“Más rápido, más altos, más fuertes”. Lejos está Cuba y su deporte de honrar ese “Citius, altius, fortius”, el lema olímpico que surgió en los Juegos de París 1900 y que en tantas ocasiones previas ha exhibido con prestancia. No en balde exhiben el mejor registro del medallero histórico entre países de Latinoamérica y el Caribe con 85 títulos y 241 metales en total.
Pero muchos dirán que de la historia no se vive, como también es cierto que escribir de la derrota cuesta y hasta ahora ese ha sido el plato principal de los atletas de la isla en esta edición de Juegos Olímpicos, en la cual el tiempo corre y cada vez parece más complejo el propósito inicial de incluirse entre los 20 primeros países del medallero.
Del boxeo, el buque insignia antillano, con más de la mitad de esas 85 coronas, solo queda una bala en la recámara. Ya de inicio la cifra escasa de cinco púgiles inscritos hacía presagiar que a la Ciudad de la Luz se llegó con el poder de fuego menguado.
El subtitular mundial Erislandy Álvarez (63.5 kg) ha sido el único púgil capaz de sortear de manera convincente a cada uno de los cuatro rivales enfrentados. Este domingo impuso su ley por decisión unánime 5-0 sobre el georgiano Lasha Guruli. Así, el próximo 7 de agosto el caprichoso destino dejará un remake de la final mundialista pues tendrá cara a cara nuevamente a su verdugo de Taskent 2023, ahora en la división inmediata superior: el curtido anfitrión Sofiane Oumiha, dispuesto a sacarse la espina de Tokio.
Sobre su pleito y avance a la final comentaría Álvarez: “Agradezco a Dios coronar tanto sacrificio con la presencia en la final. En este tipo de combate es muy importante seguir el plan táctico y tener la capacidad para hacer los ajustes necesarios.
“Desde que salgo nunca me gusta sembrar dudas. Siempre me gusta ganar limpio, salgo a buscar el 5-0 unánime en cada pelea, en cada intercambio. Ya hoy desterré la presión, físicamente es agotador tener cuatro peleas en una semana, pero al día siguiente nos mantenemos enfocados y enfrentamos los rentrenamientos”, explicó tras su contundente triunfo en semifinales.
Respecto a Oumiha, señaló que su derrota en el Mundial fue en 60 kg y hace un año: “Ahora esto es de mucha más magnitud, no importa que esté frente a su público, saldré concentrado a hacer mi pelea y me olvidaré de todo lo demás”.
El reverso de la moneda fue el doble titular bajo los cinco aros, el guantanamero Arlen López, quien sucumbió por veredicto dividido 2-3 ante el ucraniano Oleksandr Khyzhniak. Tan exigido como en sus combates previos estuvo Arlen, quien esta vez debió apelar a su superioridad técnica y buscar la pelea en la media y larga distancia y de riposta, en lugar de meterse en el cuerpo a cuerpo con un oponente que gusta y es efectivo en ese estilo.
De cualquier manera, Arlen suma el bronce a su loable palmarés boxístico y de manera oficial se convirtió en el primer medallista de la delegación cubana en la capital francesa. Eso sí, su sueño de emular a los tricampeones estivales Teófilo Stevenson y Félix Savón no pudo materializarse.
Aquí párrafo aparte para el azerí Loren Berto Alfonso, quien en duelo de cubanos nacionalizados dispuso de Enmanuel Reyes Plá. Pedro Roque moviendo los hilos desde la esquina azerí y demostrando el calibre de nuestra escuela de pugilismo.
Directo a la pista de Saint-Denis
Del cuadrilátero al Stade de France, donde, pese a no colarse en finales, las ochocentistas Dayli Cooper y Rose Mary Almanza hicieron lo que deben todos aquellos que buscan acariciar la gloria en una competición al máximo nivel: emular sus mejores registros.
Las piernas de gacela de Cooper dejaron otra grata impresión, aderezadas con irreverencia y la capacidad de detener los relojes en 1:58.39 minutos, marca personal y registro que la vio cruzar tercera en su heat semifinal, a solo 33 centésimas de la etíope Worknesh Mesele, quien para acceder a la final tuvo que igualmente materializar su crono cimero. La ganadora, la keniana y flamante titular del orbe Mary Moraa (1:57.86).
Mientras, Almanza, en su tercera cita con las Olimpiadas, quedó una vez más a las puertas de largar en la final. Ahora culminó quinta en su serie semifinalista, pero con el grato sabor de sus 1:58.73, lo mejor salido de sus pinchos en este 2024.
Para tener una idea de lo duro que fue la instancia semifinalista, baste decir que de las ocho clasificadas solo Mesele corrió por encima de 1:58.
Tampoco pudo hacerse justicia en las preliminares de salto de longitud el novel Alejandro Parada. Del tanque no sacó más que discretos 7.62 metros, y afloró la nostalgia por Iván Pedroso, Luis Felipe Meliz, Jaime Jefferson, Joan Lino Martínez y más recientemente Juan Miguel Echevarría, Maykel Massó, Lester Lescay…
Parada recaló en un discreto escaño 25, en tanto el griego y rey regente Mitiadis Tentoglu lideró las acciones, marcando su territorio y la arena a la distancia de 8.32 con una única ejecución.
El cierre en el campo y pista a toda velocidad, no podía ser de otra manera. Si bien Reynaldo Espinosa en un heat semifinal de vértigo, con cuatro hombres clasificados y por debajo de los 10 segundos, solo alcanzó a cruzar la meta en última posición con 10.21, pudiera decirse que su estreno fue loable. Desde Moscú 1980 Cuba no incluía a un corredor del hectómetro en una semifinal bajo los cinco aros.
Luego, en un espectáculo sin igual, con luces y flashes expectantes, el estadounidense Noah Lyles se encargó de hacer valer su clase y condición de as universal para con su mejor tiempo de por vida (9.79 segundos) imponerse por una nariz vista en fotofinish sobre el jamaicano y líder de la temporada Kishane Thompson.
Tal fue la envergadura de la carrera que por primera vez en la historia de una final olímpica de 100 metros, con viento reglamentario, los ocho hombres bajaron de los 10 segundos, colgándose el bronce el también norteño Fred Kerley (9.81). Una pincelada, definitivamente estos no van siendo unos Juegos gratos para los velocistas de la tierra del reggae.
Pupo y Arlenis, sin hacer valer su grandeza
No pudieron esta vez beber del elixir de la victoria los pistoleros rápidos Leuris Pupo y Jorge Félix Álvarez, como tampoco la estelar rutera Arlenis Sierra.
A 25 metros y desenfundando a velocidad luz la caña se puso a tres trozos. Ya habíamos presagiado que para colarse entre los seis finalistas de dicha especialidad del tiro deportivo había que rondar o superar los 585 puntos. Nuestro vaticinio no falló.
En una clasificación comandada por el chino Yuehong Li (588), el alemán Florian Peter (585) entró sexto in extremis a la final, dejando sin aliento al curtido francés y líder del escalafón universal Clement Bessaguet (585).
Ojo, balas y medallas: la inverosímil capacidad de Leuris Pupo
En el caso de los nuestros Pupo recaló en la posición 16 avalado por 581 unidades y una serie de 90 en la fase de cuatro segundos en la primera etapa que prácticamente truncó sus opciones de avanzar. Su segundo fase fue respetable, pero ya el daño estaba hecho. Mientras, Jorge Félix (578) terminaba en el puesto 21, con etapas de 290 y 288.
El pedaleo de Arlenis no estuvo a la altura de su clase en esta oportunidad. La prueba de ruta en París era un examen durísimo en el que las máximas calificaciones se las llevó la estadounidense Kristen Faulkner (3:59:23 horas), relegando a la fuera de serie incombustible holandesa Marianne Vos (4:00:21) a la segunda posición.
La manzanillera tuvo que conformarse con el lugar 48, a 7:53 minutos de la titular. Con 31 abriles, todavía a la ciclista del Movistar le queda pólvora suficiente en sus piernas para intentarlo a la vuelta de cuatro años en Los Ángeles.
Palmas para Díaz-Alayo a pesar del sorteo y otros demonios
Parecía que rendirían a la Torre Eiffel y a cuanto rival se cruzase en su camino. Sí, hablo de la dupla de voleibol de playa de Jorge Luis Alayo y Noslén Díaz. Pero a los nuestros, intratables e invictos en la fase de grupos, se les cruzaron los poderosos y punteros del ranking del orbe suecos David Ahman y Jonatan Hellvig. Caprichos del destino y de rivales que de “suecos” tuvieron muy poco en la arena parisina, emergiendo vencedores en tres parciales (21-11, 26-28 y 15-11), en duelo de muerte súbita de octavos de final.
Un choque orquestado como un manual táctico nórdico, uno de esos en que el poder vikingo y la exactitud de acordes sinfónicos se conjugaron para desarticular a los nuestros, quienes se habían ganado a base de remates y aces el favor del público y los entendidos.
Precisamente, la imagen opuesta habían dejado los nórdicos de 22 años hasta ese instante. Imaginen que habían pasado terceros de su llave, con derrotas ante los binomios de Qatar e Italia. Nada, que el destino es caprichoso, y las arenas, pese a una trayectoria impecable, distan de ser tierra firme y prometida. Adiós agridulce para los antillanos y resurrección de los suecos que ya enfilan a puerto de cuartos de final.
Su majestad el Jóker del Tenis
Un abrazo de Novak Djokovic con su hija atravesando el graderío del estadio Roland Garros, una arcilla en la que hincó sus rodillas y se persignó agradeciendo a los dioses del tenis, esos mismos que lo colocan como su majestad.
Ese abrazo, esas lágrimas y ese descomunal partido por el oro jugado frente al portentoso y temible “imberbe” Carlos Alcaraz, quedarán para la historia del llamado deporte blanco. El Jóker puede, a sus 37 años, irse a descansar tranquilo. Tres ciclos llevaba persiguiendo ese collar de cinco aros esquivo. Solo él y los grandes saben lo que representa ver caer el telón de tu inmensa carrera deportiva con el cuestionamiento o capítulo no cerrado del oro olímpico.
No señores, Djokovic no podía permitirse semejante “herejía”. Por obligación con el tenis y su inmejorable hoja de servicios debía sacar a relucir su mejor versión. Así lo hizo, exigido en cada drive, ajustando sus reveses cruzados y en paralelo, poniéndole dosis extra de poder a sus servicios en momentos quirúrgicos. Solo así pudo salir vencedor en dos horas y 50 minutos por idénticos 7-6 (7-3, 7-2) sobre Alcaraz.
Un partido digno de la mejor de las tragedias Shakesperianas, un deleite para todos los amantes del deporte y la guinda a un pastel de premios del serbio que incluye una decena de abiertos de Australia, tres Roland Garros, siete Wimbledon, cuatro US Open, siete finales ATP, par de Golden Masters, y una Copa Davis.
Carlos Yulo tira de Filipinas
Filipinas se encuentra en este minuto en la posición 21 del medallero. Una que ya quisiera ostentar Cuba. La ubicación de ese país tiene un nombre, el del gimnasta Carlos Yulo. Al pequeño fenómeno de 1.50 metros de estatura no le bastó destronar a gimnastas de mayor pedigrí en la final de ejercicios a manos libres.
Este domingo volvió a ingeniárselas para recibir una calificación superior a 15 en el caballo de salto, específicamente 15.116 producto de ejecuciones de 15.433 y 14.800. Dicho performance le valió para dejar sin opciones de triunfo a los británicos Harry Hepworth (14.949) y Jake Jarman (14.933), quien puntualmente estará soñando con Yulo un buen tiempo, pues el filipino le hizo la gracia tanto en el tapiz como en el salto.
Imaginen que de los tres oros de Filipinas en Juegos Olímpicos, dos llevan el santo y seña del conocido como el nómada de la gimnasia, por los disímiles sitios en los que ha establecido bases de entrenamiento. ¡Menuda manera de nutrirse y absorber lo mejor de cada escuela!
Estados Unidos, sudando, ley y orden en las albercas
Ha tenido que sudar el equipo estadounidense de natación en las albercas del París Defense Arena, pero en definitiva han impuesto su ley en la segunda disciplina que más juegos de preseas otorga en citas multideportivas. Los de las barras y las estrellas (8 oros-13 platas-7 bronces) superaron a uno de sus más enconados rivales, Australia (7-8-3), y a la Francia de Leon Marchand (4-1-2).
El protagonismo dominical, con récords mundiales incluidos, lo acapararon el relevo del 4×100 combinado femenino conformado por Regan Smith, Lilly King, Gretchen Walsh y Torri Huske; y Bobby Finke en los 1500 libres, avalado por crono de 14:30.67 que pulverizaron los 14:31.02 del chino Yang sun en Londres 2012.
No obstante, los norteños se llevaron el trago amargo en el relevo 4×100 combinado en la rama masculina, en el que perdieron la corona a manos de China. Desde 1960 hasta 2021, Estados Unidos siempre había ganado esta prueba (16 títulos consecutivos), por lo que el triunfo de los asiáticos tiene ribetes históricos.
Y ya que hablamos de historia, la joven canadiense de 17 años Summer McIntosh se erigió en reina de la natación en París con tres coronas en los 200 metros mariposa y las pruebas combinadas de 200 y 400. La chica impuso dos récords olímpicos e igual cantidad de cotas universales en la categoría juvenil.
Aupados por sus nadadores y las veloces piernas de Noah Lyles, finalmente los estadounidenses (19-26-26) asaltaron la cima del medallero en París, con los ultra peligrosos chinos al acecho (19-15-11), quienes han tenido en el clavados, el tiro y el tenis de mesa a sus disciplinas de calibre supremo.
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Hay que ser desfachatado para escribir este artículo desarticulado cuando de 170 países ocupamos el 20 con 6 medallas habiendo un centenar de países con mejores condiciones que nosotros …pero con menos voluntad y propósito que un paísito pobre y pequeño en extensión ..lo que me llama la atención que antes del 59 no había esta crisis según ustedes y apenas teníamos resultados deportivo ..pero para escribir pleplas hay bastante tiempo..saludos