Tras zarpar desde Iquique, Chile, y después de jugar un par de encuentros en Guayaquil, el Colo Colo, uno de los más añejos y prestigiosos clubes del fútbol chileno, arribó a Cuba el 24 de enero de 1927 en el vapor “Venezuela”. A su llegada a tierras habaneras se hospedaron en el Hotel Torregrosa y comenzaron una gira internacional que los llevó también por Ecuador, Brasil, Uruguay, Argentina, México, Estados Unidos y Europa, parada esta última donde se produjo la muerte de su capitán y fundador David Arellano.
Desde su misma llegada, este club despertaría un interés en toda la fanaticada habanera por verlos jugar y medirse con los mejores equipos de la ciudad, a la cual llegaron ese mismo año otros equipos de renombre mundial como el Real Madrid y el Nacional de Montevideo.
El Colo Colo estaba conformado por 23 personas, de los cuales 19 eran jugadores y estaban representados por los señores Carlos Cariola, presidente de la Federación Chilena de Football y Miguel Moncho, quien fungía como Tesorero. Al recibimiento de tan ilustres visitantes se dieron cita el Ministro de Chile, señor Luis Rencoret, representantes de la Federación Occidental de Fútbol Asociación, además de muchos aficionados y simpatizantes de los clubes locales.
El glorioso elenco estaba compuesto por los guardametas Roberto Cortés y Manuel Guerrero; los defensas Ulises Poirier, Manuel Figueroa, Tego Bascuanian y George Lindford; los mediocampistas Guillermo Saavedra, Víctor Morales, Colo Colo González, Francisco Arellano y Waldo Sanhueza; y los delanteros Miguel Olguín, David Arellano (capitán), Carlos Schneberger, Manuel Bravo, Guillermo Zuhiabre, Humberto Moreno, Ernesto Chaparra y Horacio Muñoz.
Los chilenos formaban un equipo bastante fuerte, a pesar de su juventud. Solo llevaban 2 años de fundados, pero ya venían con una reputación ganada y estaban dispuestos a hacer un buen papel frente a los mejores elencos habaneros. La prensa local refería que: “Tienen la escuela de un buen fútbol. Traen mezclado el sistema sudamericano con el método español, con una furia ordenada y con virtuosidad en las jugadas”.
Es bueno aclarar que el equipo visitante vino reforzado con jugadores de otros clubes de su país (La Cruz, Loa Liga, Nacional, Fernández Vial, Wandereres y Unión Deportiva Española). En su conjunto, más que un club se le podría considerar una selección nacional de Chile. Por otra parte, los clubes habaneros estaban conformados en casi su totalidad por inmigrantes españoles radicados en la ciudad, incluso por futbolistas húngaros (Katzer y Weiss jugaban en el Fortuna).
Por aquellos tiempos, a los cubanos no les simpatizaba mucho el balompié y la presencia de nacionales en los equipos habaneros era casi nula. Así que aquellos enfrentamientos se podría decir que eran de chilenos contra españoles en tierras cubanas.
Sobre la calidad del equipo visitante nos reflejaba el periódico local Diario de la Marina: “nuestro juicio es que los de casa tendrán que emplearse a fondo para salir airosos de la prueba. Así lo entendemos nosotros después de ver entrenarse a los chilenos. Es una relevante demostración de verdadero fútbol el que nos traen nuestros hermanos: juegan con sentido, poniendo la cabeza hasta en los más insignificantes pases (…) Además, los chilenos son hombres de inagotable empuje y se distinguen por el entusiasmo siempre renovado de que hacen gala. En suma: futbolistas caballerosos, inteligentes y muy disciplinados”.
Y en efecto, el primer partido terminó favorable a los visitantes, ganando con un contundente marcador de 4-1. Su víctima fue una selección hecha con jugadores de los clubes del Real Iberia y la Juventud Asturiana, que alineó el siguiente once: Ocampo, Constante, Goyo, Mieres, Candasu, Arenas, Gacha, Torres, Edelmiro, Berges y Panchito.
Los locales lucharon con entusiasmo y voluntad en aras de conseguir la victoria, pero no lo lograron, más allá de demostrar una movilidad asombrosa dentro del campo, llegando incluso a poner en apuros a los chilenos, pero ese día los delanteros no estuvieron muy acertados de cara a la portería.
Su estancia en la capital habanera les sirvió a los chilenos para conocer sitios y lugares de interés. Visitaron algunas escuelas públicas de la Habana Vieja y se preocuparon por saber algunos datos de la educación en Cuba y las compararon con la de su país.
El 30 de enero de 1927 tuvo lugar el segundo partido y esta vez les tocaría enfrentarse al equipo Fortuna. Este encuentro fue más famoso por los acontecimientos desagradables que tuvieron lugar, más que por el resultado en sí. Ante la supuesta parcialidad mostrada por el árbitro al cantar dos penales a favor de los fortunistas, los chilenos dieron tremenda tángana y amenazaron con retirarse del encuentro.
Según Waldo Sanhueza, quien era a su vez jugador y corresponsal del diario chileno Sports, el juego fue un robo descarado y alegó que, a pesar de ser visita, casi los linchan, y que a su alrededor volaban por los aires palos, piedras y sillas.
Por otra parte, la prensa habanera recoge el mencionado hecho así: “En Almendares Park estuvo a punto de producirse una tremenda protesta del público al abandonar el terreno el team chileno, debido a una decisión del referee, pero al intervenir la policía y cambiarse de juez, cosa que no está permitida en las reglas de ese juego, que fue un gesto de benevolencia de nuestra Federación, se calmaron los ánimos y el juego continuó su curso, que por cierto acabó con un hermoso triunfo de los chicos del Fortuna.”
El resultado final fue de 3×2 favorable al equipo local, que alineó a Enrique, Miró, Carlos, Lluhi, Lage, Cachán, Pipa, Borrazás, Cosme, Strauss y Katzer, estos últimos eran jugadores húngaros.
Las escenas de violencia del público habanero eran muy frecuentes. En casi todos los juegos balompédicos existían protestas desairadas contra el árbitro y originaban lo que se conocía como “cámaras húngaras”. No pocas veces tenía que actuar la policía para aplacar la situación. Las constantes protestas, más allá de las indisciplinas de los aficionados, estaban dadas por la poca preparación de los colegiados que impartían justicia. Justamente por aquellos días quedaba constituido el Colegio de Árbitros, que tenía como Presidente a Francisco “Paco” Brú, quien fuera director del club habanero Juventud Asturiana y del Real Madrid español.
Sobre el desagradable incidente nos relata el mismísimo Carlos Cariola, Representante del equipo chileno, en carta al Presidente de la Federación Occidental de Fútbol Asociación, donde además se retracta de la posición asumida por sus muchachos y les deja saber a todos la parte de culpa que tuvo el arbitraje.
“Señor presidente:
“Nuestro mayor deseo era permanecer más tiempo en esta hermosa ciudad para demostrar ampliamente la calidad deportiva del Colo Colo y con este fin habíamos accedido al segundo partido con el Iberia y esperábamos que se accediera al segundo partido con el Fortuna. Desgraciadamente para tales propósitos los acuerdos tomados anoche por la Federación que usted tan dignamente preside nos hacen imposible jugar más en La Habana. Porque no podemos reconocernos culpables de hechos enteramente ajenos a nuestro espíritu deportivo de amateurs para obtener nuevos partidos, en especial cuando esos hechos fueron emanados de un arbitraje que se generó sin el acuerdo de las partes; y es que no puede considerarse tal el sentimiento dado para evitar el fracaso del espectáculo unos cuantos minutos, antes de salir los equipos a la cancha después de un reiterado rechazo del árbitro cuya designación no se nos había consultado.
Lo único que merece una aclaración es el retiro del centro de la cancha de nuestros muchachos, retiro que fue provocado por el capitán para pedir al presidente suscrito que obtuviera el cambio de árbitro, lo que conseguido, dio lugar a que el juego prosiguiera su curso, calmándose de inmediato los ánimos a pesar de haberse cobrado un nuevo penal a los nuestros, perdonándose dos del Fortuna.
Lamentamos, pues, muy sinceramente los hechos producidos, y como una deferencia al pueblo cubano que nos ha brindado su fraternal hospitalidad invitamos a la Federación a que echemos sobre lo ocurrido el domingo el generoso olvido que los buenos deportistas saben poner sobre incidencias que nada valen al lado de la cordialidad de los pueblos y de sus instituciones. Y reitero al señor presidente y a los miembros de la Federación que preside, las protestas de mi alta consideración y respeto”.
Más allá de los contratiempos y la imposibilidad de jugar dos partidos revanchas con los mismos equipos, el Colo Colo no defraudó y jugó un fútbol de excelente nivel. Para ambos equipos fueron encuentros fructíferos, tal fue así que uno de los delegados del Colo Colo, Luis Bustamante, se quedó en La Habana para concertar con la Federación y los Clubes dos juegos más que al final no se pudieron lograr.
El resto de sus compañeros partía rumbo a México en el vapor Espagne el día 5 de febrero. Así terminaba esta expedición chilena a tierras habaneras.
Vale destacar que en la década del 30, nos visitó otro equipo chileno, el Audax Italiano. En el año 1995 nos volvió a visitar el Colo Colo, en esta ocasión tomaron a La Habana como base de entrenamiento como previa a su participación en la Copa América. También, después de esta visita contrataron al médico cubano Rafael Gutiérrez y se lo llevaron a trabajar para este equipo en Chile durante 15 años.
Ahora, se vuelve a dar la oportunidad de que los dos países se enfrenten nuevamente en un amistoso y sólo queda desearles un buen partido, que gane el mejor y que no se repitan los hechos desagradables de antaño.