Una de las modas de la cuarentena entre cubanos es comparar a Yulieski Gurriel con todo. Lo comparan con Linares, con Kendrys, con “Cheíto” Rodríguez, con Michel Enríquez, con el Gallo de Morón… Da lo mismo, la idea es poner en tela de juicio la calidad de uno de los mejores peloteros en la historia de la Isla.
En los múltiples grupos de redes sociales, donde confluyen de manera virtual miles de fanáticos del béisbol cubano, se ha extendido la práctica y, como es lógico, se ha desatado un cruce campal de criterios entre los detractores y los seguidores de Gurriel, exaltado por sus grandes batazos y enjuiciado por sus errores.
“Eso no va a cambiar”, dijo Yulieski hace poco en una entrevista con el portal Swing Completo, en referencia precisamente a la eterna discusión entre los aficionados sobre su figura.
“A la gente que me sigue y a los que no me siguen también, hay que respetarle su opinión. Los cubanos son muy conocedores del béisbol. Ojalá en un futuro no muy lejano pueda visitar Cuba y estar junto con ellos, siempre he tratado de hacerlo lo mejor posible para que salgan satisfechos de mi trabajo”, añadió Yuli en el diálogo con Yasel Porto.
El más afamado de los hermanos Gurriel se ha adaptado a estar en el ojo del huracán, para bien o para mal. Muchos son los que lo idolatran por su extraordinario partido contra Panamá en el Primer Clásico, el cual abrió el camino victorioso de la Isla en aquel torneo.
Muchos recuerdan sus números de infarto en Series Nacionales, su anillo de Serie Mundial con los Astros de Houston o su gran capacidad para adaptarse y triunfar en el béisbol de Grandes Ligas cuando ya muchos pensaban que, por su edad, no tendría combustible para lograrlo.
Otros, en cambio, le señalan aquel doble play fatídico en la final olímpica del 2008, sus errores mentales en el crucial duelo contra Holanda en el Clásico del 2013 o su vinculación con el escándalo de robo de señas de los Astros.
Hay mucha tela por donde cortar, tanto, que la carrera de Gurriel daría perfectamente para una película. Pero más allá de hechos, disputas, criterios o preferencias, nadie puede negar el potencial indiscutible del espirituano, quien, pese a salir de Cuba, no está de espaldas a la realidad del béisbol en la Isla.
“Trato de seguir lo más posible a mis compañeros y he estado al tanto, más o menos, del béisbol nacional. Lo próximo que viene es el Preolímpico, donde no la van a tener fácil. Creo que hay equipos con una calidad increíble, ojalá clasifiquen, pero va a ser bien complicado”, dijo Yulieski en su diálogo con Swing Completo.
Aunque Gurriel envía sus mejores deseos al béisbol cubano, es consciente de que los equipos nacionales necesitan una inyección del talento que ha emigrado para tener opciones de triunfo en torneos importantes.
“A mí no me dejan jugar, soy de los pocos que no dejan porque deserté del equipo nacional, pero si sería bueno que dejaran a los cubanos de aquí (Estados Unidos). Si quieren hacerlo ligado, varios de los de aquí, varios de los allá. Muchos lo están esperando y nosotros también, estaríamos contentos. Hay una calidad increíble, los propios jugadores de otros países nos dicen que si Cuba reúne a su gente puede ser de los mejores equipos.”
Para mi esta al nivel de un team Cuba, ni menos, pero ni mas. En Grandes Ligas -a pesar de su anillo con los Astros- lo veo como uno mas, no como una estrella, hasta ahora eso ha demostrado, de haber llegado temprano otro gallo cantaria, no obstante el tiempo le alcanzo para demostrar que pudo llegar, jugar y ganar (un anillo de Serie Mundial y varios millones de dollars, digamos que CORONO). Aunque ahora con los Astros se ha especializado en robar señas, le falto muy joven en su Cuba natal leer las señas de brinca’pa’ca que desde el la’o de aca del charco emitian Arocha, Ordoñes y Euclides y llego muy tarde, perdio tiempo junto a su papi acariciando la barba del coma’andante y leyendo sus reflexiones. Algunos dicen que si Raul tubiera barba, aun estarian alla.