En los últimos seis años se ha vuelto habitual que los gimnastas cubanos pesquen medallas en alguna Copa del Mundo aislada en el calendario internacional. Manrique Larduet, Marcia Videaux, Yesenia Ferrera o Randy Lerú han subido al podio en distintas citas globales.
Pero desde finales del 2018, participar y ganar en determinadas Copas del Mundo tiene un valor añadido, pues dichos eventos forman parte de la carrera de clasificación olímpica, que tendrá su punto culminante en la lid estival de Tokio 2020.
Por ello pesa tanto el bronce que logró el pasado fin de semana el gimnasta indómito Randy Lerú, en la Copa del Mundo de Doha, donde dio una gran demostración en la barra fija, su aparato favorito y en el que ha cosechado la mayoría de sus resultados relevantes.
Lerú fue finalista mundial en dicha modalidad hace dos años, en Montreal. Desde entonces, se ha mantenido con rutinas de alta complejidad y ejecuciones de mucha naturalidad y fluidez. Eso lo demostró ahora en Qatar, escenario angosto por la calidad de los contrarios.
El cubano secundó en el podio al estelar croata Tin Srbic, campeón mundial de barra en el 2017, y al japonés Hidetaka Miyashi, uno de los nuevos exponentes asiáticos que busca especializarse en la modalidad. Detrás del antillano terminó, por ejemplo, el monarca olímpico Epke Zonderland, un holandés de destreza inimaginable en el aparato.
Teniendo en cuenta la calidad de los oponentes y el habitual déficit competitivo con que cargan los gimnastas de la Isla, el bronce de Lerú es un gran resultado, todavía más importante al conseguirlo en una de las paradas de la Apparatus World Cup Series, que forma parte del sistema de clasificación olímpica implementado por la Federación Internacional.
La Apparatus World Cup Series comprende ocho eventos a efectuarse desde noviembre del 2018 hasta marzo del 2020, en un total de cuatro escenarios diferentes. Además de Doha, donde recientemente compitió el antillano, las otras sedes son Melbourne (Australia), Bakú (Azerbaiyán) y Cottbus (Alemania), y en cada una de ellas, al final del camino, se habrán celebrado dos Copas del Mundo.
La primera aconteció a finales del pasado año en tierras germanas, y ya en el 2019 se han celebrado tres, por lo que solo queda el regreso a Alemania en noviembre próximo. Para completar las ocho paradas, Melbourne, Bakú y Doha recibirán sus respectivos torneos en el primer trimestre del 2020.
¿Qué se gana en estas Copas del Mundo?
Normalmente, las Copas del Mundo han servido para ganar premios en metálico y rodaje de cara a competencias de primer nivel, pero ahora los certámenes incluidos en el circuito de la Apparatus World Cup Series son una oportunidad legítima de competir por un boleto a los Juegos Olímpicos de Tokio.
De acuerdo con el sistema de clasificación rumbo a la capital nipona, la Apparatus World Cup Series ofrece boletos directos a la cita estival a los mejores de cada aparato cuando termine la carrera en marzo del 2020.
En ese momento se establecerá un escalafón final de las pruebas, en el cual se compilarán los mejores tres resultados de cada atleta entre todas las paradas. Al cierre, estas regalarán seis cupos entre los hombres y cuatro para las mujeres.
A simple vista, son cifras pequeñas y supondríamos que las cuotas estarían reservadas para las grandes estrellas del deporte, pero realmente esas luminarias no necesitarán de estos eventos para clasificar a Tokio.
Por ejemplo, 12 hombres de China, Rusia y Japón, entre quienes se incluyen Xiao Ruoteng, Lin Chaopan, David Belyavskiy, Artur Dalaloyan, Nikita Nagornyy, Kenzo Shirai o Kohei Uchimura, ya aseguraron sus plazas olímpicas al concluir en los tres primeros puestos por equipos en el Mundial de Doha 2018.
Ellos no tendrán derecho a buscar un boleto adicional para su país, en la Apparatus World Cup Series. Este detalle despeja un tanto el panorama, que será todavía más claro cuando termine la lid por equipos en el Mundial de Stuttgart, que dejará otras nueve naciones y otros 36 gimnastas clasificados a Tokio.
Así se allanaría el camino, primero en la clasificación del All-Around y las finales por aparatos del Mundial, y después en la definición de la Apparatus World Cup Series.
Pongamos el ejemplo puntual de la barra fija. Es muy poco probable que Tin Srbic, Epke Zonderland o Sam Mikulak lleguen a marzo del 2020 sin boleto olímpico, el cual deben asegurar en el Mundial, algunos en las competencias colectivas, y otros en el concurso de máximos acumuladores o las finales por aparatos.
El punto es que, tras estos resultados de los Mundiales (Doha 2018 y Stuttgart 2019), tendrán asegurados sus boletos a Tokio un total de 78 gimnastas, y quedarán 18 plazas disponibles para completar el grupo de 96 que competirá en la capital nipona.
Como vemos, si los cubanos no obtienen pasajes en el Mundial, les quedarían muchísimos menos rivales de consideración en la Apparatus World Cup Series, así como en los campeonatos continentales, última opción clasificatoria si fallan las opciones globales.
Por ello, será vital competir en la Copa del Mundo de Cottbus, a finales de este año, y al menos en dos de las paradas del 2020 (presumiblemente Bakú y Doha, pues Melbourne es una plaza muy costosa por la lejanía). Así se reforzarían mucho las opciones de clasificar a Tokio, con suerte, a dos gimnastas en cada sexo.