La previa a la segunda ventana de la Liga de Naciones de CONCACAF llega con noticias desalentadoras para la selección cubana de fútbol, que cerrará su calendario correspondiente a la fase de grupos del Nivel A de esta competición con decisivos partidos ante su similar de Honduras.
Para los duelos que se efectuarán el 12 y 15 de octubre, Cuba no contará con Onel Hernández (Norwich City), quien comunicó su decisión de no asistir a estos encuentros. Poco después se supo que el matancero Luis Paradela, otro de los rostros más representativos del elenco nacional, podría estar —y casi seguro estará— fuera de la convocatoria debido a un tirón muscular en el muslo derecho sufrido durante el último partido del Deportivo Saprissa en la Liga Promérica de Costa Rica.
Si a esto sumamos las ya conocidas ausencias por lesión de Dairon Reyes (Inter Miami II) y Karel Espino (Comunicaciones), podemos concluir que la absoluta de la Mayor de las Antillas decidirá su destino en par de partidos ante un rival superior. Para ello, no podrá contar con cuatro de sus principales figuras.
Honduras, que también se juega todas sus aspiraciones en estos cotejos, no se guardó nada y armó una convocatoria sumamente respetable para el nivel del fútbol en la región. El listado del estratega colombiano Reinaldo Rueda está integrado por 10 jugadores del fútbol profesional hondureño y otros 13 que lo hacen fuera del territorio catracho.
De estos legionarios, 6 militan en el fútbol europeo, 6 en la MLS y uno en la Liga Promérica de Costa Rica, siendo el ataque lo más sobresaliente, con nombres de la talla de Anthony “Choco” Lozano (Getafe), Alberh Elis (Girondins de Bordeaux) y Luis Palma (Celtic de Glasgow).
Ahora mismo, Cuba se encuentra en segundo lugar del grupo, ocupando uno de los dos cupos disponibles para los cuartos de final de la competición, gracias a un empate y una victoria conseguidos el pasado mes ante Haití y Surinam, respectivamente. Sin embargo, esta es una realidad un tanto engañosa, pues dos derrotas ante los catrachos no solo nos sacarían de la zona de clasificación, sino que podría complicar la permanencia en el Nivel A de este joven torneo.
Por lo tanto, en un análisis consecuente con los objetivos pre competencia y el nivel real de nuestra selección, conseguir un empate en estos dos partidos se antoja buen resultado para los Leones del Caribe. De arribar a cinco puntos, aunque no nos alcanzaría para avanzar a la siguiente fase, al menos evitaríamos, presumiblemente, el descenso al Nivel B de la Liga de Naciones, asegurando así nuestra presencia en la próxima edición de la Copa Oro.
Ante este panorama, la gran incertidumbre es saber cuál es la disposición táctica que veremos ante el cuadro centroamericano. En los dos partidos que se han disputado bajo las órdenes del nuevo cuerpo técnico de la absoluta se han podido apreciar versiones completamente diferentes de la selección. Eso sí, ambas en correspondencia con nuestras reales posibilidades ante los rivales de turno.
Contra Haití vimos que Cuba salió abiertamente a buscar el empate, con una formación 5-4-1 que logró cerrar los espacios al rival de manera bastante eficiente, evitando así la generación de jugadas claras de peligro y brindando solidez defensiva; pero que a su vez se mostró desarmada en ataque, con muy pocos efectivos a la hora de pisar el área rival.
Por otra parte, ante Surinam, vimos una selección que buscó más el partido. A pesar de cambiar a un sistema más ofensivo (4-2-3-1) continuó mostrándose lo suficientemente sólida en defensa como para mantener el arco en cero. Mientras, en el orden ofensivo, si bien exhibió los mismos problemas a la hora de eslabonar jugadas, supo aprovechar las brechas que otorgó el rival para dejar los tres puntos en casa.
Sin embargo, intentar reproducir exactamente cualquiera de estos dos planteamientos podría no ser lo más eficaz contra Honduras. Si bien —en teoría— la opción de volverse a cerrar atrás frente a un rival superior puede parecer la más atractiva de cara a los objetivos, hay que entender que no es lo mismo dejarle el balón a haitianos que a hondureños, pues estos últimos sí que saben qué hacer con él cuando lo tienen.
Por otra parte, salir a buscar el partido implica adelantar líneas contra un rival que destaca precisamente por sus individualidades a nivel ofensivo, y que podría aprovechar los espacios a las espaldas de la defensa.
Se precisa entonces buscar un equilibrio que permita defender de manera ordenada sin renunciar a la posibilidad de controlar algunos compases del partido, por muy efímeros que sean. No sería vergonzoso en lo absoluto saltar a la cancha con una formación defensiva, siempre y cuando no se renuncie de antemano a tener el balón.
Precisamente, las mayores posibilidades de Cuba pasan por reducir todo lo posible la cantidad de tiempo que Honduras controle la esférica, alargar nuestras posesiones en cancha rival, dormir el partido si es necesario y —por qué no— utilizar la velocidad y regate de nuestros extremos para intentar hacer daño en esa última línea hondureña que, dicho sea de paso, ha tenido desatenciones interesantes que se pueden explotar.