Cuando Julita Osendi dijo que si ella no existiera otra mujer hubiera venido a hacer lo mismo, no se trató de un alarde de modestia, sino de la convicción plena de que las figuras femeninas tenían y tienen todo el derecho y la aptitud para ganarse un espacio destacado en el complejo universo del periodismo deportivo.
La vida le ha dado la razón a Julita Osendi. Las mujeres ocupan un lugar cada vez más preponderante en la prensa deportiva cubana, derrumbando paulatinamente los mitos y prejuicios que durante décadas limitaron o bloquearon la presencia femenina en los programas que los medios antillanos dedicaban a la cobertura de eventos atléticos.
Hoy las mujeres narran juegos de béisbol y peleas de boxeo o dan seguimiento a disciplinas de máxima trascendencia, escenario impensado en el pasado siglo. Hoy tenemos mujeres analistas de altísimo calibre, cuyos criterios y valoraciones certeras marcan estados de opinión e inciden en decisiones del propio sistema deportivo, algo que no se ha logrado por condescendencia, sino por su inteligencia y capacidad de superación.
Un paso más en el reconocimiento a los derechos y al trabajo de la mujer en este ámbito se ha dado con la reciente creación de Sección Femenina del Círculo de Cronistas Deportivos de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), que reunirá a todas las profesionales del país enfocadas en la cobertura de eventos atléticos en los distintos medios de prensa.
Yisel Filiú Téllez, periodista del Sistema Informativo de la Televisión Cubana y del canal especializado Tele Rebelde, está al frente de la nueva organización y aseguró a OnCuba que uno de los principales retos en este inicio es localizar, en todos los medios y espacios docentes, a periodistas (asociadas a la UPEC o no), fotorreporteras, narradoras, asistentes y estudiantes de periodismo con el perfil definido en la cobertura de deportes, a fin de intercambiar experiencias, conocer retos personales, aspiraciones, insatisfacciones y propósitos de cada una.
A priori, este es un proyecto maravilloso y revolucionario, pero no ha surgido de la noche a la mañana. Precisamente, cuando se le pregunta a Yisel Filiú sobre las raíces de la nueva Sección Femenina, nos cuenta que es algo que se ha gestado progresivamente a partir de la impronta de Julita Osendi en el periodismo deportivo cubano, de la aparición de muchas exponentes en la rama y de una visión más receptiva —aunque no totalmente abierta— de los “decisores” en las redacciones.
“Desde hace unos años entendí que las periodistas deportivas en Cuba no éramos las dos o tres que marcaron la etapa de la legendaria Julita Osendi, que representó inspiración para muchas, especialmente para mí. En 2011 cuando tuve la posibilidad de participar en el Posgrado Internacional de Periodismo Deportivo en La Habana, compartí con Darilys Reyes, de Cienfuegos y Glenda Torres, de La Habana. Luego conocí a Mayli Estévez, de Villa Clara, Yuliet Pérez Calaña en la Isla de la Juventud, Lianet Escobar, de Guantánamo, y ello significaba que ya había un camino en cuanto a la mujer en el ejercicio del periodismo deportivo”.
“Nosotras íbamos cobrando visualidad, al punto de que hoy, estoy casi segura que hay al menos una periodista deportiva en cada provincia, ya sea en televisión, prensa escrita o radio. A mí me escriben periodistas deportivas jóvenes, queriendo compartir experiencias profesionales, o estudiantes de periodismo, comentando su intención de, al graduarse, ejercer la profesión. Ya desde aquel 2011 no sólo cobrábamos visualidad, sino también respeto”, expresa Filiú, quien tiene más de una década de experiencia en los medios.
Darilys, va por ti, va por todas
La nueva Sección Femenina del Círculo de Cronistas Deportivos se nombra “Darilys Reyes in Memoriam”, en honor a la periodista cienfueguera que falleció en octubre del 2019 a la edad de 33 años. Abarcadora, incisiva, Darilys fue una reportera de excelencia, que llevó siempre la verdad por delante y nos cautivó a todos con la profundidad de sus análisis.
No hay mejor nombre para la nueva organización, cuyo nacimiento es un punto de partida para “homenajear y perpetuar de algún modo el amor, el talento y la sagacidad de Darylis como periodista deportiva”, nos dice Yuliet Pérez Calaña, otra de las mujeres que, desde su natal Isla de la Juventud, aborda temáticas deportivas.
Darilys llevaría hoy la voz cantante en un proyecto de tamaña magnitud, por el cual ella y otro grupo de colegas abogaron en incontables ocasiones, sin encontrar un respaldo decisivo. “Varias veces propuse que se le encontrara un espacio a las mujeres periodistas deportivas, pero lamentablemente el espacio no llegaba”, nos comenta Yisel Filiú.
A partir de eso, se desarrollaron distintas iniciativas en las redes sociales, como la página de Facebook “Periodistas Deportivas Cubanas Que Swing”, en la que se realizaban algunas publicaciones, aunque todo quedaba en un plano muy empírico.
Darilys Reyes: un pésame profundo desde el periodismo cubano
“Entonces, Darilys sufre ese fatídico accidente que le cobra la vida hace dos años, y en un acto de pura espontaneidad, proponemos crear un grupo que aunara a las periodistas deportivas, que pudieran presentar proyectos tanto nacionales como internacionales, investigaciones, piezas periodísticas de valor, intercambio de experiencias, y que ese grupo llevara el nombre de Darilys, que fue quizás, la periodista deportiva de la nueva hornada más laureada en concursos González Barros”, explica Filiú Téllez.
Afortunadamente, la UPEC abrazó el proyecto, cuya intención —dice Yisel— “no es segregar en cuestión de género”, motivo por el cual se propuso crearlo dentro del Círculo de Cronistas Deportivos.
Para Yuliet, para Yisel, y para todo el periodismo deportivo cubano, esta nueva creación es una bocanada de aire fresco que reafirma a Darilys Reyes como un paradigma, no porque haya fallecido de manera prematura, sino porque en un breve tiempo logró dejar un legado considerable en la cobertura del béisbol nacional y en el seguimiento a los Elefantes de Cienfuegos, el equipo de sus amores.
Urgencias sobre la mesa
En un bosquejo rápido por la obra deportiva de los medios cubanos en el presente siglo, encontramos a varias periodistas mujeres que trascienden por su constancia y dedicación. Ahí están los nombres de Julita Osendi, Elsa Ramos, Luisa Fernanda, Eyleen Ríos, Lisset Ricardo, Glenda Torres, Mayli Estévez, Marlys Rodríguez, Yuliet Pérez y la propia Yisel Filiú, quienes apostaron por la especialización y marcaron el camino para las más jóvenes.
En ese grupo de la nueva hornada podríamos incluir a Rogmary García, Melissa Blanco, Gretel Yanet Tamayo, Kiara González, Angélica Arce, Karlienys Calzadilla, Brita García, Niurka Talancón, Norys Castañeda, Litzie Álvarez y Lianet Escobar, voces impetuosas que no cejan en su empeño de avanzar en el complejo mundo del periodismo deportivo.
Es indiscutible que cada vez más mujeres tienen presencia en los medios, sin embargo, esto no significa que exista una apertura absoluta en cuanto a los espacios y roles que ellas pueden ocupar en las redacciones.
“A las mujeres nos ha costado mucho trabajo abrirnos camino en campos laborales colonizados desde siempre por hombres, como este del periodismo deportivo. Por tanto, es algo que urge mantener, defender, consolidar y expandir. No veo mejor estrategia para ello que mantenernos unidas, compartiendo saberes e inquietudes, sirviéndonos de hombro o de acicate, siendo más fuertes y mejores para nosotras mismas y para las otras”, asegura Yuliet Pérez, aunque su experiencia personal no ha sido traumática.
“En mi caso particular, me siento muy afortunada porque trabajo en un lugar donde, desde que me decidí por el periodismo deportivo, tuve las mismas oportunidades que mis colegas hombres y recibí su apoyo y respeto, algo que se ha mantenido hasta hoy. Sucede también que Isla de la Juventud es un lugar más pequeño, como un ecosistema diferente. Pero conozco muchachas que no han tenido la misma suerte”, añade.
Para revertir ese panorama desfavorable que algunas mujeres pueden encontrar, es preciso un cambio de mentalidad de quienes toman decisiones, aunque Yisel Filiú, a partir de su experiencia personal, considera que también es imprescindible la preparación y la superación para enfrentar la mirada crítica de la sociedad y el receptor de sus productos comunicativos.
“Esos dos aspectos, las mujeres debemos tenerlos como ley primera. A nivel social, en una peña deportiva hablando de pelota, sufrí una vez una frase que me dijo un hombre que marcó mi vida: «¿Qué tú sabes de pelota?». En ese instante, le demostré cuánto sabía y entendí que, ya superado el asunto con directivos de redacciones deportivas, el problema no era con miradas escépticas de atletas y entrenadores, sino de la sociedad, del público. Por eso creo que los reportes que hacemos no pueden ser de quién ganó y quién perdió, se impone hacer el análisis, la valoración, contrastar criterios, y así el público no te va aceptando, te valora y respeta, que es lo más importante”, relata Filiú.
De cualquier manera, como ya expresamos, se necesita de más comprensión de los directivos, de más flexibilidad, sobre todo en un terreno muy poco transitado en el que se debe trabajar seriamente: la narración deportiva.
“Es el hecho de que los directores nos den el voto de confianza, o mejor aún, la palmadita en el hombro o el impulso al sí se puede, porque muchas, como yo, tenemos el curso vencido, con narraciones demostradas, pero quedan ahí, como grabaciones engavetadas. Por eso, en Matanzas, aplaudo a Melisa Blanco, que es considerada la primera narradora de béisbol en Cuba, pero también aplaudo a sus compañeros que le abrieron los micrófonos y le dieron el apoyo para que lo hiciera.
“¿Que la primera, la segunda y quizás la tercera narración no quedaron como hubiéramos deseado? Perfecto. Pero en cualquier profesión, la práctica es esencial. Sí insisto en la preparación, en la calidad, pero estoy consciente que es muy importante la palmadita en el hombro, ese apoyo que necesita todo el que comienza”, precisa Filiú, quien tiene clara su meta esencial en este arranque del grupo “Darilys Reyes In Memoriam”.
“Nos falta terreno te repito, en la narración, en la fotografía, incluso en las estadísticas. Pero bien, si las mujeres tienen que imponerse que no sea por una cuestión de género, que sea por calidad, es mi aspiración primera con esta Sección Femenina del Círculo de Cronistas Deportivos.”
Desterrando el machismo
Cuba no es un territorio libre de machismo. Este es un mal arraigado en la sociedad y da pie a la desigualdad de género, fenómeno que se sufre muchísimo cuando prevalecen criterios machistas entre las personas con poder en la toma de decisiones de los distintos centros laborales.
El mundo de la prensa no está exento de dichos riesgos. Aunque existen medios a nivel legal o institucional para el desarrollo profesional de las mujeres en igualdad de condiciones y sin prejuicios, cualquier manifestación de machismo, por mínima que sea, se convierte en una afilada punta de lanza que lacera los derechos de las mujeres periodistas.
Yisel Filiú considera que quedan rastros de machismo en el periodismo deportivo cubano, donde todavía hay tendencia a ver a la mujer solo como “la imagen suave de un noticiero”.
“Me gustaría que los directores se arriesgaran más, que colocaran a mujeres en la narración de los llamados deportes duros. A mí, por ejemplo, no me interesa narrar gimnasia, y mira que es uno de los deportes que atiendo por Tele Rebelde y por el que tengo gran pasión, pero resulta que es muy “femenino” y es justo el que me han propuesto. Y no, me interesa escucharme o escuchar una voz femenina en el béisbol, en el boxeo.
“Sucede que nadie se lo imagina, y es justo ahí donde radica el reto. Si resulta difícil la narración, pues entonces, al menos, que sea la voz de análisis acompañante. Yo he tenido esa experiencia con el levantamiento de pesas y en Santiago fui la primera que hizo el terreno, inspirada en las veces que lo hizo Julita. Aquí en La Habana, cuando acepté los deportes de combate en el periodismo deportivo, lo hice con total convicción no de enamorar al público, sino de crearle un juicio con elementos analíticos y críticos desde mi percepción y en mi voz, completamente femenina”, reflexiona Filiú Téllez.
Al respecto, Yuliet Pérez considera impostergable el destierro del machismo, de lo contrario, tendrán que seguir lidiando con frases como “a ti te gustan los peloteros y no la pelota”, o los jefes más conservadores se seguirán sintiendo con el derecho de apoyarse solo en hombres para realizar determinadas coberturas porque pueden hacerlo mejor que una mujer.
“Tendremos que soportar que se hagan inferencias de nuestra orientación sexual en base a nuestra profesión, o vivir situaciones que no les ocurren casi nunca a los hombres, como intercambiar números de celular con algún entrenador, directivo o atleta por cuestiones laborales y recibir luego mensajes no deseados”, alerta la periodista pinera, quien, no obstante, reconoce que se ha ganado terreno.
Realmente, comparado con el panorama de hace 25-30 años, hay avances, sobre todo gracias al terreno que allanó Julita Osendi, quien logró salir adelante por su talento y preparación en una etapa cruel. Ese, podría decirse, fue el inicio de un camino complejo, por el que hoy desandan otras mujeres, enfocadas también en imponerse y en terminar de derrumbar barreras, mitos y prejuicios. Para lograrlo, es preciso conversar mucho más sobre estos acápites, no esconder nunca la bola, poner las cartas sobre la mesa y enjuiciar de manera ejemplar a quienes jueguen la carta del machismo en nuestros medios.
Una lucha que trasciende fronteras
El ejercicio del periodismo deportivo está signado por muchas desigualdades. En América Latina, por ejemplo, prevalece el acoso y abuso sexual, y se nota la desventaja salarial ante hombres que hacen las mismas actividades. Además, un grupo importante de comunicadoras puede abrirse espacio solo a golpe de codazos, tragando rabia ante comentarios discriminatorios, “propuestas” fuera de lugar o determinadas “obligaciones” para sostener un puesto.
Así lo considera la periodista argentina Carolina Mitriani, para quien esto se ha convertido en una lucha cotidiana. Según ella, todo está vinculado con lo que históricamente se le ha negado a las mujeres, habitualmente confinadas a las tareas domésticas y al cuidado de los niños, sin demasiadas garantías de socialización, proyección de objetivos o independencia.
“Modificar esa construcción social, sin dudas, llevará varios cambios generacionales y la persistencia de este trabajo de hormigas que desde los feminismos se construye desde hace años. La divulgación del deporte como una herramienta de libertades y como un derecho humano básico, en principios de igualdad, es esencial. Para eso se debe acercar a las niñas y mujeres las actividades, hacerles sentir ese espacio como propio, propiciar el encuentro para compartir experiencias y reforzar vínculos.
“Las transmisiones mediáticas abiertas y gratuitas cuando se realizan eventos deportivos femeninos es crucial: les muestra a las niñas y mujeres que allí hay un escenario que les pertenece y a través de referentes da aspiraciones a logros. Las capacitaciones y los debates también deben darse en el ámbito masculino. Poder repensar las prácticas normalizadas, los micro-machismos cotidianos y la búsqueda de posibilidades para abrir espacios en equidad, cooperar sabiéndose en un lugar de privilegio”, asegura Mitriani, una de las activistas que ha impulsado la gestión de AIPS América para lograr igualdad de derechos en el ejercicio del periodismo deportivo.
En consonancia, la cronista mexicana Lupiz Ojeda precisa que, si bien se nota una evolución en el pensamiento, a las mujeres les queda mucho camino por recorrer en un escenario donde la fuerza, la agilidad y la destreza son asociadas a la masculinidad y no a la feminidad.
“En muchas competencias, el rol de las mujeres sigue siendo el de una edecán, aunque por fortuna esa perspectiva ha cambiado un poco en algunos lugares. Cada vez hay más atletas y con mejores marcas; periodistas que retratan anécdotas, directivas, especialistas en rehabilitación, ampayers. La valentía, el arrojo, la determinación más grande que el miedo, la preparación, parecen ser las únicas llaves para avanzar en la equidad, para obtener sueldos igualitarios, ligas profesionales, puestos directivos para la toma de decisiones”, afirma Ojeda.
El problema está en que no hay una correspondencia entre los resultados y los logros de las mujeres con la valoración que hace la sociedad de los mismos. En México, por ejemplo, selecciones femeninas de softbol y béisbol van a Juegos Olímpicos y Campeonatos Mundiales, pero ni siquiera tienen ligas profesionales organizadas.
“Nuestras futbolistas siguen recibiendo iPads por ganar un campeonato mientras sus pares ganan millones. Hay una deuda añeja y la voluntad para revertirlo aún es limitada. Para los periodistas no es diferente, aún hay quienes pretenden descalificarlas al llamarlas “porristas”, como si las mujeres de los grupos de animación tampoco merecieran respeto; los sueldos siguen siendo dispares; ningún equipo de béisbol tiene unas cronista viajera; la brecha aún es grande, pero avanzamos. Estamos acostumbradas a vencer barreras, a crear espacios cuando los que existen no son negados; hemos aprendido del deporte que una mala pinchada no asegura una derrota, hay que mantenerse en la caja de bateo, porque tarde o temprano vamos a darle vuelta a la pizarra”, dice la reportera mexicana.
Pero hay muchos más contratiempos. Las periodistas deportivas que tienen hijos o aspiraciones de tenerlos se las consideran como limitadas en sus capacidades y tiempos, y se les excluye de estadios o espacios laborales por estar con sus niños. Además, hay muchos rastros de superficialidad en la manera de tratar a las mujeres en los medios, valorándolas más por la imagen que por los conocimientos.
“Es muy triste”, asegura Mitriani, sobre todo porque estos y muchos otros flagelos no funcionan como casos aislados, sino como regla general. Por ello, el desafío es difícil, pero no imposible de lograr si se trabaja codo a codo.
“Lo que ahora está más marcado es que nos sabemos juntas y tenemos siempre cerca a otra dispuesta a poner el hombro y el grito por nosotras. Como decimos acá en Argentina: Estamos hartas pero estamos juntas.”
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