Más allá del segundo título de Francia, la Copa Mundial de Fútbol Rusia 2018 recuperó el linaje de varios equipos históricos. Inglaterra no pudo llegar a la final, 52 años después de su único título, tras caer en semifinales 1-2 en un partido épico ante Croacia, pero el técnico Gareth Southgate puso nuevamente a los inventores de este deporte en el mapa futbolístico mundial.
El gran arquitecto de estos resultados es muy recordado porque en su etapa como jugador falló el penal en las semifinales de la Eurocopa de 1996 que dejó eliminada a la selección inglesa. Más de dos décadas después, logró redimirse como entrenador.
Southgate jugó como defensor durante 18 temporadas hasta que se retiró en 2006 en el Middlesbrough. Justamente en este club entrenó durante tres temporadas entre 2006 y 2009 con pobres resultados, tantos que el “Boro” descendió en su última campaña como estratega.
Luego estaría cuatro años sin dirigir hasta que en 2013 fue nombrado al frente del equipo nacional para menores de 21 años, algo en principio increíble por sus resultados previos. Sin embargo, respondió a la confianza y logró que los ingleses clasificaran a torneo europeo de la categoría.
Inglaterra no encarrilaba buenas actuaciones con ningún técnico, y a finales de 2016, sin otros candidatos a mano, fue nombrado como el entrenador del seleccionado de mayores. Apostó entonces por una generación de jóvenes jugadores y paseó las eliminatorias del Viejo Continente.
Con este aval, llegaría el gran reto del Mundial…
Tácticas desde el banquillo
El míster inglés sorprendió a muchos especialistas al cambiar a varios jugadores de posición. Primero jugó con tres en el fondo, con el carrilero Kyle Walker como central.
Convirtió al defensor del Leicester City, Harry Macguire, en un inamovible por encima, incluso, del veterano Gary Cahill. Le dio tantos resultados que el defensor incluso marcó un gol importante en cuartos de final ante Suecia. Macguire estuvo sobrio en su posición y nunca desentonó en la justa.
El arco era la gran incógnita del equipo, y le dio la titularidad a Jordan Pickford que resultó vital en los triunfos de la selección de los tres leones. Hizo de Kieran Trippier, uno de los mejores –sino el mejor– laterales derechos del Mundial, y el dueño de todos los balones parados. Su gol de vestuario ante Croacia en semifinales fue una de las joyas del torneo.
Por si fuera poco, en una decisión muy criticada situó a Raheem Sterling en la punta de ataque junto a Harry Kane cuando el jugador del Manchester City es un extremo por naturaleza. Aunque esta, en honor a la verdad, no rindió los dividendos esperados.
Además, le dio los galones de capitán al Huracán del Tottenham, y el gran delantero lo recompensó con seis goles en la justa. Tanta confianza tenían sus jugadores que, por primera vez en la historia de las grandes justas futboleras, Inglaterra ganó en una tanda de penales, a Colombia. Porque entrenó y entrenó para que así fuera.
Southgate llevó a Inglaterra a instancias semifinales 28 años después de haberlo logrado en Italia 90, y recibió el reconocimiento por su trabajo de miles de aficionados. Incluso, le han puesto su nombre a una estación del metro en Londres.
Pero esta no fue la única noticia más allá de sus tácticas como entrenador…
De chalecos, dobles y estrategias
El entrenador vistió en todos los juegos un chaleco a la vieja usanza, como un homenaje a su abuelo que siempre los usaba. El chaleco le hizo tan popular por el uso del estratega que las ventas de la prenda de Mark & Spencer –cuesta cerca de 80 euros– subieron en un 35 por ciento durante las jornadas del Mundial.
Incluso se celebró en Inglaterra el pasado 11 de julio el “Waistcoat Wednesday” (“El miércoles del chaleco”) llamando a la población para que lo usara en la semifinal ante Croacia, aunque al final no les trajo la buena suerte que deseaban.
Otro aspecto curioso es que en las tribunas Southgate tuvo siempre un doble. Neil, aficionado inglés de Surrey, una localidad cercana a Londres, asistió a todos los encuentros vestido igual que el jefe del banquillo.
Después que Southgate fallara el famoso penalti en la Euro de 1996 muchos seguidores se acercaron a Neil para que firmara autógrafos porque lo confundían con el entonces defensor. Desde ese día Neil jugó a ser el futbolista.
Desde las gradas realizaba los mismos gestos, reía igual, utilizaba el mismo chaleco, por lo que se convirtió en otra referencia mundialista para los ingleses. Al que no quiere caldo, dos tazas… y de té.
Pero eso no es todo. Un viaje a Norteamérica también sería definitorio para la principal competencia del año. Meses antes del Mundial, el mediático entrenador viajó a Estados Unidos para presenciar el Super Bowl, y quedó fascinado con todas las estrategias que se tomaban durante el partido.
Además, observó cómo se daba la relación de los medios con los equipos de la NFL para tomar notas, y utilizarlas en el manejo con la fuerte y agresiva prensa inglesa. Tuvo tiempo para asistir a un partido de la NBA, y estudiar diferentes tácticas que pudieran ser llevadas a jugadas de estrategia en su conjunto.
Los movimientos de desmarques y cortinas de los jugadores de la NFL y los basquetbolistas, imaginó, podían mejorar el trabajo con la pelota detenida, un acápite en el que los ingleses se habían ido sin goles en el Mundial anterior y las Eurocopas de 2012 y 2016.
Tal fue el resultado de esta gira por los Estados Unidos que de los doce goles que anotó el equipo inglés en Rusia, nueve fueron a balones parados. ¿Magia desde el banquillo? Lo cierto es que hizo de Inglaterra un fortín táctico con fútbol eficaz, sobria defensa y goles certeros.
Quizás Gareth Southgate no haya sido elegido como el mejor técnico de Rusia 2018, pero merece reconocimiento por su labor. Le devolvió la pasión al país que inventó el fútbol y movió los reflectores incluso más allá del banquillo.
Con su originalidad y la pujante generación de jugadores que tiene bajo su mando, el próximo bien podría ser su Mundial.
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