En 1942, el gran acontecimiento en el deporte de las luchas en Cuba fue la visita del extraordinario peleador francés Maurice Marie Joseph Tillet. Desde que se anunció su llegada a La Habana, se generó una expectación nunca antes vista por el público de la capital antillana.
Todos querían ver al “ogro francés”, famoso tanto por su excelencia en el ring como por su fealdad. La empresa Havana Promoting Association, bajo la dirección de Giraldo Hierro, fue la encargada de traerlo y presentarlo durante los meses de febrero y marzo de aquel año.
Tillet nació el 23 de octubre de 1903 en Rusia, en los Montes Urales, mientras su padre, que era un ingeniero francés, estuvo trabajando para el gobierno ruso. Al morir este en 1917, su madre decidió regresar a Francia y le apodó a su hijo “el ángel”, debido a su cara dulce y angelical.
Pero a los 20 años le diagnosticaron acromegalia, una extraña condición causada por un tumor benigno que influyó en el agrandamiento de su rostro, las manos y los pies. Dichas alteraciones le produjeron considerables cambios en su cuerpo y pasó a convertirse en un “ogro humano”, como muchos le empezaron a llamar.
Maurice se sobrepuso a todo tipo de calificativos y se graduó de Derecho, jugó fútbol rugby y tiempo después se alistó en la Armada francesa.
En 1937, conoció al luchador profesional lituano Karl Pojello, quien le cambió la vida. A partir de ese momento se convirtió en luchador y destacó de manera asombrosa, teniendo como aliadas una fuerza descomunal y un carisma extraordinario, a pesar de su extravagante rostro.
Luego de triunfar exitosamente en los escenarios europeos y gozar de plena fama como luchador, se trasladó a Estados Unidos y logró ser campeón de la AWA (American Wrestling Association) desde mayo de 1940 hasta mayo de 1942. Su impacto fue tan grande a nivel mundial que surgieron otros imitadores suyos (el ángel sueco, ruso, canadiense, polaco, checo, irlandés, dorado, negro y hasta una mujer nombrada Lady Angel).
Obviamente, la llegada a La Habana de un personaje tan famoso fue un revuelo absoluto. Para su presentación se preparó un brillante espectáculo. El centro deportivo conocido como Arena Cristal fue el encargado de regalarle al público capitalino la presencia de este reconocido atleta. Su llegada fue un privilegio que ostentó la capital cubana, pues otras importantes ciudades del continente no pudieron tener la dicha de verlo. Después de Estados Unidos, solo estuvo en Cuba hasta ese momento.
Ese programa de luchas fue la glorificación de este popular deporte en Cuba y no era para menos, pues aparte del “Ángel” francés estuvieron importantes luchadores de nivel mundial. Llegaron además el sorprendente Bob (Bibber) Mc Coy, colegial estadounidense del Holly Cross; Leo Numa, un sueco con cuerpo de Adonis y fiereza de tigre; Marvin Westemberg, joven promesa estadounidense; Billy Bartush, campeón de Lituania y el ruso Serge Kalinin.
La primera pelea de Maurice Tillet fue contra Bob (Bibber) Mc Coy. Este luchador era un exitoso colegial que medía 5 pies y 11 pulgadas y pesaba 245 libras, de estilo aciclonado y quien tiempos atrás fuera catcher de los Detroit Tigers, en Grandes Ligas, además de estrella de fútbol americano. Su principal arma era el tackle.
En este combate, Tillet no tuvo piedad con su oponente y lo lanzó a más de dos metros como quien lanza un objeto con poco peso. Sin dudas, esta pelea fue catalogada como una de las más grandes y brillantes de las realizadas en Cuba en la historia de las luchas libres. Después de su victoria, el ogro de los Urales conquistó los corazones del público habanero debido a su carisma y fortaleza exhibidos en el ring, a pesar de que a su llegada lo llamaron “el ser humano más feo del mundo”.
Los próximos combates también los ganó con relativa facilidad. Llevó a la lona al gigante Joe Cox, apodado “Dinamita”. Su tercera pelea fue contra el sueco Leo Numa, quien le hizo poca resistencia a pesar de la gran expectativa que suscitó este encuentro. Hasta ese momento el luchador francés era imbatible y se llegó a un acuerdo con él para que peleara por última vez con el gigante australiano de 6 pies y 1 pulgada y 250 libras de peso y uno de los mejores luchadores del momento, el gran Doby Osborn. La misma empresa que lo contrató, Havana Promoting Association, decidió traer desde la lejana tierra de los canguros a este luchador y ver si era capaz de ganarle a Tillet, pero no existen reportes de ese combate. Este acuerdo se llevó a cabo cuando el francés estuvo unos días en Guantánamo, donde asuntos no sabidos lo llevaron por la zona oriental de Cuba.
La carrera de Tillet como peleador activo terminó en 1953, pocos años después de que su salud comenzara a deteriorarse y no tuviera el mismo dominio sobre sus rivales. Un año más tarde, el 4 de septiembre de 1954, el luchador francés falleció de un ataque al corazón tras enterarse de la muerte de Karl Pojello, el profesor lituano que lo había guiado por el mundo de la lucha desde hacía casi dos décadas.
Se da por sentado que el aspecto físico de Maurice Tillet inspiró la creación del personaje de Shrek. A pesar de que la compañía fílmica DreamWorks nunca lo ha reconocido, hay elementos suficientes para creer que sí. Desde el mismo momento en que Tillet apareció públicamente como luchador profesional ya se le conocía como “el ogro humano”. Este detalle, unido a su increíble similitud facial y corporal con Shrek, parece sentenciar que la creencia popular es cierta. Además, comparte otras cualidades como la de haber sido una persona amigable, algo solitaria y con sonrisas parecida a la del famoso personaje animado.