Mencionar el nombre de Jorge Ebro en el ámbito deportivo “hispano”, en la ciudad de Miami, es sinónimo de profesionalidad, entrega, conocimientos infinitos sobre las más variadas modalidades atléticas. Y uno puede creer que detrás de todo eso existe un tipo duro, que se las sabe todas; alguien introvertido, pero la verdad es otra. Jorge Ebro es un tipo carismático, bromista nato. Alguien que le da lo mismo besar una bandera del Real Madrid que el escudo del Barcelona. Todo con tal de provocar polémica. Sonríe casi siempre. Y es muy fiel a los suyos y a su trabajo.
Ebro, debe existir algo en tu infancia o en tu adolescencia que haya definido tu futura profesión, que te haya convertido en lo que eres. ¿Es así?
Más que nada, el amor por las letras. Yo he descubierto ahora mi amor por la radio. Me he enamorado de la radio, pero mi primer amor siempre fue y va a ser la escritura, va a ser el periodismo escrito, que no va a desaparecer aunque desaparezca el papel; aunque esté en otros medios, pero seguirá siendo “escrito”. Yo recuerdo que mi madre no tenía mucho dinero para comprarme regalos, pero hallaba el modo para comprarme libros. Tenía muchas amistades que me regalaban libros y por eso, desde niño, comencé a tener un amor por la lectura tremendo. Yo desde entonces me leía cosas que otras personas no se leían. Me acuerdo que los sábados ella se iba a trabajar y me dejaba en la biblioteca. Luego cuando terminaba su jornada laboral pasaba por la biblioteca y me recogía. En esa biblioteca de la ciudad de Matanzas, descubrí un tesoro de cosas inmensas. Libros que ya no se publicaban, que no encontrabas en las librerías, pero que estaban allí, como patrimonio, y me fui empapando de todo eso.
Pero imagino que no fueran todos libros deportivos. ¿Cómo entra el deporte en la vida de Jorge Ebro?
El deporte si fue como algo natural y eso se lo debo a mi abuelo. Mi abuelo era un fanático empedernido de los Yankees de Nueva York y por ahí fui nutriéndome del amor por el beisbol. De niño me iba con los amiguitos del barrio para el estadio Victoria de Girón, y por la noche, ya en casa, con un radiecito que yo tenía, me ponía a escuchar los demás juegos que se celebraban en el resto de los estadios del país. Pero no era solo beisbol, ni se limitaba al ámbito nacional. Yo seguía todas las incidencias de “los equipos Cuba” y cuando Cuba, por ejemplo, perdía en el voleibol, yo me ponía a llorar, y mi mamá me decía: ¿por qué tu sufres por cosas que no tienes porqué sufrir?
Bueno, a mí me sucedió igual con Stevenson, cuando perdió la primera vez con Igor Visotski. Hasta ese entonces yo pensaba que Stevenson era invencible.
Exacto…. Yo lloraba, pero como se dice “a moco tendido”. Ahora que ya uno es grande mira todo eso con cariño, como algo lindo que te sucedió en la llamada edad de la inocencia, pero te das cuenta que es un amor que fue creciendo dentro de ti. Yo incluso, una vez que me decidí por el periodismo, soñaba no con hacer periodismo deportivo, sino con ser corresponsal de guerra. Hacer algo, algo grande, irme por ahí, pero eso nunca sucedió. Yo me gradué y pasaron pocos años y llegué aquí, a Miami…
Tú te graduaste en el año 1992, llegaste a Miami y enseguida ejerciste…
No, que va. Yo llegué a Miami en el año 2000. Mi historia es un poquito complicada. Mi padre es preso político. Estuvo siete años preso y llegó antes que yo, así que yo me quedé en Cuba, con mis abuelos. Mi abuelo ha sido la persona que más he querido en la vida, y no fue hasta que falleció que yo decidí venir para acá. Al llegar estuve haciendo pequeños trabajitos, fuera del periodismo. Como le ha sucedido a casi todo el mundo. Pagando el derecho a piso. Hasta que un amigo mío me avisa que el departamento deportivo del Nuevo Herald se había quedado vacío. Fue la época en que empezaron los .com y Univisión había creado su dominio .com y se llevaron a todos los periodistas del Herald. Llega este amigo mío y me dice: ¿Oye, tú no eres periodista? Dale para el Herald que se quedaron sin periodistas. Yo no tenía experiencia en el periodismo deportivo “americano” pero yo había hecho cosas sobre el deporte en Cuba. Yo cubría mucho el boxeo, que me ha encantado de siempre, y la Liga Superior de Baloncesto, y de cuando en cuando algo sobre el equipo de pelota de Matanzas. Llego a la redacción deportiva del Herald y me preguntan: ¿Usted sabe algo de deportes? Y mi respuesta fue: yo soy el caballo en el deporte.
Pero del deporte cubano…
Sí, claro, pero también tenía una cosa, que es el conocimiento humanista del periodismo. A mí siempre me ha gustado, más que decir este ganó o este perdió, explicar el porqué de cada derrota o cada victoria; porque detrás de los triunfos y de las derrotas, existe una historia humana. Los atletas, todos, son seres humanos, con conflictos en su vida personal y social. A mí siempre me ha gustado hurgar en el drama de los atletas.
Ebro, ¿crees que es difícil para un periodista cubano ejercer el periodismo en Miami y mantenerse separado, digamos, del riesgo político a la hora de ejercer su profesión?
Yo he mantenido bastante separado de mi trabajo el tema político. Yo nunca he hecho política con el deporte, simplemente me limito a contar lo que está pasando. Y aunque te pueda parecer radical mi pensamiento, soy fiel con las cosas que creo. No soy partidario de la forma en que ahora se gobierna en Cuba. El sistema que se ha implantado. No creo que actualmente sea lo mejor. Se necesitan cambios, pero respeto el derecho a creer en eso. Lo respeto para el debate, pero no lo mezclo con mi trabajo. Igual que… mira, Miami es otra cosa. Si tú vas a ejercer el periodismo aquí, no puedes estar constantemente escribiendo cosas de allá. ¿Estamos hablando de deportes, no? Pues bien, aquí la gente está metida en los Marlins, los Heats y los Dolphins. Y sí, tú sigues la pelota cubana, pero hablar de eso, no constituye tu pan. Tu trabajo nunca será escribir sobre la pelota cubana. Ahora, fíjate tú qué cosa más interesante esta: cuando un pelotero cubano viaja y se queda, o cuando se fuga de Cuba, y digamos aspira a jugar en Grandes Ligas, entonces sí se convierte en un tema tuyo de trabajo. Fíjate qué complicado es el asunto. Apenas el pelotero firma un contrato para jugar aquí, se convierte en un tema de tu trabajo.
Vinculado o no a este periodismo “político”, existe además un periodismo de instigación. Seamos sinceros. Hoy en día hay mucho periodismo malo, incluso mediocre. Hay periodistas de farándula, periodistas que ocultan verdades, o periodistas que mienten. ¿Cuáles son las ideas o conceptos que Jorge Ebro lleva delante en su frente de batalla, en su trinchera, a la hora de ejercer su labor para mantenerse al margen?
Lo primero que me trazo como meta es saber qué es lo que le interesa a los lectores. Esto es algo digamos “técnico”. Ahora, hoy en día tú puedes tener toda la información del mundo en algo tan pequeño como un teléfono. Yo no puedo aparecerme mañana en el periódico a decirle a la gente que ganó el Barcelona y perdió el Real Madrid. No. ¿A quién vas a engañar? Ahí tienes un ejemplo en las redes sociales, que han cambiado el periodismo por completo. Yo trato de decirle a mis lectores el porqué perdieron los Marlins. Qué le sucedió ese día a José Fernández. Cosas que no “encuentran” en otro lugar.
La parte humanista de la que me hablabas ahorita.
Así mismo. Primero trato de dar eso, que es lo que me permite a mí como persona del periodismo escrito sobrevivir en medio de tanta modernidad. Yo creo que lo humano ni envejece ni muere. Segundo, no trato nunca de falsear lo que está pasando. Lo que está pasando está ahí, delante de tus narices.
¿Y de instigar? No buscas provocar en el lector algo que…
No, yo creo que nunca lo he hecho. Nunca he instigado a nada.
Tú eres un gran conocedor del deporte, y este trabajo te exige, a los ojos y oídos de tus seguidores, “saber de todo”… y hacerlo bien. Haces un buen periodismo,…crítico a veces, pero medular.
Eso que tú dices es interesante, pero en Cuba, hasta mi época -y yo sé que ahora lo hay porque lo veo- el periodismo deportivo en Cuba era cero. Yo no tuve referentes en ese aspecto. ¿Cuándo tú viste en Cuba entrevistas serias de profundidad en el periodismo deportivo? No existía…
Bueno, casi no existe. Yo te aseguro que los mejores trabajos críticos que se han publicado no han visto la luz en la prensa plana, sino en la digital… e incluso, la autoría escudada tras seudónimos.
Pero eso antes no existía, te repito. Todo era prensa plana o radial. Teníamos un periodista como Sigfredo Barros que se limitaba día tras día a informar quién ganaba y quién perdía. No había un análisis serio de las cosas. Digamos, del por qué le cayeron a palos a determinado lanzador o por qué lo habían utilizado tres días seguidos. Hacer una crítica del deporte en Cuba, en mi época, equivalía a quedarte fuera del viaje. Y es triste decirlo, pero eso era a lo que aspiraban todos los periodistas: a viajar.
¿Fue muy difícil insertarte al panorama periodístico deportivo de Miami?
El beisbol en Cuba es muy simple. Aquí no. Aquí la parte de los contratos es muy importante y a la vez muy complicada. Digamos el por qué tú vas al arbitraje, por qué tu vas a ligas menores, por qué te van a dar una oferta calificada…
Un entramado muy difícil de manejar, el cual tú ya dominas.
Yo lo aprendí. Tuve que aprendérmelo. Y me costó tremendo trabajo, pero al principio me preguntaban: “¿viste a fulano cómo firmó?” Y yo “haciéndome” decía: Oh sí, si… pero eso fue en el primer año nada más. Yo tuve noches y noches de estudio… pero al segundo año, ya nadie podía hacerme un cuento. Ni en la pelota, ni en el basket que es mucho más complicado aún. Todos los deportes profesionales traen una parte de negocios que en Cuba no existe, quien lo desconozca, es como si no supiera nada. Ha sido un sacrificio para mí… y así y todo, a veces ha sucedido que me han preguntado algo y he dicho con absoluta franqueza que no lo sé.
Entonces uno de los consejos que le pudieras brindar a todo aquel que comience a ejercer el periodismo deportivo fuera de “sus fronteras habituales” sería este: estudiar el nuevo entorno.
Sí, y te repito, sobre todo en los deportes profesionales. En el amateurismo no existe nada de eso.
¡Y los atletas! Pudieran estudiarlo también, y así no ser víctimas de estafas.
También. Mira, por ejemplo, esos muchachos que van a la Serie Mundial de Boxeo, son, por decirlo de algún modo, boxeadores y punto. Pero ya cuando tú quieres boxear aquí… sobre todo los cubanos, la cosa se complica. Déjame decirte que el tema de los boxeadores cubanos aquí en Estados Unidos es bastante engorroso. Constantemente lo oyes, que pasan de un promotor a otro, que si no pueden pasarse porque le deben tanto a no sé quien, y si tú no manejas todo eso bien, es como si no supieras nada de boxeo. Ahora el tema grande es ¿por qué no pelea Rigondeaux?
Hablemos un poco sobre eso entonces… la verdad es que apenas llegan les prometen villas y castillos y luego… En este caso del boxeo en específico, a mí me da la impresión que andan “desprotegidos”. ¿Por qué, si los cubanos de Miami somos tan unidos en muchas cosas, por qué si se nos intenta presentar como una masa homogénea, nosotros no nos unimos para apoyar a nuestros deportistas?
Sí, tienes razón, pero fíjate, yo he estado en muchos torneos de boxeo aquí en Miami, donde incluso se han presentado boxeadores cubanos en el cartel, y dentro del público hay muy pocos cubanos. Si lo ponen por televisión todo el mundo lo ve, si lo ponen por el Pay per View, o se roban el cable o se unen veinte en una casa y lo pagan entre todos para poder verlo. El cubano no está acostumbrado a pagar 25 dólares por ir a ver a un boxeador. En Cuba iban a las salas deportivas a presenciar los carteles boxísticos o los veían en la TV, pero era gratis.
Entonces… ¿la culpa de la poca fortuna de los boxeadores cubanos aquí en Estados Unidos es nuestra, de los aficionados?
Yo lo creo así. Es culpa nuestra. No los apoyamos lo suficiente. Me refiero a la parte económica. Ya te dije, estamos hablando de un deporte profesional y muchos desconocen cómo es que funciona el boxeo profesional. No apoyamos nada… y esto no es una crítica tampoco. ¿Sabes por qué? Porque aquí la vida está muy complicada para nosotros. Aquí en Miami muchos tienen dos y tres trabajos para poder subsistir y para mandar dinero para Cuba. Ese es un punto clave. Sostenerse aquí económicamente y sostener la familia en Cuba.
Sí Ebro, pero eso también pasa con los mexicanos. Aquí hay mexicanos – por citar un ejemplo – con dos y tres trabajos también sosteniendo familia(s) en México.
Hay una diferencia. Los mexicanos vienen de una cultura distinta. Una cultura y una creencia arraigada durante siglos, de ir a pagar para ver el boxeo. Esa cultura no la tenemos nosotros los cubanos.
Y este mercantilismo, Ebro, ¿al final no socava el espíritu competitivo del deportista convirtiéndolo en un elemento que juega por su salario y no por amor a una camiseta, o a un público? ¿Pudiera ser el atleta alguien que compite contra otros por mantener un cheque con fondos?
Ese es el sino de los tiempos. Eso del club es lindo, de la camiseta… es muy bonito pero hay que entender la realidad del atleta y en el mundo que este vive. Los atletas, aparte del tiempo que van a vivir como seres humanos, tienen un tiempo finito, más reducido, dentro del deporte, y les urge aprovecharlo; en el caso de los deportistas profesionales, tienen que aprovechar al máximo las bondades de la contratación. Los peloteros de Grandes Ligas, por ejemplo, saben que los equipos están haciendo mucho dinero con los contratos de televisión. ¡Billones! Y ellos, ahora, quieren su parte del pastel. Los boxeadores igual; los basquetbolistas… Ya el amateurismo se extinguió. No existe ni el tiempo, ni la forma de por sí solos, meterse en un programa deportivo, entrenar, ir a trabajar y luego sufragarse los gastos para competir. Lo del amateurismo es puro cuento. Yo entiendo a veces que el lado mercantil puede gustarte o no, pero no puedes obviar su presencia, y eso ya no lo va a cambiar nadie. Nosotros vivíamos en Cuba dentro de una burbuja referente a todo esto. Se nos hablaba mucho de los atletas que competían por la patria y por el amor a su pueblo. Yo puedo decirte que es muy larga la lista de los atletas cubanos que ya retirados no viven con un mínimo de condiciones que, en su vida como atletas, pudieron garantizarse para su vejez. Yo entiendo a quienes vienen de Cuba,… en un momento inicial esto puede resultar un shock, pero en el camino te vas dando cuenta que la vida no es color de rosas, y que los atletas tienen derecho a “pedir” mientras son útiles, porque ya una vez que se retiran, todo cambia, y no todos tienen los recursos o los conocimientos para seguir viviendo del deporte; ejerciendo como entrenador por ejemplo.
Te has circunscrito, digamos, en el tema cubano, del amateurismo “cubano” – tema válido – pero mi pregunta estaba enfocada de modo global. ¿Tú crees que en pro de “la bolsa” la rivalidad deportiva, el reconocimiento al triunfo, al esfuerzo, a ser “el mejor” en el mundo, han quedado relegados a un segundo plano? ¿El deporte es deporte, o es mercancía y los atletas son piezas en el trueque?
El deporte más que una mercancía es un negocio que a veces lleva al apasionamiento de las partes involucradas. Mira lo que pasa con el clásico del futbol español: el Madrid-Barcelona. Estos enfrentamientos mueven una cantidad de millones que a todos les conviene que así sea. A los dueños del Club, a las cadenas de televisión, a los propios atletas, al público, al que vende un refresco en un bar… Básicamente, sin eso, no hay deporte. Mira, la ciudad de Montreal terminó de pagar la deuda contraída por los Juegos Olímpicos de 1976 recientemente. Antes de Barcelona 1992, a ninguna cadena le interesaba televisar los Juegos Olímpicos porque era un gasto tremendo. Es inevitable que así suceda. Son otros tiempos. Disculpa que yo vuelva otra vez a hablarte de Cuba, pero es un ejemplo reciente, quizás “el último bastión” que queda dentro del deporte amateur; un ejemplo que tanto tú como yo, tenemos fresco en la memoria. En Cuba había todo un dispositivo gubernamental volcado hacia el deporte que eso, sinceramente, es insostenible. Ninguna economía en el mundo puede sostener eso así de esa manera. Yo soy partidario de que los gobiernos sí deben preocuparse de que haya educación deportiva en las escuelas, pero ¿mantener una liga, como por ejemplo lo puede ser la Serie Nacional Cubana de Beisbol…? ¡No! El Estado no tiene que ocuparse de eso. El Estado consume muchos recursos en mantener eso… recursos y tiempo que pudiera emplearlos en otras cosas más importantes y fundamentales de la nación.