No se vislumbra ni una posibilidad (así de categóricos podemos mostrarnos) de que Ciego de Ávila no se vuelva a coronar monarca nacional esta temporada. Los tigres se han tomado la poción de Astérix y Obelix, se ven invencibles sobre la grama, sin fisuras, parecen poseídos, seres del más allá que se han dado un brinco hasta la Serie Nacional para enseñarles al resto de los conjuntos del torneo cómo jugar al béisbol, divertirse con él y marcar diferencias.
A Pinar del Río en esta final ya lo tienen contras las cuerdas, les han ganado los tres partidos que han efectuado. No han creído en la casta pativerde, en esa mística de los elencos de la tierra del tabaco cuando juegan postemporada.
Los chicos de Jorge Ricardo Gallardo han querido, pero no han podido, lo han intentado, pero no han llegado, simple, en esta temporada no hay quien les gane a los discípulos de Roger Machado. Lector, no tenga miedo en adelantarse y admitirlo, no peque de prudente, acéptelo, grítelo, dígaselo a su empecinado vecino que aún le tiene fe a los pinareños: la 55 Serie Nacional ya tiene un campeón y sabe a piña.
Cierto que en la Serie del Caribe naufragaron, que todo fue una impostura y que la pelea fue la de un león contra un mono y este último con las manos amarradas. Pero en casa, no tienen rival. No hay dudas que los avileños son el mejor plantel del último lustro en Cuba, lo demuestra su constancia en el podio y este doblete de coronas consecutivas que están por adjudicarse.
Esta temporada para ellos fue un baile de casino. Siempre en la cima, mirando al resto desde la distancia, sin sudar mucho. Cuando únicamente su performance se vio afectado fue al regresar de la Serie del Caribe, el golpe fue tan duro que perdieron fuerza mental y entraron en un corto slump, del que por supuesto salieron disparados a maquillar esa imagen.
En las semis, barrieron a Industriales, sin reproches, sin mucho trabajo. Ahora en la final están a punto de hacer lo mismo con los vegueros de Pinar. Tienen la historia a una jugada del jaque mate.
Roger Machado le dijo anoche vía telefónica a OnCuba: “Falta un partido por ganar para ser campeones, aún no lo hemos conseguido pero estamos más cerca. No puedo dejar que los muchachos piensen que esto ya acabó, tengo que bajarles los humos para mañana poder hacer bien las cosas y terminar cuanto antes”.
Gallardo que también siempre nos atiende al teléfono, esta noche pasada no quiso hablarnos. Lógico. Entendible. Ver la luz al final del túnel debe ser un tormento irresistible.