Israel Sánchez, gimnasta de la vieja guardia

En los años 80 del siglo pasado, cuando Casimiro Suárez, Roberto León Richards y compañía lideraban la gimnasia artística cubana, el pinareño Israel Sánchez emergió como una figura de notable calibre en los equipos nacionales.

Israel Sánchez se ha enfocado en el trabajo con nuevas generaciones de gimnastas en España. Foto: corrtesía del entrevistado.

En el Campeonato Mundial Universitario de gimnasia artística en 1985, celebrado en Japón, Israel Sánchez Salgado puso de moda “el salto Sánchez”, estilo que lo encaminó a la medalla de plata de ese certamen. Poco después, con ese mismo ejercicio, se destapó cierta polémica en la cita del orbe del propio año en Montreal, Canadá, donde este cubano finalizó con una controversial quinta posición.

Mucho ha llovido desde entonces, pero Israel, hermano de Pablo Elier Sánchez (hoy director técnico de la selección nacional cubana de fútbol) y dueño de un rico palmarés internacional, continúa vinculado –en el País Vasco– al deporte que, desde muy niño, lo llevaría por el sendero del éxito.

“Vine a España cumpliendo una misión por dos años. Aquí vivo desde 1993, y aunque volví a Cuba, decidí que mi mundo se encontraba acá. Me instalé definitivamente en el 2000, y en todo este tiempo he logrado fundar un club de gimnasia, que se dedica más bien a la base, a preparar atletas para el equipo nacional. El trabajo es duro pero estoy en lo que me gusta”, asegura Sánchez Salgado a OnCuba.

Israel comenzó en la gimnasia por su hermana mayor, Elena, especialista en la modalidad rítmica, quien de alguna manera lo condujo a la práctica de la compleja y sacrificada disciplina. No obstante, la hiperactividad propia de los jóvenes y el deseo de probar sus habilidades al extremo fueron factores que también incidieron en su dedicación total a la gimnasia.

Israel Sánchez logró escalar a la cima en varios eventos, quebrando el dominio incontestable de Casimiro Suárez, el mejor gimnasta cubano de la época. Foto: cortesía del entrevistado.

“Independientemente de mi madre que siempre me apoyó, no podré nunca dejar de mencionar a mis hermanos que fueron mis patrones en lo que hasta el día de hoy, he podido conseguir. Recuerdo que Pablo Elier y yo, en un área que está detrás de la casa, nos dedicábamos a dar volteretas, y como teníamos muy cerca a Luis Caviedes, excelente profesor de gimnasia, empezó a nacer algo muy bonito dentro de mí. Mis primeros pasos fueron de esa manera y ya después comienzo con mi formación profesional en la EIDE”, relata Israel.

Ese fue, definitivamente, el camino correcto para el pinareño, quien se consolidó como uno de los gimnastas destacados de Cuba entre finales de los años 70 y principios de los 80. En esa época, se codeó con el estelar Casimiro Suárez, una de las figuras emblemáticas de este deporte en la historia antillana, así como con Jorge Cuervo, Roberto León Richards o Mario Castro, también con palmarés relevante en representación de la Isla.

“Tengo la satisfacción de haber sido doble campeón centroamericano en La Habana 1982, cuando logré vencer a Casimiro en la competencia de manos libres. Recuerdo que él ganó ese ejercicio en 1986 y 1990, confirmándose como uno de los mejores, por eso tiene tanto valor aquel triunfo. Después nos unimos y conseguimos el oro por equipos”, precisa Israel.

Pero su rendimiento relevante no se quedó solo en el plano regional, también en Juegos Panamericanos dio la talla y contribuyó al reinado cubano en la lid de Caracas 1983. Aunque solo ganó una presea dorada, esa fue, quizás, una de sus presentaciones más excelsas, con altas dosis de regularidad en varios aparatos.

Baste decir que conquistó la medalla de bronce en el concurso de máximos acumuladores, solo superado por Casimiro Suárez y el estadounidense Brian Babcock. “Lo mejor de aquellos Panamericanos fue el oro por equipo y ver el dominio total de Cuba. Ganamos los ocho títulos en disputa en la competencia masculina, y las mujeres también destacaron con Orisel Martínez”, rememora Israel.

Hombre modesto en extremo, Sánchez Salgado reconoce que le resulta difícil hablar de sí mismo, y quizás por eso obvia el detalle de que fue el segundo gimnasta cubano con más medallas en aquella cita venezolana, solo superado por Casimiro. En total, el as de la disciplina ganó siete preseas, mientras Israel culminó con cinco (oro por equipos, plata en anillas y caballo de salto, y bronce en all around y arzones).

Antes y después de Caracas, Israel también resaltó en cuatro Mundiales Universitarios, con particular énfasis en el de 1985, donde ganó una medalla de plata. “Esa competencia en Kobe, Japón, me trajo momentos muy gratos, tuve la oportunidad de ser subcampeón y comenzó a sonar el «salto Sánchez», rasgo distintivo de mi carrera”.

Israel Sánchez fue miembro de los equipos cubanos que dominaron el contexto regional y continental a finales de los 70 y principios de los 80. Foto: cortesía del entrevistado.

Se habla mucho del “salto Sánchez”. ¿Qué es? ¿Cómo lo describes?

El salto Sánchez se realiza con una mano y es un doble de lado. Surgió en el año 1985 cuando el código de puntuación cambió y permitieron hacer los saltos con una mano. Esto tenía un alto valor, estaba de moda y era muy bien visto. Me llevó, como te dije antes, a mi medalla de plata en los Juegos Mundiales Universitarios de Japón.

Sin embargo, con ese mismo salto tuviste una experiencia negativa en el Mundial de 1985 en Montreal…

Yo tengo bien presente ese momento, fue el más amargo de toda mi trayectoria. Me había preparado muy bien y marchaba segundo en la clasificatoria hasta que llegó la final. Ejecuto el ya mencionado “salto Sánchez”, y los jueces, tras un largo análisis determinaron injustamente la eliminación. Finalmente quedé quinto.

¿En qué basaron tu descalificación?

El salto trajo mucha polémica, porque al caer se hace con las piernas abiertas y eso para los jueces no estaba bien visto. Era claro el objetivo que perseguían de que no ganara, y ese fue el pretexto. No digo que fuese campeón, pero te aseguro que yo quedaba dentro de los tres primeros.

A pesar de ello, hay hay méritos que nadie podrá arrebatarte nunca, como la condición de Gimnasta de clase mundial…

Sí, es cierto. Llegó en 1983 y para alcanzar ese título debes tener una media en todos los aparatos, y yo estuve por encima del 9,2 requerido. Ahí fue donde clasificamos para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, en los que posteriormente Cuba no participó. Es otra de las satisfacciones que guardo de toda mi carrera.

¿Qué opinión te merece la salud de la gimnasia artística en Cuba?

Yo sigo todos los eventos de la gimnasia en la Isla y, en general, considero que anda por un buen momento, con resultados destacados en los últimos años. Sin embargo, soy del criterio de que también existe mucha inestabilidad. A veces pensamos que cuando alcanzamos el propósito de llegar, ya es suficiente, sin tener en cuenta que una vez que se llega hay que luchar y seguir trabajando por mantener lo que se logró. Creo que eso es lo que nos falta para que la salud de la gimnasia cubana se mantenga.

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