El primero de abril pasado, después de conocer la suerte de Argentina en el sorteo del Mundial, el portero Emiliano Martínez publicó un video en sus redes sociales festejando por el grupo que le había tocado. “Easy, easy”, se le escuchó decir al arquero campeón de América, cuya imagen saltando y riendo ahora es viral junto a otra fotografía suya, tirado en el suelo y mirando los balones que se colaron en su portería durante el debut albiceleste en Qatar 2022.
Por desgracia para “Dibu” Martínez, la hemeroteca no perdona. Como en Italia 1990 frente a Camerún, Argentina se estrelló en el inicio de esta Copa frente a la mirada atónita del meta platense, quien no pudo hacer nada para evitar dos golazos incontestables de Saleh Al Shehri y Salem Al Dawsari, quienes obligaron al rey Salman bin Abdelaziz a decretar este miércoles como día festivo en Arabia Saudita.
Sus dianas casi desarman la estructura del Lusail Iconic Stadium, estremecido por el terremoto de la fanaticada saudí que cruzó en tromba por la frontera sur de Qatar con más entusiasmo que esperanza, en parte por la visión hiperrealista de su técnico Hervé Renard. “No creo que pasemos a la siguiente ronda, pero estamos para luchar contra los pronósticos”, dijo el estratega francés antes de la Copa, muy claro de sus escasas posibilidades en una llave compuesta por Argentina, Polonia y México.
Pero no hay Mundial sin sorpresas ni Argentina sin sufrimiento. Al inicio del segundo tiempo, Al Shehri hizo el primer corte en la piel del once de Scaloni con un sutil toque de zurda que venció a la estirada de “Dibu” y dejó en nada la ventaja inicial de la albiceleste, premiada con un penal muy discutido, casi inventado por el VAR y transformado por Messi. Poco después, Al Dawsari marcó el que puede ser el gol de la Copa.
Lo que vino a partir de ese momento fue un drama. Argentina intentó evitar el bochorno, pero tenía más nervios que fútbol, mientras Arabia Saudita, pletórica de confianza, se protegió con una presión asfixiante, orden y la respuesta firme de su portero Mohammed Alowais, quien frustró todos los intentos de todo el Lautaro Martínez, Julián Álvarez y compañía.
Muy lejos quedaba ya el dominio de la primera mitad, cuando Messi y Lautaro lograron tres goles en fuera de lugar, todos anulados justamente por el VAR, pésimo augurio para un país que se ha encomendado más a los milagros, las supersticiones y las cábalas que a la calidad de su propia selección.
Que si Maradona dejó el Barcelona dos años antes de ganar en México 1986 y ahora Messi dejó el Barcelona dos años antes de Qatar 2022; que si Argentina ganó por diferencia de cinco goles en su último amistoso antes del Mundial del 86 y en este 2022; que si los simuladores de EA Sports sacaron a la albiceleste campeona…
Nada de eso pesó en lo más mínimo mientras el reloj consumía la ilusión albiceleste en Lusail. Allí, 26 chicos de la liga local saudí hundían a un conjunto valorado en más de 600 millones de euros. El estupor subía del campo a la grada y un mar de lágrimas corría desde la tribuna. A más de 13 mil kilómetros, en Buenos Aires, se helaban los corazones y se desataba la bronca al ver caer un invicto de 36 partidos que inició hace tres años y parecía no tener fin.
Por fortuna para Argentina, su hoja de ruta en dirección a la Copa podría no sufrir variaciones si vuelven a jugar al nivel que se les exige a los favoritos. “No éramos campeones a las siete de la mañana, y no somos un desastre ahora”, decía la prensa en Buenos Aires, conscientes de que, pese al batacazo, la situación se puede revertir, como mismo lo hizo España en el 2010, cuando se convirtieron en el primer y único país que ha ganado un Mundial luego de perder (vs. Suiza) en su debut.
De momento, las supersticiones todavía tienen sentido para los argentinos gracias a los guantes de acero de Guillermo “Memo” Ochoa, quien detuvo un penal a Robert Lewandowski y certificó el empate sin goles entre México y Polonia en el otro duelo de la llave. Es raro y sorprendente que el delantero del Barcelona falle dos penales seguidos, pero no pudo con el muro azteca en el estadio de los 974 contenedores, como tampoco pudo contra el Almería desde los 11 metros hace dos semanas.
Ese resultado deja a la albiceleste en condiciones de pelear hasta por la punta de su grupo si gana los dos partidos siguientes y Arabia Saudita no vuelve a asombrar al universo futbolero con otra victoria.
Por cierto, la primera y única vez que mexicanos y polacos se cruzaron en un Mundial fue en 1978. ¿Saben quién salió campeón ese año? Pues sí, Argentina. Otra cábala. Vaya usted a saber si se repite ahora la historia.
También Túnez ha prometido engancharse a este carro de los sucesos paranormales en el fútbol, luego de romper los pronósticos e igualar a cero con Dinamarca, que no mostró la fiabilidad ni la pólvora que se espera de un equipo llamado a ser la revelación del Mundial. Según Mister Chip, los daneses han protagonizado dos de los últimos tres empates sin goles en la Copa, luego del 0-0 ante Francia en Rusia 2018.
Si los tunecinos pensaran como los argentinos, seguro estuvieran diciendo que serían campeones en Qatar, como mismo lo fueron los franceses hace cuatro años después de empatar a cero con los daneses. Pero ya sabemos que los milagros no existen…
Y ya que hablamos de Francia, también comenzaron su defensa de la corona en esta jornada caótica. Pese a que estaban sobre aviso, los discípulos de Didier Deschamps no prestaron demasiada atención a los sorprendentes sucesos previos y pudo costarles caro. En menos de diez minutos, el australiano Goodwin sacudió los Elíseos al rematar dentro del área gala sin ningún guardia en cinco metros a la redonda.
Ninguno de los últimos cuatro campeones defensores europeos han superado la fase de grupos en su siguiente aventura mundialista, por lo que los fantasmas comenzaron a sobrevolar el lujoso Al Janoub con el gol de los aussies, pero rápido Adrien Rabiot los despejó con un gol de cabeza y una asistencia a Olivier Giroud en cinco minutos.
El mediocampista tomó los hilos del encuentro junto a Antoine Griezmann, quien ejerció de “10” y brilló en la conducción, lo mismo que Mbappé, autor de un gol y una asistencia entrando como un torbellino por la banda izquierda.
Pero los máximos honores por Francia se los llevó Olivier Giroud, quien se apuntó un doblete e igualó a una leyenda como Thierry Henry en la cima de los máximos goleadores históricos de la selección gala. ¿Alguien extraña ahora a Karim Benzema?
Con su victoria, Francia manda un mensaje claro a todos sus retadores, entre ellos Argentina, que si no corrige el rumbo podría encontrarse con los actuales campeones tan pronto como en octavos de final. ¡Vamos… a sufrir!
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