Contribuir al desarrollo del rugby en países donde no resulta muy conocido es el propósito de la asociación francesa Rugby French Flair, que por más de una semana compartió sus saberes y su entusiasmo en varios escenarios de Cuba.
Podría parecer una utopía, teniendo en cuenta el limitado desarrollo de este deporte en la Isla, pero justo en ello encuentran sus miembros la motivación para su empresa. Su intención es promover no solo la práctica deportiva sino también los valores que a ella se asocian, fundamentalmente entre los niños y los jóvenes cubanos.
“El rugby puede parecer rudo en el terreno –comenta a OnCuba Jean-Baptiste Ozanne, presidente de la asociación francesa–, pero la hermandad y la entrega de quienes lo practican sirven para promover la solidaridad, el respeto, el compromiso social. Estos son valores que nos interesa inculcar en los niños porque representan una ayuda para su presente y su futuro. Para nosotros, más que un deporte, se trata de un estilo de vida”.
Con más de 200 miembros en su nómina, entre ellos no pocos exatletas de nivel internacional, Rugby French Flair desembarcó en Cuba con la experiencia de intercambios previos en países como México, Colombia, Brasil y Madagascar. A la nación caribeña llegaron con una donación de equipamiento para practicar su deporte, gracias al apoyo de diversos patrocinadores, y la intención, además, de sumar a empresas francesas radicadas en la Isla para que contribuyan con nuevas donaciones en el futuro.
Sitios como la barriada habanera de Alamar, donde existe una tradición de dos décadas en el rugby, y el municipio de Mantua, en Pinar del Río, estuvieron entre los escenarios escogidos por la comitiva visitante para impartir clínicas, entrenamientos, y fraternizar con los interesados, en especial con los más jóvenes. El colofón, en materia atlética, fue un encuentro amistoso entre veteranos franceses y cubanos en áreas de la Ciudad Deportiva de La Habana, jugado con pasión y ganado cerradamente por los primeros.
Andrés Martínez, miembro de la Federación Cubana de Rugby, confirma el agradecimiento de su entidad y de todos los practicantes de este deporte en la Isla hacia los visitantes. “Este periplo –afirma– resulta muy provechoso porque nos aporta nuevos conocimientos y equipos y nos da fuerza para seguir avanzando, para tratar de masificar y diversificar el rugby en Cuba. Además, da continuidad a intercambios anteriores entre equipos de los dos países.”
Con más de veinte años de práctica organizada, el rugby cubano ha tenido en Francia un referente constante, asentado en la visita de varios clubes galos. Una figura determinante fue el ya desaparecido Max Bouix, quien se involucró activamente en el desarrollo técnico y táctico de esta disciplina deportiva en Cuba. Por ello, Jean-Baptiste Ozanne no duda en afirmar que él y sus compañeros viajaron a la Isla “con la intención de contribuir con el legado de Max”. Terreno fértil parecen haber hallado para ello.
Yann Delaigue, vicepresidente de Rugby French Flair y uno de los rutilantes veteranos de la asociación con una década de experiencia en la selección nacional francesa, piensa que, por lo visto en estos días, “existe interés y posibilidades de promover el rugby entre los más jóvenes”. Pondera la velocidad como una de las cualidades visibles entre los niños asistentes a las clínicas y agradece la acogida que les han tributado.
“Espero que tengamos nuevas oportunidades de venir acá a brindar nuestra ayuda –afirma con optimismo– para contribuir con las potencialidades que hay en en este país. Tenemos esa ilusión.”
Por su parte, Ozzone recalca la oportunidad que representa para la Isla la inclusión del rugby siete entre los deportes olímpicos. “Es una variante más sencilla —dice— y creemos que eso puede ayudar a su comprensión y desarrollo aquí. Los directivos de la Federación Cubana están muy interesados en masificar este deporte y al ver a los niños jugando con tanto deseo, incluso muchas veces sin las mejores condiciones, tengo la completa certeza de que van a lograrlo”.