Esta noche, en un dugout y otro de Dodger Stadium, estarán el equipo más grande y el que más deudas ha adquirido en los Clásicos Mundiales. Es decir, el dos veces monarca Japón contra Estados Unidos, cuya faena tope fue el acceso a las semifinales del torneo de 2009, cuando los propios nipones los apartaron inmisericordemente del camino.
Los norteamericanos le han puesto interés al campeonato. El manager Jim Leyland había dicho que no quería a los mejores jugadores, sino a los más comprometidos con la causa, y la imagen del equipo ha cambiado considerablemente. No se han visto los apáticos rostros de unos millonarios acogidos a las leyes del mínimo esfuerzo, sino a hombres ansiosos por ganar.
¿No se acuerda de Nolan Arenado tirándose en primera como si en ese lance le fuera algún contrato? ¿O de Adam Jones dando gritos tarzánicos después de malograr un bambinazo? ¿Pasó por alto usted la cara de Eric Hosmer cuando anotó la carrera de la puntilla ante Dominicana?
Los norteños han conseguido armar un grupo que carece de las mejores armas del pitcheo nacional (Kershaw, Bumgarner, Scherzer…), pero cuenta de todos modos con un sólido bullpen. Y no tienen a varios de sus principales toleteros (Trout, Harper, Bryant…), mas les puede bastar con el concurso de los Posey, Stanton, Yelich, Kinsler y McCutchen.
Ahora se trata de revertir la historia. El triunfo sobre Japón en 2006 fue simplemente un resultado de segunda ronda –tan anecdótico que los del Sol Naciente acabarían proclamándose campeones–, mas la referida derrota por el avance a la final de hace ocho años dejó una pica hundida en el áspero lomo del toro estadounidense. Todavía se recuerda a Roy Oswalt soportando un castigo indecible en el cuarto episodio de una trama que terminó 9×4…
Por supuesto, Japón posee argumentos para frustrar sus sueños de desquite. Es el único equipo que ha asistido siempre a la fase de semifinales, y el único también en agenciarse dos coronas.
Mas también ha sufrido ilustrísimas ausencias. A la tropa de Hiroki Kokubo le falta el super prospecto Otani, por lesión, y unos cuantos lanzadores estelares como Tanaka, Darvish, Maeda o Iwakuma. Un solitario ligamayorista, Nori Aoki, trata de hacer verano, y cualquiera habría pensado antes de marzo que al Samurai iba a escasearle el combustible.
Nada de eso. Los guerreros asiáticos llegan invictos al encuentro de este martes, apoyados en una ofensiva que ha sabido capear los temporales arrostrados por un pitcheo menos glamoroso que en ediciones previas del certamen.
Aunque, todo sea dicho, han sufrido lo suyo. Cuba les hizo frente par de veces con un grupo marcadamente débil, y perdieron dos choques preparatorios en la sede versus Cachorros de Chicago y Dodgers de Los Ángeles. Claro está, no es lo mismo sin Ichiro y Dice-K…
Esta noche, Tanner Roark escalará al montículo de los anfitriones, mientras Tomoyuki Sugano podría ser la designación de la visita. ¿Quién se me antoja favorito? Pues Estados Unidos, inclusive con algo de ventaja. Simplemente, el staff japonés no parece en condiciones de evitar que al final del partido los bigleaguers de Leyland se afanen en servir el plato frío de la venganza.