Por primera vez el fútbol tiene un héroe nerd.
Costó horrores. Y ahora, entre los festejos, quizá parezca natural. Pero no hay nada normal en que un país entero acepte como héroe nacional a alguien como Messi.
El mejor jugador de fútbol poco tiene de jugador de fútbol.
No anda rodeado de minas ni se zambulle en merca; no se mete en política ni se dedica a chocar autos de lujo.
Nada de eso. Lo único que quiere es jugar al fútbol.
La personalidad de Messi de pibe superdotado sería normal en un campeón de ajedrez. ¡Pero esto es fóbal, papá! Un petiso raro, torpe fuera de la cancha, cuyo mayor exceso en este Mundial fue decir “bobo”. Angelito. Si no fuera el billete ganador de una nación, los mismos que le festejaron ese insulto pueril serían los primeros en hacerle bullying. Bah, ya se lo hicieron durante demasiado tiempo, aunque ahora la Copa lave la memoria.
Es llamativo esto del héroe nerd. ¿Significa un gran avance para la inclusión? Quizá. Pero tampoco hay que olvidar que Argentina inmediatamente se encargó de compensar cualquier tipo de malentendido. “No, no somos una manga de genios en el espectro”, aclaró el mejor golero del Mundo al explicarle al mundo que es el opuesto al nerd. Es el macho. El macho que se coge a todos. El Dibu, con su trofeo patriarcal en la poronga, puso las cosas en su sitio, aclarando que el resto no es Messi. La argentinidad al falo. El Diego, desde su eterna nube blanca, seguramente sonrió aliviado.
Messi no es parecido a nadie de su país. Y, aunque finalmente dio con su equipo y ahora el mundo entero lo adore, siempre será un pibe solitario que prefiere la pelota a la gente. Porque, a diferencia de la gente, la esfera es perfecta y simple, igual que su obsesión de brillante niño nerd que sólo pide una cosa: que lo dejen jugar tranquilo.
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