El encuentro entre el Atlético de Madrid y Barcelona, de la Liga Española de fútbol femenino, impuso un récord mundial por la mayor asistencia a un partido de clubes entre mujeres, con la presencia de 60 739 personas en el estadio Wanda Metropolitano.
Las visitantes catalanas se llevaron el triunfo 0-2 y recortaron a tres puntos la diferencia en la carrera por el título liguero, pero en el recinto madrileño se vivió una fiesta descomunal desde las tribunas.
La asistencia al Wanda superó con creces la anterior cota del orbe para un partido de clubes femeninos, establecida con 51 211 espectadores en la Liga mexicana, en un duelo entre Tigres y Monterrey.
Las rojiblancas, dos veces campeonas y actuales defensoras del título, vieron como el Barca redujo la ventaja en la pugna por el liderato doméstico a falta de seis partidos.
“Así es como se siente anotar contra tus rivales, ¡frente a 60.000 personas!”, tuiteó Toni Duggan, autora del segundo gol del Barcelona.
“¡Qué día y aún más importante, qué victoria! Hoy hicimos historia”, escribió.
Los boletos para el partido del domingo comenzaron con un costo de cinco euros (5,60 dólares) cada uno, con los miembros del club del Atlético que podían entrar gratis.
En enero, el Athletic de Bilbao había fijado un récord europeo cuando 48 121 espectadores asistieron un partido de la copa española contra el Atlético de Madrid en el Estadio de San Mamés en Bilbao.
Esa ahora es la tercera mejor marca de la historia del fútbol femenino de clubes, seguida por la del Chelsea-Arsenal (FA Cup con 45 423), y el Tigres-América (México con 41 121).
El récord para cualquier partido femenil es de las 90 185 personas que asistieron a la final de la Copa del Mundo de 1999 entre Estados Unidos y China, en el Rose Bowl. En la final de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, 80 203 personas vieron al cuadro estadounidense vencer 2-1 al japonés para llevarse la medalla de oro.
Argentina profesionaliza el fútbol femenino
En sintonía con los profundos cambios que está produciendo el movimiento de mujeres en Argentina, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) anunció la profesionalización de la liga femenina de fútbol.
De esta forma, Argentina se suma a Colombia como los únicos países de América Latina con fútbol profesional de mujeres, aunque en territorio cafetero se vivió una profunda crisis hace solo unas semanas que casi termina con el torneo profesional.
De regreso a la realidad del campeonato albiceleste, la AFA estableció que los 16 clubes de la primera división del certamen femenino deberán tener como mínimo ocho contratos profesionales cada uno, encuadrados legalmente bajo el mismo convenio colectivo de trabajo que los jugadores profesionales de la liga masculina.
“Cuando asumimos dijimos que íbamos a hacer la gestión del fútbol inclusivo, de la igualdad de género y venimos demostrándolo”, dijo el presidente de AFA, Claudio Tapia, al hacer el anuncio en el predio de las selecciones nacionales en el suburbio de Ezeiza.
El dirigente, rodeado de varias jugadoras, anunció además que AFA aportará 120 000 pesos (unos 3 000 dólares) por mes a cada uno de los clubes para financiar los contratos.
“Es el mismo contrato de un futbolista profesional, como Franco Armani (arquero de River Plate)”, enfatizó el líder del sindicato de futbolistas, Sergio Marchi, y mientras levantaba con sus manos un modelo de contrato.
“Con esto generamos un marco legal y un ordenamiento para poder crecer a partir de aquí profesionalmente. Estas son las bases, es el inicio. Está en cada uno de nosotros desarrollarlo”, recalcó.
En el país natal de Diego Maradona y Lionel Messi, dos veces campeón del mundo y con fanáticos que en ocasiones llevan al extremo su amor por los colores de un club, el fútbol femenino estaba invisible y era ignorado por la AFA.
La profesionalización del fútbol femenino tomó fuerza cuando la futbolista Macarena Sánchez fue despedida a principios de año por el equipo UAI Urquiza, actual campeón de la liga, y ella inició acciones legales contra el club y la AFA para ser reconocida como trabajadora del deporte.
Tiempo antes, las jugadoras de la selección argentina llamaron la atención de la opinión pública con una huelga para reclamar igual atención y condiciones de entrenamiento que sus colegas hombres, un pedido que fue atendido por la AFA y pudieron clasificarse al Mundial de Francia que se jugará este año.
Hasta ahora las jugadoras apenas recibían un pago por viáticos (gastos de traslado), por lo que debían compatibilizar el amor por el juego con un trabajo para sobrevivir.
Pero en los últimos años el país sudamericano fue escenario de multitudinarias movilizaciones callejeras de mujeres contra la violencia machista, que impulsaron profundos cambios en la agenda social, a los que el fútbol no fue ajeno.
Con este anuncio, las jugadoras profesionales cobrarán un salario mínimo de unos 15 000 pesos (365 dólares mensuales), equivalente al que percibe un futbolista del torneo de la cuarta categoría del fútbol argentino.
Aunque es una jornada histórica, todavía se nota la enorme diferencia salarial entre hombres y mujeres, lo cual ya fue denunciado esta misma semana por las futbolistas de Estados Unidos.
Tres meses antes de iniciar la defensa de su título en la Copa Mundial femenina, las jugadoras de la selección norteña redoblaron su pulseada legal con la Federación Estadounidense de Fútbol en procura de igualdad de oportunidades y salario.
Las jugadoras presentaron hace una semana una demanda por discriminación de género contra la federación. Radicada en un tribunal federal, las jugadoras acusan a la federación (USSF) de “discriminación de género institucionalizada”, lo que incluye que no reciben los mismos salarios que sus colegas del combinado masculino.
La selección femenina lleva años planteando sobre temas relacionados con la igualdad de género y exigieron un pago equitativo en la última negociación de su contrato colectivo hace dos años.
“Una comparación de los pagos de las selecciones indican que, si cada equipo disputara 20 amistoso en un año y ganaba todos los 20 amistosos, las jugadoras de la selección femenina cobrarían un salario máximo de 99.000 dólares o 4.950 por partido, mientras que un jugador de la selección masculina, recibiría un promedio de 263.320 o 13.166 por partido contra los diversos rivales que enfrentan”, menciona la demanda.
La desigualdad fue evidente en los mundiales. En Brasil 2014, la federación le dio al equipo masculino un bono de 5,4 millones de dólares tras la eliminación en los octavos de final. El combinado femenino recibió un bono de 1,72 millones tras consagrarse campeonas en el Mundial de Canadá 2015.
Con información de The Associated Press