Corren días de fútbol. Supongo que algunos, cuyo pensamiento dogmático les suele obstruir la vista, se negarán a aceptarlo. La tradición dice que es Cuba un país de béisbol y, pese a que la evidencia está en las propias calles de la Isla, a veces pareciera que se ve al deporte más universal como una amenaza.
El fenómeno se torna inevitable, de cualquier manera. Meses atrás –¡cómo cambian las cosas!– solo Messi y Cristiano, en su ya manida rivalidad, tenían el privilegio de acaparar debates. Sin embargo, la buena noticia es que la fiebre futbolera que ataca al país también toca a las puertas de la selección cubana.
La “tricolor” disputará frente a Granada (estadio Kirani James Athetic) el viernes su segundo partido oficial este año, correspondiente a la jornada 2 de la Liga de Naciones y, a día de hoy, son muchos los temas sobre la mesa. Los jugadores que militan en el exterior y pueden jugar por la selección, la visita reciente del Atlético de Madrid a La Habana o la posibilidad de ver al equipo disputando partidos oficiales acaparan horas de debate que en tiempos pasados estarían dedicadas a otros deportes.
Atrás queda ya la goleada de 11-0 endosada a Islas Turcas y Caicos el 8 de septiembre último en el estadio nacional Pedro Marrero. Según el reconocido estadístico español Mister Chip, fue este el marcador más abultado de la historia para el equipo de casa. Una paradoja, quizá, teniendo en cuenta que los dirigidos por Raúl Mederos ocupan el peor escalón del ranking mundial desde que Cuba compite en certámenes oficiales.
Ante la endeble escuadra visitante, los “Leones del Caribe” pudieron anotar muchísimos más goles, aunque la diferencia rubricada al final no es para nada despreciable. Sin embargo, el entrenador mostró insatisfacción al final de los 90 minutos por un juego que no convenció ni a él, ni seguramente al aproximadamente un millar de seguidores que se dieron cita en la grada aquella tarde lluviosa de septiembre.
Ha pasado un mes. Tiempo suficiente para enmendar cualquier carencia táctica y amoldar más el juego de los futbolistas en función de las exigencias del técnico. Ni siquiera los entrenadores de las principales ligas europeas, en tiempos de pretemporada, disponen de tanto margen para trabajar sus ideas y ponerlas de manifiesto sobre la cancha. La displicencia a la que hacía alusión Mederos en el primer partido debería ser ya cosa del pasado. Cualquier imagen parecida a lo visto en aquel entonces sería injustificable.
El rival de este viernes, Granada, se encuentra en un lejano puesto 170 del escalafón universal (inexplicablemente por encima de los cubanos) y su juego sería comparable, quizás, con el que vio Cuba a finales de agosto en su visita a Barbados. Sin embargo, los granadinos se llevaron un buen sacudón en su primer encuentro de la Liga de Naciones, al caer ante Curazao con pizarra de 10-0. Aun con la indudable calidad de algunos jugadores que integran el cuadro curazoleño, caer por tan amplio margen habla de escaso nivel en la selección que ahora enfrentará Cuba.
Precisamente Curazao fue el victimario de los nuestros en aquella fatídica eliminatoria mundialista rumbo a Rusia 2018. Incluso, en este preciso instante han crecido aún más su varilla cualitativa, con algunos futbolistas de la talla de Cuco Martina, que milita en el Southampton de la Premier League. De cualquier forma, las imágenes del enfrentamiento correspondiente a la primera jornada develan notables deficiencias defensivas en todas las líneas de la escuadra granadina.
No debe ser este, por supuesto, un motivo de confianza para los cubanos. Sería un peligro innecesario. El rival ahora mismo, más allá de cualquier equipo de turno, es la propia lucha por mejorar un estilo de juego que hace mucho no consigue mostrar la solidez necesaria para garantizar el éxito. La visita a Granada debería representar, sin mayores contratiempos, tres puntos más en el propósito marcado de clasificar a la Copa de Oro y mayor confianza en el camino previo al choque ante Dominicana, de mucha más exigencia, el día 17 de noviembre en el Marrero.
Los anfitriones de Cuba el viernes jamás han pasado a una segunda fase en Copas de Oro. De hecho, desde el 2011 no clasifican al evento cumbre por antonomasia de Concacaf. En torneos del Caribe, sus participaciones se cuentan por fracasos, excepto una etapa histórica entre 2008 y 2010, en los cuales se incluyeron entre los cuatro mejores, aunque sean resultados diluidos entre tanta derrota. Credenciales que reflejan un nivel bastante inferior al cubano, indudablemente.
Otros temas, más allá de esto, ocupan ahora con más urgencia la agenda de la selección. Por ejemplo, el referente a la delantera y su derivada influencia en la escasez goleadora del plantel (téngase en cuenta que los 11 goles ante Islas Turcas y Caicos son un medidor bien engañoso), lo cual sería una debilidad mortal ante oponentes de consideración en Concacaf. Si bien ya Maikel Reyes está listo tras casi seis meses de su lesión en el peroné, su acompañamiento deja bastantes dudas.
Luis Paredela tiene todas las papeletas para ocupar un puesto en el once titular, eso si Mederos no decide mantener el sistema de 4-2-3-1 que lleva empleando desde que la selección comenzó su preparación y durante los partidos amistosos en Guatemala y Barbados. En ese caso, con Yordan Santa Cruz, Reynaldo “el Piolo” Pérez, Arichel Hernández y Luismel Morris se estarían repartiendo las plazas del tridente que respaldaría a Maikel en ataque. O podría ser también Paradela empleado por las bandas en este mismo esquema, aunque habría que ver, entonces, quién sería el sacrificado.
Variantes tiene, sin dudas, para conformar el equipo a partir de los tres cuartos de cancha. En defensa no habrá sorpresas, con Sandy Sánchez inamovible en la puerta, y una línea de cuatro presuntamente integrada por Lionis Martínez, Erick “el Pocho” Rizo, Yasmani López y Yosel Piedra, adaptado por necesidades en esta posición a la banda izquierda. Más adelante, la dupla de lujo formada por Andy Baquero y Daniel Luis Sáez (quizá la línea que más calidad arroja en el once) es también una decisión segura para el colectivo de entrenadores.
Con estas armas, la victoria de Cuba debe ser cuestión de minutos. Sin embargo, no será un choque de puro trámite. Permitirá observar hasta qué punto ha sido eficaz el período de entrenamiento extenso al cual se ha sometido la selección y si, de alguna manera, las lagunas vistas durante los últimos partidos han sido enmendadas. Una reiteración de errores sería el presagio de tiempos difíciles, pues ni República Dominicana ni Haití, los dos siguientes contrincantes, darán las mismas facilidades que Turcas y Caicos y, probablemente, el cuadro granadino.
Por ello habrá que tener mucho cuidado este viernes con la “Granada”. Resta esperar porque esta no detone tan rápidamente y, en el encuentro del Marrero la semana próxima contra los quisqueyanos, pueda la afición ver sobre la grama algún “jugador distinto”, sea Onel Hernández, la estrella de Morón que brilla en la segunda división inglesa, o algunas de las otras figuras que se desempeñan en clubes profesionales y aún esperan su oportunidad en la “tricolor”. Por lo pronto, parece que la llegada de Marcel Hernández (Cartaginés costarricense), que hace días se decía era inminente, deberá esperar algún tiempo más. El jugador fue acusado por violación y, en espera de un dictamen oficial, no podrá salir de Costa Rica durante tres meses. Parece mala suerte, ¿verdad?