Terminaron las Series Divisionales de las Grandes Ligas y ya todo está listo para las batallas por los banderines en cada uno de los circuitos, con Boston, Detroit, Dodgers y Cardenales como contendientes de notable historia, pues entre todos suman 28 títulos en las Mayores.
En tres de estos conjuntos hay presencia cubana, ya sea por nativos de la Isla o por otros jugadores cuyas raíces están atadas a la Mayor de las Antillas. En este último grupo resalta el jardinero central de los Cardenales, Jon Jay, quien se ha consolidado gracias a su notable defensa en las praderas y su explosividad en cuestiones ofensivas.
No obstante, Jay y San Luis tendrán una tremenda prueba frente a los Dodgers del cubano Yasiel Puig, un fenómeno que ha desatado la locura en Chavez Ravine como líder de una plantilla millonaria que por un momento dio la impresión de ser un gran fiasco tras un primer mes funesto.
Precisamente, en ese punto emergió Puig, eléctrico jardinero de Cienfuegos que derrochó velocidad, poder en el cajón de bateo y potencia en los disparos desde las praderas. Su comienzo fue deslumbrante, con promedio superior a 400 por casi dos meses. Después disminuyó las revoluciones y terminó con average de 319, 42 producidas, 19 cuadrangulares y 11 bases robadas. De cualquier forma, las lesiones de los estelares Matt Kemp y Andre Ethier le garantizaron un puesto en la novena titular de los Dodgers para la postemporada ante los Bravos de Atlanta, en gran medida porque su aporte en términos de explosividad, empuje y liderazgo resultaba clave en las aspiraciones de la novena californiana de avanzar a la Serie Mundial por primera vez en los últimos 25 años.
El joven no defraudó y en cuatro partidos conectó ocho jits, entre ellos un doble, remolcó dos, anotó cinco y promedió 471, una demostración fabulosa de un pelotero llamado a marcar una época en la Gran Carpa.
Mas Puig no será el único escollo de los Cardenales, que además de no contar con su as Adam Wainwright hasta el tercer partido, tendrán que enfrentar en los dos primeros choques a sendos ganadores del premio Cy Young, el derecho Zack Greinke y el zurdo Clayton Kershaw, un hombre que a pesar de su juventud (25 años) ya es el abridor de más baja efectividad (2,60) en la era de la pelota viva con al menos 1 000 entradas de labor.
TIGRES-BOSTON…PITCHEO VS. BATEO
Igual de cerrado se presume será el duelo de los Tigres de Detroit y los Medias Rojas de Boston, pareo de poder a poder entre la que es considerada la mejor rotación de abridores en las Grandes Ligas y la alineación con más herramientas para fabricar carreras.
Tras vencer a Oakland en un emotivo quinto choque con Justin Verlander en faena estelar, es cierto que los Tigres no podrán contar con su as hasta el tercer desafío frente a Boston, pero aún tienen en la recámara al posible ganador del Cy Young esta temporada en la Liga Americana, el derecho Max Scherzer (21 victorias en la fase regular), además del líder en promedio de limpias del nuevo circuito, el venezolano Aníbal Sánchez.
Frente tendrán una tanda capaz de producir 853 anotaciones en 162 juegos, los mejores en este apartado entre todas las franquicias de las Mayores, aval nada despreciable.
También habrá presencia cubana en el match, en este caso el torpedero José ‛Candelita’ Iglesias, quien se las verá con sus antiguos compañeros, pues vistió la franela de Boston durante dos temporadas y medias antes de ser cambiado a los Tigres para llenar el hueco dejado por el venezolano Johnny Peralta, sancionado por dopaje.
En su nueva aventura, Iglesias ha cautivado por sus manos de seda su desplazamiento y sentido de la ubicación en el campo corto. Ese espacio lo ha hecho suyo, con una efectividad descomunal, al punto de cometer tres marfiladas en 269 lances, para un elevado average de 989, aunque también destacó por su rendimiento en la antesala y la intermedia, demostrado que puede cubrir cualquiera de las posiciones del infield.
No obstante, el pobre rendimiento madero en ristre de Iglesias, distante de su mejor perfomance, lo marginó a la banca en el último encuentro ante Oakland, aunque en el venidero compromiso contra Boston su figura puede cobrar relevancia para fortalecer la defensa en momentos cruciales.
Otro cubano que se enfundará la franela de Detroit será el corpulento máscara Brayan Peña, quien llegó a la novena de Jim Leyland con la encomienda de alternar detrás del plato con Alex Ávila, función que cumplió con creces, sobre todo en la conducción de un cuerpo de pitcheo muy complicado para los receptores por su variedad de lanzamientos. De momento Peña no ha visto acción pero puede aparecer en cualquier instante dada la exigencia de la posición.
DESPEDIDA DE ALTURA
Si bien varios son los cubanos que continúan luchando por alcanzar la Serie Mundial, otros quedaron en el camino durante la presente postemporada, dos de ellos con rendimientos superlativos: hablamos de Yoennis Céspedes y Yunel Escobar.
El portentoso jardinero padeció el mal del segundo año tras una temporada de novato espectacular y promedió 240, con un por ciento de embasado inferior a 300 (294), además de poncharse 137 veces, 35 más que en la campaña de su estreno en la Gran Carpa. También decayó en el apartado de bases robadas, con apenas siete en 14 intentos, luego una fabulosa racha el anterior en que estafó 16 almohadillas y solo fue capturado en cuatro oportunidades.
De cualquier forma, el toletero conservó intacto su poder, justo como se pudo apreciar en el Festival de Cuadrangulares del Juego de las Estrellas en Nueva York, donde se coronó por encima del prometedor Bryce Harper. En el juego caliente, ante todo tipo de lanzamientos, despachó 26 jonrones, remolcó 80 anotaciones y mejoró su paciencia en el plato, pues al subir su promedio de lanzamientos por comparecencia de 3,66 a 3,78.
Aún con guarismos lejanos a su primera experiencia, los Atléticos confiaron en que Céspedes retomaría su paso de estrella durante la postemporada y no se equivocaron. El granmense produjo para 381 gracias a ocho inatrapables en 23 turnos, con cuatro remolques y tres anotadas.
Por su parte, Yunel Escobar brilló ante Boston en la Serie Divisional. Mostró toda su clase en el campo corto y se convirtió en el mejor bateador de Tampa, con elevado promedio de 467, fruto de siete inatrapables en 15 turnos, con tres anotadas y un remolque, todo ante lanzadores de clase como Clay Buchholz, Jon Lester, Jake Peavy y el japonés Koji Uehara.
El torpdero capitalino llegó a Tampa sin las mejores credenciales, con un pasado de problemas y actitudes negativas tanto dentro como fuera de los diamantes, pero el manager Joe Maddon logró moldearlo y se asentó durante 153 partidos en el campo corto, posición en la que mostró un excepcional promedio defensivo de 989, con apenas siete errores en 610 lances, 88 jugadas de doble matanza y 395 asistencias, toda una garantía.
Madero en ristre no impresionó, aunque cumplió con promedio de embasado de 332, y con hombres en base o en posición de anotar fue un baluarte al producir para 295 y 280, respectivamente.