A falta de subir preseas al medallero, Cuba ha tomado otro camino para engordar su cosecha en Río de Janeiro: la vía del encargo. Por este concepto, ya tenemos dos bronces en el bolsillo, pero solo veremos los metales dentro de unos días, cuando finalicen a cuentagotas las finales del boxeo, el gran buque insignia de nuestro país, el deporte que se supone encumbre una vez más a una delegación plagada de nombres que, de antemano, nunca estuvieron en los pronósticos de podio.
De 124 atletas con boleto directo a Río de Janeiro, muchísimos menos de la mitad tenían reales opciones de colgarse una medalla, y ahora hemos podido confirmarlo, cuando han caído como castillo de naipes las reducidas armadas de tenis de mesa, buena parte del remo, buena parte del judo, el voleibol de sala, la natación y casi todo el tiro deportivo.
De momento, solo los boxeadores marchan al ritmo previsto, y ya han encargado dos medallas de bronce, como mencionamos al principio. Johannys Argilagos (49kg) y Erislandy Savón (91) aseguraron su puesto en podio y les resta ahora mejorar el color de sus preseas, crecer cualitativamente, y lo tienen a la mano, aunque el nivel de complejidad aumentará en semifinales.
“Hasta la final no paro”, esas han sido las palabras del minimosca cubano, quien ya en su segunda salida mostró una versión más fiel a su estilo, combinativo, veloz y sin dejar brechas. Peleó con confianza, justo el arma que necesitará por grandes cantidades para solventar los venideros retos, ya bien cerca del último escalón de los Juegos.
Su próximo rival será el colombiano Yuberjen Martínez, con quien deberá tener el mismo ímpetu y cautela, sin que se le suban los humos a la cabeza, pues le puede costar caro y perder la oportunidad de ser uno de los boxeadores cubanos más jóvenes en alcanzar una final.
El caso de Savón guarda algunas diferencias, sobre todo porque solo quedan con vida en los pesos pesados tres boxeadores de Europa del Este, blancos crudos, moles humanas que costará mucho doblegar. El primer examen será Vassiliy Levit, de Kazajstán, y de pasar la prueba aparecerán como gigantes el ruso Evgeny Tishchenko o el uzbeco Rustam Tulaganov. Palabras mayores.
El argentino Yamil Peralta, víctima de Savón este miércoles, dijo a los periodistas que el cubano ganaría el oro, pero del dicho al hecho va un trecho, y quedan muchos golpes por pegar en el cuadrilátero para que Erislandy mantenga un apellido célebre del ring en lo más alto de la historia boxística olímpica.
Lo cierto es que con ellos Cuba ya ha encargado sus dos primeras medallas, las cuales esperamos con ansías, porque el resto de la comitiva permanece en silencio.
Asley, Inmóvil
Aquí está el primer pronóstico fallido de casi todos los entendidos que ofrecieron vaticinios antes de los Juegos Olímpicos, entre quienes me incluyo. Confiando en la capacidad física de Asley González para reducir el margen de error tras meses sin competir regularmente, cometí un pecado, porque el villaclareño, estuvo muy lejos de su mejor condición en el tatami.
Fuerte pero lento, y no muy claro en su accionar táctico, Asley naufragó y sin decir palabra alguna se marchó temprano, sin dudas un mal presagio para nuestra delegación, que tenía fijado el día 10 de agosto como fecha de medallas precisamente por la irrupción del titular mundial del 2013.
La estrategia de sacarlo del espectro competitivo durante meses, cancelando varias de sus posibles presentaciones, al final no dio resultado, porque a la hora de la verdad no tuvo ritmo, se le perdieron las ideas y fue las duchas cargado de frustración tras caerle encima cuatro penalizaciones ante el mongol Otgonbaatar Lkhagvasuren, quien solo agarró y empujó, armas que después le valieron para llegar a discutir el bronce, donde también perdió. Esos argumentos no alcanzan para mucho.
Hace unos jornadas alguien me comentó que la actuación de Dayaris Mestre, quien perdió dos veces la oportunidad de subir al podio, no le daba buena espina, y que a partir de ese fallo vendrían otros como parte de una maldición, tan populares en los deportes.
No creo que sea tan serio el asunto, pero el hecho de que Asley perdiera ya es otro detalle para preocuparse, sobre todo por el caso particular del judo, al que le restan cuatro opciones, y de ellas solo una verdaderamente confiable en Idalis Ortiz para sumar una presea al conteo de Cuba.
Manrique se rompe
“Diviértete y dale riendas sueltas a tu imaginación, yo siempre estaré a tu lado para ayudarte en todo, orgulloso de ti estamos todos. Gran guerrero, lo llevas en la sangre. El Titán del Caribe. Manrique es Cuba, Cuba es Manrique, muchos corazones y mentes estarán contigo hoy, no estás solo, no tienes nada que perder, ya eres campeón”.
Ese fue el mensaje que el entrenador Carlos Rafael Gil dejó a su pupilo, el gimnasta Manrique Larduet, en las redes sociales, una especie de arenga, muy a la cubana, alentando al pequeño acróbata a ofrecer sus mejores galas en la competencia de máximos acumuladores.
Y como tal, Manrique respondió, no se quedó en la cama, justificando su ausencia con una lesión. “Tenía que ir, llegamos hasta aquí y no fue para perderme una final”, me confesó en una breve línea tras confirmarse los peores presagios y salir de competencia por una dolencia en el tobillo.
Desde la fase de clasificación algo me inquietó en los movimientos del santiaguero. Su habitual fluidez estaba algo perdida, trancado en diversos ejercicios, muy poco usual en sus rutinas, cargadas siempre de un atrevimiento temerario, jugando al límite en cada pirueta. Y resulta que todo era causa de esa maldita lesión, sufrida en la sesión de pódium antes de comenzar las primeras rondas el sábado pasado.
A pesar de eso, dejó destellos que le alcanzaron para avanzar a tres finales, algo increíble ahora que conocemos la naturaleza de su molestia. No tengo la menor duda de que en plenitud de condiciones este miércoles se hubiera colado en el podio, sacando de quicio al japonés Kohei Uchimura, a la postre campeón, y al ucraniano Oleg Verniaiev, plata.
El duelo de estos dos monstruos hubiera sido muy diferente con Manrique a su lado. Mirándolo de reojo, quién sabe cómo terminaría la disputa entre el asiático y el europeo, cuyas puntuaciones son perfectamente asequibles para el mejor Manrique, quien, mínimo, pescaba un bronce en el all around.
Quedan cinco días hasta las finales de paralelas y barra fija, las otras a las cuales ganó el derecho de contender por un metal. Nadie puede asegurar cómo responderá su tobillo al tratamiento de estas jornadas, pero si algo creo es que no se debe arriesgar nada. Si no puede, no puede, le restan muchas competencias por delante y representa un riesgo tremendo sacarlo a la escena si no está listo para soportar la carga física.
Firme como es, soñador como es, no dudo que se exprima hasta las últimas circunstancias, motivo adicional para mostrar respeto frente a su figura juvenil.
Esto fue un trago amargo, sin dudas, pero de momento, si nos queda alguna satisfacción, es que no tenemos medallas, pero ya las mandamos a hacer. El encargo llega pronto.