La mañana hierve de calor. A las 8 y 30 el sol castiga con la misma intensidad del mediodía. En la sombra de una escalera se resguarda con su mamá, María Eugenia Quevedo, otrora voleibolista en la gloriosa época de las Morenas de Caribe. Ella tiene solo 20 años que resultan engañosos en su humanidad de 188 centímetros. También juega como una basquetbolista más experimentada y su trayectoria avala este argumento.
Isabela Jourdain parece no tener techo. Con 18 años viajó sola a Portugal para vivir su primera experiencia profesional y hoy hubiera deseado conocer de antemano como se movía ese mundillo que tantos atletas anhelan.
En los bajos de las gradas la sombra se mantiene. En un quicio de una cancha de cemento está sentada una de las estrellas del equipo femenino del Benfica, la Jugadora Más Valiosa de la final en la última liga. En sus 20 años, que, según el tango no son nada, han pasado muchas cosas.
“Mi mamá siempre tuvo pensado que comenzara en el voleibol, me ponía a hacer las técnicas en la parte de afuera de la casa y realmente desde pequeña creo que llevaba dentro esto del baloncesto”, cuenta Isabela, que se decidió finalmente por las canastas cuando su hermana comenzó a practicarlo.
A pesar de que a su madre no le agradaba la idea de desechar el voleibol, siempre la apoyó en las decisiones, de conjunto con su padre. El camino al equipo nacional fue expedito, aunque no por ello estuvo exento de dificultades, más para una niña que se había criado en un entorno muy familiar.
“Al entrar en la EIDE realmente tenía algo de preparación, porque mi mamá fue deportista y ya me ponía las claves de cómo iban a ser más o menos las cosas. Sin embargo, era difícil, porque siempre fui muy apegada a mi familia y por un momento me llegó a afectar.
“Siempre aquí en Cuba hemos tenido este tema de las condiciones para los atletas, que ha sido un poco complejo, por eso puedo decir que para mí los deportistas más fuertes somos los cubanos. No sé cómo hacemos para en cualquier evento levantarnos, aun así con esta situación que siempre hemos tenido acá”, expone.
Cuatro escalones la separaban del equipo nacional. Luego de la EIDE pasó a las categorías juveniles y de ahí a vestir el uniforme de Capitalinas. Así fue, a grandes rasgos, su preparación para enfrentar el reto de integrar la selección de mayores.
“Fue una buena experiencia, porque en Capitalinas ya llevaba un tiempo largo con las muchachas. Me sentí bastante acogida por mis compañeras, así que fue un recorrido relativamente cómodo al comienzo”.
¿Cuándo te dan la noticia de que pasas a integrar el equipo nacional? ¿Recuerdas qué hacías en ese momento?
Creo que estaba de invitada en la preselección y pues no fue que me dieron la noticia de un momento a otro, sino que me decían que debía estar más presente en los entrenamientos y fue algo que se iba dando hasta que sí me dijeron: “ya eres parte del equipo nacional” y resultó bastante emotivo para mí y para mis padres.
Al principio fue también difícil, pues era la más joven y había muchas jugadoras veteranas. No tenía preferencia de una en específico, pero sí había una que siempre estaba apoyándome: Suchitel Ávila, que acogía muy bien a todas las jóvenes de Capitalinas que llegaban al equipo nacional.
En términos de baloncesto, ¿quién te llamaba más la atención?
Anisleidy Galindo y Yamara Amargo, incluso Suchitel igual, por la fuerza que tenían en el terreno y la forma de liderar.
En aquellos tiempos, su rutina diaria comenzaba con la titánica tarea de agarrar una guagua para salir de Cojímar, cruzar el túnel y poder llegar a los entrenamientos, a veces pasada de hora. Sin embargo, la adversidad no logró despertarla de sus sueños.
“Para mí, si te gusta lo que haces, si de verdad lo sientes y lo amas, realmente no importa ninguna de esas cosas, ni las condiciones ni cualquier situación negativa que te esté afectando”, explica.
La crisis, que se refleja también en el desarrollo deportivo, obliga a buscar nuevos caminos para que los talentos cubanos puedan crecer de la mejor manera.
“Lo que podríamos hacer es seguir viendo el avance que existe en otros países, en otros equipos y de ahí intentar sacar una forma de avanzar. Que las jugadoras vayan a un club sería perfecto. La experiencia que he tenido no ha sido tan grande, pero ha sido buena y creo que me ha ayudado a ir creciendo, a ir entendiendo un poco más el baloncesto, a intentar topar con otras jugadoras que también tienen otra forma de jugar, de pensar y de ver el juego.
“Sería muy bueno dar esa oportunidad a muchas atletas de Cuba. Todas las que han tenido la posibilidad de ir a otros países y regresar han venido siempre aportando o mostrando algo de lo que mejoraron y vieron allá en los clubes”, apunta.
En 2019, con solo 16 años Isabela Jourdain vivió la experiencia de jugar el AmeriCup femenino, donde fue la más joven de un torneo en el que participaron jugadoras de la WNBA, la meca del baloncesto femenino en Estados Unidos. Su expresión se alumbra al recordar los minutos que disputó en el evento y parece todavía asombrarse de aquello.
Más sorpresivo aún resultó su fichaje por la entidad lusa Clube de Propaganda da Natação (CPN), a inicios de 2022, tras recibir propuestas de clubes de otros países. Allí se mantuvo un par de temporadas, formando parte del grupo que consiguió el ascenso a primera división, en medio de un proceso en el que enfrentaba sola, a su corta edad, a un contexto totalmente nuevo en todos los sentidos.
“En ese momento quería conocer la liga de Portugal y opté por eso. Siempre me ha llamado la atención el baloncesto de Europa y una de mis aspiraciones es poder jugar en la Liga Endesa. Portugal me acercaba y pues quise probar allí.
“Al comienzo sentí un poco de miedo por porque ya había viajado a otros países pero había ido en grupo, por poco tiempo y no era igual, ahora estaba sola, debía hacer todos los trámites del aeropuerto, estar mucho tiempo separada de mi familia, entre 8 y 9 meses… era algo muy nuevo para mí. Recuerdo que todos los días hablaba con mi familia, y eso me mantenía bastante estable”, rememora.
A toda la cuestión sentimental, se sumaban las barreras del idioma, los retos de la cocina, que guarda en suspenso con una sonrisa, y el enfrentamiento a una nueva forma de vivir y entender el baloncesto. El juego era más rápido y los tiros de 3 tenían un nivel de prioridad que ella aún no tenía interiorizado.
“Es un cambio bastante brusco, porque sí son muy disciplinados y muy éticos con todo lo que hay que realizar dentro y fuera de la cancha, con el tema del peso, los entrenamientos personales. O sea es muy organizado y todo funciona.
“Para mí el proceso de la salida de aquí fue bastante complejo. El tema de las condiciones en sí fue bastante adverso para poder llegar a dónde estoy en estos momentos. El poder relacionarme con personas que hablen otros idiomas y practican un baloncesto diferente también fue algo que resultó brusco para mí. Han sido las cosas más difíciles a enfrentar”.
¿Estaba entre los objetivos de CPN ascender a la primera división?
En un inicio no, porque había muy buenos equipos en segunda, equipos que hoy ya están en primera y la liga era fuerte. No teníamos pensado eso porque era un grupo joven, pero ya en el proceso de crecimiento que tuvimos y la relación que llevábamos, el conjunto colectivamente evolucionó y eso fue lo que nos llevó a tener el objetivo de tratar de subir a primera.
¿Cuán visible era el cambio de una categoría a otra?
Muy brusco, incluso hubo que cambiar el sistema de juego, la forma de defender, la ofensiva, todo había que desarrollarlo. Teníamos que incluir nuevas jugadoras porque realmente la primera división era bastante buena con equipos que participaban en la Eurocopa, entonces ya venían con ese juego de nivel europeo y se notaba.
Desde su irrupción en el baloncesto portugués las condiciones de Isabela llamaron la atención, y su temporada en primera fue suficiente para que uno de los clubes más prestigiosos del país quisiera hacerse con sus servicios. Nada más y nada menos que el Benfica tocaba a su puerta.
“Se me dio la oportunidad de jugar en Benfica. Realmente cuando escuché que estaban interesados en mí y sabía que era el mejor equipo de Portugal, fue como: «¡Espera, necesito tener esta experiencia!»”, asegura.
¿De qué manera se dan los primeros contactos?
Los resultados que tuve en segunda y primera división fue lo que hizo que me contactaran. Al finalizar la competencia el entrenador me escribió, me dijo que estaban interesados en mi baloncesto y en mí y que era el aporte que ellos necesitaban para la Eurocopa y primera división.
Ante la oportunidad, Isabela tuvo que sobrellevar una inoportuna lesión en la rodilla, que se dio justo cuando esperaba la culminación de algunos trámites. Confiesa que en su corta carrera ha sido el pasaje más frustrante.
“Cuando llegué tenía que incorporarme directamente a la Eurocopa y la liga es totalmente fuerte. Teníamos que intentar clasificar o ganar de cualquier forma y necesitaban de mi aporte y con el tema de la lesión no podía dar el 100 %. Se hizo estresante, por decirlo así, pues nunca me había lesionado, pensaba participar por primera vez en la Eurocopa, integrarme a un equipo grande y todo se me ligó, pero sí supe sobreponerme a ello, además, no voy a mentir, las condiciones del Benfica con el tema de la recuperación de los atletas eran impresionantes. Eso me ayudó mucho y hoy estoy perfectamente”, relata.
A pesar de un inicio inestable, el Benfica fue encontrando su camino y no paró hasta conquistar un doblete de liga y copa, en el que una joven cubana acabó siendo protagonista.
Tras ganar la Copa de Portugal en un choque en el que anotó 11 cartones, el club se llevó (51-67) también el desafío decisivo de la final liguera ante União Sportiva e Isabela Jourdain les endosó 18 puntos, con 6 asistencias y un rebote, rendimiento que sumó para que fuera reconocida como la MVP de la final.
“Cuando llegué, me puse a competir conmigo misma, solo pensaba en eso, en crecer, ir aprendiendo más del baloncesto, pero realmente no tenía pensado obtener ese resultado final. Y sí, fue bastante emocionante para mí porque mis padres escucharon y vieron lo que me pasaba todos los días, y aquello fue como un desahogo, como decir: «¡Wow! Logré eso». Fue inesperado, por decirlo así”.
¿Cuál ha sido el mejor recuerdo de esta temporada?
Cuando ganamos la copa. Es el momento que más me llegó, porque en un inicio había muchas jugadoras que eran muy buenas, pero eran tan buenas que se veía mucha individualidad en el terreno, teníamos un poco de rivalidad. Entonces, al comienzo, pensaba: “Va a ser imposible que logremos unirnos para ganar una copa o tener un buen resultado”, y pues en la penúltima fase de la copa sentí que comenzamos a integrarnos como equipo y fue lo que nos hizo llegar a ganar. Nos empezamos a conocer más fuera del terreno y vivimos que experiencias súper buenas y divertidas, llevándonos bien fuera, y dentro del terreno fluíamos increíble.
¿Qué perspectivas tienes en el futuro cercano?
Lo que tengo pensado es seguir jugando baloncesto, crecer y siempre, en cualquier sitio donde me pongan, intentar darlo todo.
Con la selección cubana resultaste la más valiosa en un torneo del Caribe que se jugó en el Coliseo, ¿qué significó ese momento para ti?
Algo especial, por tener la posibilidad de jugar aquí en Cuba y que mis padres también pudieran verlo, porque en todas las competencias en que pude tener buenos resultados nunca pudieron estar presente, entonces lograr eso con la presencia ellos fue bastante agradable.
¿Qué se puede esperar de la actual selección nacional femenina?
Considero que necesitamos seguir trabajando, porque ahora han reforzado, pero con atletas muy jóvenes y creo que en estos momentos lo que sería bueno es pulir a las jugadoras, conocernos más como equipo y así podríamos llegar a tener buenos resultados. Todo está en ver qué pasa con el tiempo.
Isabela Jorudain necesita al menos dos cosas para ser feliz: su familia y jugar baloncesto. También ambiciona metas que otros deportistas no suelen ponerse: más allá del tabloncillo quiere ser una persona influyente a nivel mundial y le gustaría convertirse en abogada o psicóloga.
La mañana hierve de calor. Son ya cerca de las 10. Isabela abraza el balón, que lleva algunos “grafitis” en sus franjas blancas y se aventura a lanzar un consejo a su corta edad: “No importa por la situación que estés pasando… si realmente te gusta lo que estás haciendo, sigue luchando. Haz las cosas por amor y mantén el enfoque en cualquier deporte o profesión en la que estés”.
De su lado ya tiene un brillante historial, pero el camino todavía es largo y a ella, seguramente, le queda mucha historia por hacer.