“Irse a bailar a casa del trompo”. Más o menos, esa fue la idea que debió manejar en su mente el futbolista villaclareño José Dayron Macías Cárdenas, cuando decidió emigrar hacia Argentina para hacer carrera deportiva profesional. Pero escogió un reto duro, casi como el de cantar un tango de oído a la primera vez. Once meses tardó en cogerle el ritmo a algún partido en la tierra de Gardel y de Messi.
Después de casi un año sin tocar balón de manera oficial, de trabajar como barman y security body en restaurantes de Córdoba, e incluso luego de desechar dos contratos futbolísticos; el zaguero del equipo Villa Clara , El Expreso del Centro para sus seguidores, y del equipo Cuba se puso la chaqueta del Club Atlético All Boys, la provincia argentina donde está.
Toda una ironía, pues salió del país con la idea de jugar en una liga profesional y, hasta ahora, solo ha conseguido trabajo con un equipo amateur, donde adolescentes y cuarentones patean balones para el mismo bando, en una liguilla local. Justo como solía hacer Macías en su natal Zulueta.
Poco tiempo antes de irse a Argentina, el defensor villaclareño había sido convocado al Cuba por el director técnico Walter Benítez, para un par de enfrentamientos ante las selecciones de Panamá y Guatemala. “Casi a punto de volar, les dije que renunciaba”. Y partió.
¿Cómo llegas a Argentina?
Me invitó un amigo. Uno que no tiene nada que ver con el fútbol, debo aclararte. Lo conocí en 2012, cuando vine a Argentina por los partidos amistosos previos a la clasificatoria de la Concacaf para el Mundial de Brasil 2014.
Estuviste en Argentina, pero no desertaste. De hecho, también fuiste a Bolivia, Jamaica, México, Estados Unidos, Canadá, y tampoco te quedaste en alguno de esos países. Al cabo de dos años, aproximadamente, decides regresar a Argentina ─esta vez por tus propios medios─, y establecerte. ¿A qué se debió el cambio?
Cuando estuve en Argentina en el 2012, ni por la cabeza me pasaba la idea de abandonar el equipo. Principalmente, porque también tendría que abandonar a mi familia, y no era lo que quería para mí en ese momento. Después, bueno, supongo que me convencieron las ganas de progresar económicamente y de jugar como profesional.
El fútbol no es de los fuertes en el deporte cubano y, hasta ahora, el profesionalismo le ha quedado grande. Entonces ¿qué posibilidades reales le ves para insertarse en esas lides?
Mira, cuando jugaba en Cuba, me molestaba mucho que no pudiéramos probarnos en otras ligas. Ligas serias, profesionales, te digo. O sea, fuera de los partidos de la Concacaf, ¿qué otra oportunidad teníamos de foguearnos con los grandes? Ninguna.
En los juegos amistosos en el exterior enfrentábamos a equipos universitarios, o campeones de ligas provinciales. Eso, por supuesto, no se parece en nada a lo que queríamos.
Tampoco teníamos las puertas bien abiertas para contratarnos con clubes extranjeros, precisamente porque no dejan desarrollar nuestro fútbol: mientras nosotros jugamos un campeonato de 14 partidos al año, por ejemplo, un futbolista promedio participa en 40, se le reconoce, y también recibe dinero. En Cuba era trabajar, trabajar duro, y no ver el fruto de lo que hacías.
¿Tu molestia entonces es por quienes «no dejan desarrollar el fútbol cubano»?
Sí, los que lo dirigen, que no acaban de convencerse de eso. Ahí está el problema más grande de ese deporte. Y fíjate, soy de los que creen que el cambio vendrá, y que el fútbol cubano sí se abrirá, pero falta, falta… Por eso mismo, decidí probar suerte aquí.
Una suerte que comienza a asomar casi un año después de tu llegada a Argentina, y por el camino del amateurismo….
Sí, en realidad, no ha sido fácil. Al menos, no como hubiera querido. Aquí me ofrecieron un contrato con un club de la ciudad de Villa María, Córdoba, pero lo rechacé porque al mismo tiempo me apareció otro aparentemente mejor, con un equipo chino, que al final resultó un engaño.
Entre tanto, trabajé en varios restaurantes locales de un cubano radicado aquí, y alisté mis papeles de residencia. En el poco tiempo libre, entrenaba, para no perder las habilidades del juego. Finalmente, apareció este chance con All Boys, un equipo amateur, sí, pero por algo se empieza. Y me esforzaré por mejorar esta oportunidad.
Pese a la demora, Macías se siente más cómodo en tierra sudamericana. Familia, amigos y “un jueguito en la cancha de Zulueta” es todo cuanto extraña de su país. Nada directamente relacionado con las competiciones oficiales ni la posibilidad de su reinserción.
Ahora, hace casi un mes que entrena con el All Boys, recupera la forma e intenta insertarse en el club cordobés. Dice sentirse motivado, aunque no satisfecho. La complacencia quizás le venga en diciembre, cuando empiecen los fichajes. Entonces, veremos qué tan bien “baila”.
Empeño y pa´lante!
Esa foto es en el estadio de Zulueta, no?
pues a echarle ganas, pero evidentemente no eres bueno en matematicas: la cuenta que sacaste no te salio buena. con tantos paises para vivir del futbol fuiste a uno de los mejores del mundo. es como ir a rusia si eres ajedrecista. pero fe y adelante.
Les aclaro que la tierra de Gardel es Uruguay, específicamente Tacuarembó y a Dayron le digo que eche palante el único que decide que puede hacer y que no es el y si Capablanca fue campeón sin ser ruso Dayron puede jugar profesional
SUEÑO ARGENTINI NO?
Jajajja.
Vos te piensas que acá todas las canchas son mundialistas. Estas muy equivocado, acá las hay peores que las de Zulueta