A Ismael Borrero todos lo conocen en el colchón del Cerro Pelado como el jabao. Es un luchador endemoniado, al que sus rivales le temen sobre todo por ese volteo prácticamente indefendible una vez que cierra el agarre alrededor del tronco. Siempre se muestra seguro y ecuánime, sin importar cuan notorio sea el objetivo a vencer.
En la temporada de 2015 tuvo varias derrotas sucesivas en el Torneo Internacional Granma-Cerro Pelado y en los Panamericanos de Toronto frente al estadounidense Spencer Mango, que casi le cierran las puertas del Mundial de Las Vegas, pero finalmente pudo alcanzar el oro allí.
Hoy Ismael Borrero es campeón Mundial y Olímpico en los 59 kg del estilo greco, después de obtener también la presea dorada en las Olimpiadas de Río de Janeiro.
Este año ha arrancado con buen pie, pues el pasado 22 de enero se coronó otra vez campeón nacional en su tierra tras alcanzar la victoria en la categoría de los 66 kg del Campeonato Nacional de Lucha. Con casi 25 años y sin la sombra de lesiones severas, este jugador seleccionado entre la decena de deportistas más destacados de Cuba en el 2016 tiene aún mucho camino por recorrer entre volteos, halones y desbalances.
¿Cómo lograste reponerte de ese mal comienzo de 2015?
Fue determinante la ayuda del colectivo técnico. Gracias a sus consejos me repuse, hallé de nuevo el enfoque y pude titularme en Las Vegas. Las derrotas enseñan y, en mi caso, la de los Panamericanos me sirvió de mucho. Luego, en Las Vegas, mi primer combate fue precisamente frente al estadounidense Spencer Mango y lo derroté 4-2.
Después de eso te pronosticaron medalla en las Olimpiadas de Río. ¿Cómo enfrentaste la competencia?
No sabía que ganaría. Después de vencer la presión inicial todo fue fluyendo. Tenía fe en la victoria pues el hecho de haber sido as del orbe me abría un poco el camino. Los Mundiales del último año del ciclo son un termómetro muy importante, entonces le puse todos mis esfuerzos a la preparación.
Quinto en Taskent 2014 y campeón al año siguiente en Las Vegas… ¿manejaste a tus rivales en Río con holgura?
Tuvimos un entrenamiento fuerte, con presencia en torneos de Polonia y el Gran Premio de España, además de una preparación de tres semanas en Azerbaiyán donde topé con varios de mis posibles adversarios. Mi mente estaba tranquila. Llegué muy bien preparado con casi un mes de antelación y no pensé en ningún contrario.
Sin embargo, la vida me dio la oportunidad de derrotar 4-1 al uzbeko Elmurat Tasmuradov, quien me venció discutiendo bronce en Taskent, en las semifinales de Río. El primer combate frente al kirguizo en suelo carioca fue el más tenso, significaba romper el hielo frente a un quinto lugar mundial en Las Vegas, pero aun así lo derroté 6-3.
Tus inicios en Santiago de Cuba fueron en levantamiento de pesas. ¿Cómo recuerdas esa primera etapa?
En pesas estuve solo un mes. Me apuntaron para que las profesoras salieran de mí. Era muy intranquilo y todos los niños practicaban algo en el horario del seminternado. En quinto grado comencé en lucha. Mi hermano mayor, Amado Yunier, era el que la practicaba. Con él iba a los colchones del Complejo Antonio Maceo, pero más que luchar lo que hacía era retozar, hasta que en ese mismo quinto año me inicié en la Sala Polivalente Alejandro Urgellés.
En las competencias nacionales de ese momento obtuve oro en todas las que me presenté. Con 15 años, después de los Juegos Escolares, Néstor Almanza y Juan Carlos Linares me captaron para la ESPA Nacional, donde también tenía de entrenador a Ángel Morgado. Ya para entonces había asistido a un torneo en República Dominicana donde igualmente me impuse.
¿Cuánto aportó ese paso por la ESPA en la transición posterior al equipo nacional?
Ahí adquirí herramientas que me posibilitaron adaptarme mejor al equipo nacional. Es un escalón importante desde que vienes de la EIDE. Hay diferencias notables entre el sistema en esa enseñanza en esta etapa y el equipo élite, especialmente por el hecho de tener rivales de tu categoría, así como la asimilación de los ejercicios y cargas de entrenamiento. Además, te haces un poco más la idea de convertirte en primera figura.
Durante esos años Néstor Almanza fue el que me enseñó casi todo lo que sé desde el punto de vista técnico. Acompañó todo mi crecimiento y con él fui campeón panamericano juvenil en el 2012 en Guatemala. Antes ya había ganado el Panamericano de lucha de mayores, y recientemente en el Mundial de Las Vegas estuvo sentado en mi esquina, pues asistió como entrenador de la selección de Chile. Solo nos faltó acudir a un mundial juvenil, pero la escasez económica ha golpeado siempre a los más nuevos.
¿Con qué compañeros de equipo compartes más tiempo?
Desde mi época en el Centro de Entrenamiento de Alto Rendimiento Giraldo Córdova Cardín convivo y paso la mayor parte del tiempo con el subcampeón olímpico de los 98 kg Yasmany Lugo. Además es importante entrenar a diario con Mijaín López. Cuando viajamos juntos a competencias internacionales me ayuda mucho, me aconseja. Es el ícono de la lucha greco y el deporte cubano, además de uno de los mejores gladiadores de todos los tiempos.
Cuéntame sobre los compañeros de sparrings y los ejercicios físicos que más hayan aportado a tu preparación…
En todos estos años aprendí mucho de Pedro Isaac (66 kg) y Yagniel Hernández (55). Eran de los pocos medallistas mundiales o con resultados importantes cercanos a mi peso. Busco sacarle provecho a cada uno, según sus características. Para Río corrí todos los días, ese es fundamental. Mi peso de entrenamiento rondaba los 65-66 kg y para hacer los 59 o cualquier otro peso exacto, la carrera es muy importante. También priorizo la soga y otros ejercicios especiales, como la carretilla y el trabajo técnico individual.
¿Qué opinas sobre la eliminación del reglamento de los cuatro puntos ordenados?
Le resta espectacularidad a los combates. Muchos luchadores son fuertes físicamente arriba, pero no muy técnicos. La lucha es vista por su espectacularidad, incluso por eso retornó al programa de los Juegos Olímpicos. En cuatro puntos, algo crucial en la greco, es esencial saber tirar desbalances, al igual que saber tacklear a las piernas es fundamental en la libre. En mi caso particular intento estar preparado para lo que venga. El trabajo de resistencia a la fuerza y el físico son determinantes. Nunca los descuido como parte de mi preparación.
¿Puede un atleta de lucha greco competir en lucha libre o viceversa al máximo nivel?
Por lo general sucede en divisiones grandes. Para alcanzar un resultado de nivel no es recomendable. En mi caso particular, en el Panamericano Juvenil de Guatemala 2012 fui oro en 60 kg de la greco y plata en los 66 libre porque no llevamos atleta en esa división. Desde ese entonces no he vuelto a competir en libre. Es muy complicado mantener o lograr éxitos en ambos estilos.
¿Ha habido algún interés de clubes para contratarte?
En estos momentos no tengo interés alguno en contratarme en un club. El éxito de la escuela cubana de lucha lo hemos fraguado acá, aunque es una decisión individual de cada atleta. Además, materializar una negociación y sostenerla luego resulta muy complicado y no quiero tener dolores de cabezas adicionales, incluidos alguno que pueda surgir asociado al pago.
¿Cuán importante es la familia para ti?
En todos los deportes es determinante el apoyo de la familia. Ellos cargan con todo hasta que te conviertes en alguien importante, si es que lo logras. En mi caso mi madre es la principal campeona de lucha. Si lloro, ella llora; si río, igual. Sin apoyo familiar no hay deportista.
¿Cuáles son otras pasiones de Isamel Borrero?
Empleo mucho tiempo jugando PlaySation. Menos los videojuegos de combate, me gustan los de otros deportes. Mi favorito es el FIFA 2016 y suelo jugar con el Real Madrid, mi equipo de preferencia. Estoy vinculado también a algunos proyectos como la campaña “Únete” a favor de la no violencia contra la mujer. Además tengo interés en la masonería; un buen amigo me está iniciando en ese camino.
Tienes varios tatuajes, ¿qué significa cada uno de ellos?
Siempre me gustaron como expresión de arte. En el caso de los de mi brazo, al primero yo mismo le hallé significado. Es un reloj con piezas rotas, detenido en el tiempo y los eslabones de la cadena sueltos: eso lo asocié con el año 2015 y ese lapso turbulento hasta Toronto. Un revés, una ruptura. Después de regresar de Río me tatué la parte frontal de la medalla de oro olímpica.
¿Santiago o La Habana?
Santiago. Es mi tierra, ahí está mi familia y mi gente. La Habana no me gusta mucho. Quisiera, cuando deje de ser luchador en activo, vivir otra vez en Santiago.
Felicidades al campeón!!!