No hay que ser adivino para pronosticar que una novena con siete regulares sobre .400 de OBP y una efectividad monticular cercana a los dos puntos por debajo de la media general, tiene que estar de lleno en la pelea, sin importar el campeonato donde juegue. Así ha sido y será, a menos que se violenten las más elementales lógicas del béisbol.
Estoy hablando de Pinar del Río, el sorprendente líder de la Serie Nacional en curso con balance de once triunfos y apenas un revés. Y digo sorprendente, aclaro, atendiendo a que los Vegueros se han caracterizado siempre por arrancadas lentas, una línea que se cumplió invariablemente incluso bajo el mando de los multicampeones Jorge Fuentes y Alfonso Urquiola.
Que los Verdes se luzcan desde el box es, hace rato, norma. Como mismo la escuela del centro impuso el sello de la combatividad y la oriental sentó una cátedra en materia de bateo, en Pinar sobran pitchers de calibre desde los viejos tiempos de Rogelio García, Julio Romero and Co. De ahí que en una pelota donde hace rato manda la ofensiva, el equipo se puede gastar el alarde de lanzar para 2.52 con average rival de apenas .232.
Solamente Yaifredo Domínguez no ha sentado credenciales en las aperturas. Compruébelo usted mismo: Yosvany Torres (2-0, PCL de 3.09) viene dando señales de recuperación tras una horrible temporada previa, y el tridente formado por Erlys Casanova-Yoandy Cruz-Yosvani Álvarez labora para un global de 1.95 limpias por encuentro.
Dictada esa receta, agréguele los condimentos relevistas de Frank Luis Medina y el experimentado Isbel Hernández, cada uno con trío de salvamentos, y todo estará listo para servir un verdadero almuerzo de campeones.
Lo que sí no es frecuente es que Pinar batee tanto. Cierto es que hasta el momento su line up se ha enfrentado con los patéticos staffs de Camagüey, la Isla, Mayabeque y Cienfuegos, pero igual hay que aplaudirle el rendimiento colectivo: segundo en promedio (.320) y boletos recibidos (66), tercero en carreras anotadas (75) y cuarto en slugging (.415).
Algo importante, y mucho: el mayor peso del ataque lo están llevando los que tienen que llevarlo. Esto es, William Saavedra (.318/.404/.614) y Donal Duarte (.308/.491/.487). El primero suma cuatro jonrones y 16 remolques; el capitán, 14 bases.
Y otro aspecto no menos importante: los jardineros del plantel, tradicionalmente sustituidos por refuerzos debido a sus carencias con el bate, están sobrecumpliendo. ¿Piensa que he exagerado? No lo creo, pues entre Reinier León, Reidel Álvarez y Lázaro Emilio Blanco conectan ahora mismo para .381.
En esa producción con el madero, más que en su archiconocido desempeño con las serpentinas, radica para mí la clave del comienzo abrumador de la plantilla pinareña. A estas alturas, algunos suspicaces ya notaron que la plaza de coach de bateo la está desempeñando un tal Luis Giraldo Casanova. ¿Será eso?