Cuba va en quinto lugar de la competencia en Lima y el pabellón de la Isla mira ahora por el retrovisor a dos rivales incómodos y se enfoca en la persecución de otros que parecían inalcanzables.
La inyección de la última jornada vino desde frentes insospechados: dos remeras con sed de venganza, una guerrera de toda la vida, varias juveniles crecidas antes los focos, y un grupo de espadachines empeñados en volver a mostrar el filo cortante de una disciplina mellada en el pasado reciente.
Ellos se sumaron a la segura puesta en escena del abanderado cubano, Mijaín López, quien ganó su quinta corona continental al hilo, y la tercera sin permitir puntos sobre el colchón. Del gigante pinareño no hay mucho que decir, más allá de que es un monstruo competitivo, quizás el mejor atleta que ha dado la Isla en la historia.
Mijaín, de hecho, era la única opción realmente segura que tenían los caribeños este 8 de agosto, pero desde temprano las remeras Yariulvis Cobas y Aimé Hernández nos mandaron señales de que algo grandioso podría ocurrir.
Las chicas revolvieron las aguas del canal Albufera Medio Mundo y anotaron la primera medalla de oro para el remo, al que todavía le queda la bala de Ángel Fournier, claro favorito en el single sculls.
Después cayeron, uno tras otro, los cetros espectaculares de Yarisley Silva y Adriana Rodríguez en el atletismo, así como el del equipo masculino de espada (Reynier Henrique, Yunior Reytor y Luis Enrique Patterson), que primero se burló del linaje de los hermanos Limardo y luego borró del mapa al conjunto argentino.
Ahí tenemos cuatro títulos inesperados para Cuba, tres de ellos con una dosis de dramatismo importante, sin restarle emoción al triunfo de la dupla Cobas-Hernández en el remo, quienes dominaron su regata de punta a cabo y sacaron más de un bote de ventaja.
En cambio, Yarisley sobrepasó in extremis una marca (4.75) que no había realizado en el 2019, mientras Adriana impuso respeto en el salto largo del heptalón cuando solo le quedaba un intento y se llevó la corona en la prueba combinada, llenando a la perfección el espacio de la favorita y retirada Yorgelis Rodríguez.
Hay cierta mística en ambas historias.
Silva comenzó a competir casi sin calentar, estuvo a punto de ser eliminada en la pobre altura de 4.35, y después renunció a su último intento en 4.70 para apostar todo o nada en 4.75. Normalmente, una historia tan irregular no puede terminar bien, pero la vueltabajera apeló a la épica y acabó derrotando a contrarias con mejores credenciales en este 2019.
Adriana, por su parte, terminó en la cima del heptalón y una de sus primeras fotos de celebración fue con la gran favorita de la modalidad, Yorgelis Rodríguez, quien un día antes se retiró de la competencia al no completar ningún salto válido en la altura.
También pinareña y con 20 años, Adriana aprovechó la ocasión y no dejó escapar un reinado que los directivos del atletismo habían dado casi por seguro, teniendo en cuenta la gran diferencia cualitativa de Yorgelis con el resto.
Por último, los espadistas demostraron que su título continental hace solo un mes no fue obra de la casualidad. Reytor, Henrique y Patterson enseñaron credenciales y disputaron sin complejos un torneo de empinadas cuestas, como la semifinal contra los venezolanos Limardo.
Definida en los últimos segundos y con mínima ventaja, esa confrontación victoriosa le dio una enorme confianza al trío de la Isla, que después sacó rápida ventaja en la discusión del cetro frente a los argentinos.
Todo ello, unido a la disertación de poder de Mijaín, lanzó a Cuba directo al quinto lugar del medallero, ahora con 23 doradas, 17 platas y 20 bronces. Estos son los días que pueden marcar el destino final de una delegación en citas múltiples, no solo por la cantidad medallas, sino por la manera en que se gestaron y los protagonistas de las mismas.
Por ejemplo, más allá de las coronas, de Cuba impresionaron las judocas Vanessa Godínez (verdugo de la argentina Paula Paretto) y Nahomys Acosta, plata y bronce, respectivamente, pero con un alto nivel competitivo y mucho compromiso con la causa.
También en plata quedó la librista Yusneilys Guzmán, y su coequipera Lianna de la Caridad Montero, medallista mundial, fue bronce en una lid de alto calibre. Y las mujeres de la lucha no deben parar ahí, sus opciones de llevarse al menos una corona de Lima es completamente real.
Con esta jornada, cambia radicalmente el pronóstico final de Cuba, que ahora tiene opciones más claras de llegar y hasta sobrepasar las 30 preseas doradas, con un máximo de 33-34 si las cosas salen a pedir de boca en un epílogo de infarto.
Alcanzar esas cifras sigue dependiendo enormemente del judo y la lucha, los cuales, de manera combinada, tienen pendientes ocho metales áureos según sus pronósticos precompetencia.
No obstante, hay vida más allá de esas disciplinas tradicionales. La pelota vasca puede erigirse en la verdadera revelación cubana en un cierre sin certezas, pero con muchas esperanzas.