A veces, los sueños se tornan tan especiales que no quisiéramos despertar, o daríamos cualquier cosa por volver a repetirlos cuando el tedio nos invade y nos damos cuenta de que todo fue una jugada de nuestro cerebro. A veces, también, podemos soñar despiertos.
En la noche del 1ro de agosto de 2021, Luis Alberto Orta se acostó viviendo el sueño de su vida, una historia digna de un biopic que quizás aún no se ha hecho porque queda mucha trama por escribir.
Un capítulo de la serie española Aquí no hay quien viva y la foto de su niña recién nacida lo acompañaban en su habitación. También los flashazos de la jornada de la lucha en los Juegos Olímpicos de Tokio: su remontada ante Sergei Emelin (campeón mundial de 2018); esos agarres molestos al bíceps y a la muñeca de los rivales para estrujarles los brazos; los pies clavados en el colchón para afincar su cuerpo inamovible, capaz de aguantar todo tipo de afrentas; el escenario teatral que era el Makuhari Messe Hall de la capital nipona; las luces en el centro de la pelea; el público en penumbras y aquella proyección que sacó por los aires al moldavo Victor Ciobanu. Era cine.
Estaba a solo un combate de vivir su propio sueño, el del niño de La Güinera que creció sin padre, el del atleta que en 2012, con problemas en la rodilla, fue dado de baja en el equipo nacional, el del campeón centroamericano que perdió de forma inexplicable en los juegos continentales de Lima 2019.
Todo eso iba en la mochila de Luis Orta cuando se enfrentó al local y campeón mundial de los 60 kilos Kenichiro Fumita. Lo calculó, y vio que era real la posibilidad de ganar, que estaba tan fino como el día anterior. Orta lo destrozó 5-1 y con sus lágrimas bañó en oro una historia que pocos hubieran creído.
Ahora en los 67 kilogramos, quiere volver a tener ese sueño en París 2024. Es otro camino, otro contexto. Ya no es aquel eléctrico que sorprendió a todos, y en la misma mochila de Tokio carga nuevas sensaciones: su medalla de oro está en los pronósticos y llega como campeón mundial (2023), campeón panamericano y mejor luchador del orbe en el pasado curso.
En su espalda lleva ahora una presión distinta. Pero Orta ha demostrado gestionarla como nadie y se ha ganado a lucha limpia el lugar que le corresponde.
El miércoles 7 de agosto saldrá a vivir el sueño olímpico por segunda vez, esperando que se extienda hasta la discusión del metal de oro, luchando porque nadie lo despierte.
En el camino aparecerán rivales que buscarán convertir la experiencia en una pesadilla, aun arriesgándose a ser destruidos. El azerí Hasrat Jafarov, número uno del mundo, y el iraní Saeid Morad Gholi Esmaeili llegarán con fervientes deseos de venganza.
A Jafarov lo venció en la final del Mundial de Belgrado, como acostumbra, remontando un marcador adverso de 1-3 para acabar venciendo por la mínima (3-4). Orta en estado puro. Ese año ya se habían cruzado en el abierto de Zagreb y el éxito (5-1) también fue al casillero del caribeño.
Por su parte, Esmaeili todavía tiene sangrante una herida de hace par de meses. En el Memorial de Luchas de Budapest, Hungría, pagó la novatada en semifinales, donde iba ganando 7-5. Faltando menos de un segundo, dio la espalda a un killer como Orta que no da nada por perdido, y su intento de festejo anticipado se convirtió en derrota de 7-9.
El chico de La Güinera acabó titulándose en la final, tras vencer al georgiano Leri Abuladze por 4-0. Esmaeili, por su parte, se tuvo que conformar con un bronce y mentalizarse para pelear contra su coterráneo Reza Geraei, campeón olímpico de la división en Tokio, en pos de determinar quién acabaría representando al país en la cita de la Ciudad de la Luz.
Finalmente Esmaeili ganó su boleto y estará con ansias de tomar desquite ante el cubano, que sabe muy bien cómo usar esa furia a su favor.
Otros rivales de consideración son el serbio campeón europeo (2021) y mundial (2022) Mate Nemeš, a quien Orta doblegó en la cita del orbe de 2023, y el ucraniano Parviz Nasibov, subcampeón en Tokio, que regresa a la división luego de haber incursionado en los 72 kilogramos.
El antillano nunca se ha enfrentado a Nasibov, sin embargo, una nota publicada en el sitio de la Unión Mundial de Luchas refleja que ha obtenido al menos una victoria contra 8 de los 16 participantes de París, aunque no ha competido con otros, como el egipcio Mohamed Elsayed, bronce en suelo nipón hace tres años.
Otro dato interesante que recuerda la nota, es que después de un Mundial decepcionante en 2022, Orta ha conseguido un balance de 29 ganados y solo dos combates perdidos, ambos en el primer semestre del pasado año, a manos del chino Husiyuetu Husiyuetu, que no clasificó a París.
En suelo galo, Orta podría convertirse en el tercer luchador greco cubano en colgarse al menos dos medallas de oro olímpicas, uniéndose al club de Mijaín López (cuatro) y Filiberto Azcuy (dos).
A veces es posible repetir los sueños. Incluso, es posible sentirlos de una manera muy especial. Orta lo tiene claro. Un capítulo de Aquí no hay quien viva, una llamada a su hija Bianca y a soñar despierto en esa aventura que todo atleta aspira a terminar en lo más alto del podio.
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