que el que batea .330 y no aporta al equipo.
Volver a jugar con Matanzas es una meta cumplida, pero ahora también puedes integrar la selección nacional. ¿Te imaginaste que se abriría esa posibilidad tan pronto?
Sabía que esa puerta estaba ahí y solo tenía que hacer bien el trabajo para poder abrirla. Pero lo que más me reconforta ahora es saber que pude ayudar —de alguna manera— a que se abra también esa puerta para otros jugadores que no están contratados por la Federación Cubana y que podrán ser convocados para el Preolímpico.
Estoy emocionado por eso, tengo mente positiva sobre lo que podemos lograr si unimos el potencial que hay en Cuba con el que está fuera. No es cuestión de ganar o perder, es cuestión de hacer un buen papel, de volver a imponer respeto con nuestros equipos. Cuba tiene una tradición y una reputación en el béisbol que no puede seguir siendo maltratada.
¿Cuánto crees que pueda aportar al equipo nacional la posible convocatoria de otros jugadores profesionales que ahora no están en Cuba?
En los últimos tiempos muchos países nos han pasado por el lado, nos han ganado y nos han hecho lucir mal. Desde la distancia hemos visto eso con molestia porque, aunque el resto de las naciones se haya superado enormemente, no es justo que ellos puedan competir con sus jugadores profesionales y Cuba no.
Al final estamos compitiendo en desigualdad de condiciones y eso hay que cambiarlo. Si lo logramos, si finalmente pueden venir varios peloteros e integrarse a la Selección Nacional, va a ser un paso de avance, va a ser muy positivo. Yo solo puedo decir que hay muchos jugadores dispuestos a venir, muchos que están esperando a que le toquen la puerta para dar el sí y aportar su experiencia al equipo Cuba.
No se le puede dar la espalda al progreso. Como mismo el resto de los países han dado pasos de avance, Cuba también los tiene que dar. Si nos quedamos sentados esperando no vamos a resolver nada, hay que abrir la mente, con ese solo hecho estoy seguro de que podemos dar un salto de calidad.