Cuando las luces se apagaban, Jorge Hernández encendió su foco amarillo y nunca se rindió. “Perdido del mapa” por mucho tiempo, ya algunos pensaban que no firmaría con ningún equipo de Grandes Ligas. Como mismo creían que su gran anhelo desde que salió de Cuba rumbo a Dominicana no sería cumplido.
Sin embargo, el derecho cienfueguero firmó hace poco con Boston Red Sox por un año, un contrato de liga menor y con invitación a entrenamientos de primavera.
A la pregunta de si los tres años que estuvo en Dominicana valieron la pena, intentando firmar algún contrato, respondió a OnCuba: “Yo creo que sí. A pesar de cometer muchos errores y muchas cosas por la inexperiencia y muchos problemas que pasé aquí, también me sirvieron de experiencia para todo lo que logré ahora. Reconocer el apoyo de los que me respaldaron, mis primos, mi esposa, a mi preparador físico que me ayudó en la parte del gimnasio, y a la compañía Born to play que logró que me enfocará, mi entrenador Guaroa y a mi agente Edgar Mercedes”.
Hernández en 2012 ya había integrado en el equipo Cuba al torneo de Rotterdam en Holanda. En ese año consagratorio lanzó con Cienfuegos para 13-6, y 2.78 de efectividad.
Su generación es la mejor de la historia de su provincia. Con jugadores nivel MLB como José Abreu, Yasiel Puig y otros que rozaron las Mayores como Erisbel Arruebarruena.
Emigrar y buscar un futuro lejos de una zona de seguridad es el último enigma de los beisbolistas cubanos. Ante ello, muchos se imponen y otros simplemente desfallecen en el intento. Hernández nunca dudó de sus designios y salió a tocar el sueño.
“Estos tres años lejos de la familia y luchando un sueño me va a hacer más fuerte a partir de ahora hacia delante. Pienso que ahora es que yo voy con todo. ¡Voy con todo! Mi meta ahora es subir este año a Grandes Ligas”, añadió.
Jorge Hernández se halla en grandiosa forma para enfrentar los enconados retos del futuro. Su recta crece y se estabiliza en las 93 y 94 millas, tocando las 95. Se le hace, a veces, más difícil lanzar a más velocidad desde un ángulo de salida lateral. Boston Red Sox le vio futuro con su arma lateral, lanzamientos que pueden gestionar un gran dominio ante bateadores derechos. Agregó a su repertorio el cambio, y la slider lo perfeccionó. La sinker que entrena a diario puede ser la clave para consagrar un dominio que además puede causar muchos roletazos a los bateadores.
“Aunque hayan pasado tres años sin jugar, yo confío en mí un cien por ciento”, dice Hernández.
Atravesó etapas en que decayó el ánimo, pero nunca la esperanza. La esperanza siempre anduvo abierta y cercana al sueño.
“Mi momento más difícil era ver como las cosas no me salían, y tuve decepción, estuve un tiempo decepcionado, pero ya regresé y ahora esto aquí y eso es lo que hace falta”, dijo.
En 2014 probó suerte con los Tigres del Licey, equipo histórico del béisbol dominicano. Allí no tuvo muchas oportunidades, lo cual es una constante en este tipo de béisbol invernal donde los extranjeros no son muy valorados sin curriculum previo.
“Mi experiencia con el Licey me sirvió para cuando llegué a donde quiero llegar ahora no cometer los mismos errores del pasado. Me fue bien, incluso fui escogido de refuerzo con los Gigantes del Cibao, pero me preocupé más por la velocidad que por sacar outs. Aquí todos decían que había que tirar muy duro, y es una realidad, uno venía de Cuba de lanzar a 90 millas y sacar outs, pero con el Licey fue una experiencia maravillosa, y en otros años si me llaman vendré a jugar con el Licey también”, agregó.
Tras repetidos fracasos, Hernández vino a encontrarse a sí mismo con el agente Edgar Mercedes y su compañía Born to play. Esta compañía le tendió la mano al derecho y lo puso en dirección hacia una meta. Ellos le dijeron a Hernández que tenía toda la materia para tocar las Grandes Ligas, en medio de tiempos confusos, confiaron en el derecho. Mercedes es conocido por ser el mismo agente que firmó a Yoenis Céspedes y a Yuniesky Maya.
Tras firmar y lograr su primer objetivo, Hernández nunca olvida las tempestades de altas y bajas que tuvo en ese lapso de tiempo tan profundo en Dominicana. Hubo días aciagos pero su familia siempre lo siguió en sus pasos. Tiempo después el conocido “Jorgito” de Cienfuegos no olvida familiares como su primo Reinaldo Gutiérrez o su misma madre desde Cuba quienes nunca lo dejaron caer. Toda una familia fue parte del anhelado triunfo, entre ellos su padre Jorge Hernández, quienes dejaron el mensaje más importante: “Tú vas a llegar algún día”.
Para muchos beisbolistas cubanos que emigran el principal logro es firmar con una organización de MLB. Esta primera etapa está cumplida para Jorge Hernández. La próxima es parte del porvenir, un porvenir que el pitcher de 26 años de Ariza se fraguó a golpe de fuerza, de lanzamientos bajos o altos, pero que siempre tienen algo imprescindible en el deporte y en la vida: el corazón.