Todos los días, alrededor de las ocho de la mañana, Robelis Despaigne (Santiago de Cuba, 1988) atravesaba los seis carriles de la Vía Monumental, al este de La Habana, con una mochila al hombro. Su figura de más de dos metros de estatura y casi 200 libras de peso llamaba la atención en medio de la carretera; daba la impresión de que podía parar el tráfico y levantar cualquier auto con sus propias manos.
Robelis salía al amanecer de la Escuela de Alto Rendimiento “Giraldo Córdova Cardín”, ubicada detrás del estadio Panamericano, y caminaba o corría hasta el centro de combate “Ramiro Chirino”, cruzando la Monumental. Allí entrenaba con la selección nacional de taekwondo, justo al lado de los principales exponentes del kárate. Entre todos, eran más de 50 personas sudando en un espacio muy pequeño, donde primaba la intensidad.
Carreras, saltos, combates simulados, ensayos con petos electrónicos, trabajos tácticos y una fuerte preparación física formaban parte del día a día de los mejores taekwondocas cubanos, entre los que Robelis sobresalía por encima del resto.
El poder y el alcance de su pateo causaban sensación, pero lo que más me impactaba cada vez que lo veía entrenar era la naturalidad y la velocidad de sus movimientos, impropios de un ser humano que bien podría postularse para filmar Hulk.
Las sesiones eran agotadoras. Cuando terminaban, todos salían a un pequeño patio al costado del centro de combate y allí tiraban en el suelo los petos y parte de la ropa de entrenar, que se podía exprimir después de tanto sudar. A veces, los propios atletas también quedaban rendidos en el piso o se iban a recuperar un poco el aliento a la sombra, en unos bancos debajo de un arbusto.
El ascenso… ¿y la caída?
Robelis Despaigne era uno de los chicos más silenciosos y reservados de la selección cubana de taekwondo. En esos lapsos de descanso tras horas de trabajo en el dojang, se sentaba apartado a tomar un aire, y solo a veces aceptaba el intercambio de palabras. Justo en uno de esos encuentros me contó cómo su pasión por las películas asiáticas de artes marciales lo empujó a la práctica de deportes de combate desde los nueve años en el reparto Jiménez, en Santiago de Cuba.
Además, me confesó su admiración por Ángel Valodia Matos y Gesler Viera (primer cubano campeón mundial de la disciplina) y me habló de la importancia que tuvo en su carrera la figura de Leudin González, el entrenador que lo llevó a la selección nacional cuando todavía era un adolescente.
Ese cambio de Santiago de Cuba a La Habana fue complejo para Despaigne. De la noche a la mañana tuvo que enfrentarse a una vida nueva, en un ambiente desconocido y con niveles de exigencia y disciplina muy superiores a los que se había enfrentado antes. Pero el joven peleador no tardó en encontrar su espacio y fue creciendo hasta convertirse en uno de los principales exponentes del taekwondo en la isla.
En 2010, con 22 años, se coronó en el Campeonato Mundial Universitario de Vigo, España, y dos cursos más tarde fue bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. También culminó en la tercera posición en las citas del orbe de Puebla 2013 y Chelyabinsk 2015, mientras conquistó la corona en los Panamericanos de Guadalajara 2011 y en los Centroamericanos de Veracruz 2014.
Por su palmarés, Robelis pudo ganarse el respeto en la arena internacional. Además, era uno de los exponentes más valorados por Roberto Cárdenas, entrenador de la selección nacional, y por Carlos Banasco, presidente de la Federación Cubana de Taekwondo. Sin embargo, la irrupción del joven Rafael Alba en su misma división cambió el panorama para el santiaguero, quien fue perdiendo terreno de cara a los eventos más importantes.
Despaigne no estuvo en los Panamericanos de Toronto 2015 ni en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, desplazado en ambas ocasiones por Alba, dechado de virtudes y con un arsenal infinito de ataque gracias a sus múltiples variantes técnicas y tácticas. La competencia entre ellos fue intensa y les permitió crecer, pero Alba siempre sacó la mejor parte.
“Entre nosotros hay mucha rivalidad porque el nivel es bastante parejo y realmente me ha aportado mucho. Cuando yo entré en la selección nacional ya Robelis tenía resultados destacados en eventos internacionales como los propios Panamericanos de Guadalajara, campeón mundial universitario. Entrenando con él también subió mi nivel”, me confesó Alba en una entrevista a principios de 2016.
Relegado, Robelis Despaigne pasó por debajo del radar durante varios años, aunque se mantuvo dentro de la selección nacional compitiendo en Abiertos, Grand Prix y lides regionales y continentales, siempre con resultados notales. Pero ya el escenario había cambiado por completo para el santiaguero, quien poco a poco comenzó a darle taller a la idea de cambiar radicalmente su vida.
Del taekwondo a las artes marciales mixtas
En 2012, el entrenador Leudin González le habló a Robelis Despaigne de las artes marciales mixtas (MMA, por sus siglas en inglés) y de su potencial para incluirse en los circuitos profesionales. Esas palabras no llegaban de una persona cualquiera, porque el preparador, además de ser un padrino deportivo para el santiaguero desde la adolescencia, tenía sobrado prestigio internacional por sus resultados mundiales y olímpicos con hombres como Ángel Valodia Matos y Gesler Viera.
“Después de 2012, tras llegar de los Juegos Olímpicos, en su casa y delante de su familia y de su madre le comenté en tono de broma, pero en serio, que viendo su potencial podía hacer el cambio a las MMA”, relató Leudin al colega Jorge Ebro en una reciente entrevista.
Sin embargo, aquella conversación cayó en saco roto. Robelis continuó en el taekwondo con la selección nacional cubana, mientras Leudin emigró poco después, aunque no perdieron el contacto y la vida los pondría de nuevo frente a frente al cabo de los años, luego de que el taekwondoca santiaguero también saliera de Cuba en 2019.
En Orlando, Florida, ambos comenzaron a trabajar con un objetivo claro: competir en eventos profesionales de MMA y llegar a la Ultimate Fighting Championship (UFC, por sus siglas en inglés), el máximo escalafón de esta disciplina.
“Años atrás habíamos comentado, pero no se habían dado las condiciones ni él estaba en plena disposición para llevar a cabo esta transición a las MMA, que es un deporte completamente diferente y muy fuerte. Llegar a la UFC también fue un sueño. Apenas nos encontramos nos trazamos los objetivos a cumplir para poder firmar y, por supuesto, muy contentos y alegres de haber llegado”, aseguró Leudin a El Nuevo Herald.
El entrenador holguinero ha sido el encargado de conducir a Robelis en este complejo proceso de transición. “No fue fácil porque soy un poco obstinado. Cuando voy a hacer una cosa me gusta tratar de hacerlo lo mejor posible. Entreno bastante, demasiado. Sé que es un deporte difícil. Por eso me enfoqué bastante en el boxeo. La idea era enmascarar las piernas, que eran mi fuerte, con las manos. El boxeo se me ha dado bien, al igual que el jiu-jitsu. Ya tengo bastante buen piso. Pero yo mismo me he sorprendido con el boxeo, de la pegada y lo bien que se me da”, dijo Despaigne a Jorge Ebro.
Leudin ha aprovechado la base de Robelis en el taekwondo, una disciplina con desplazamientos parecidos a los del boxeo y en el que es crucial dominar el sentido de la distancia. “En todos los deportes de combate el pensamiento táctico es lo más importante y él lo tiene. En Cuba ya lo fueron nutriendo un poco de lo que es el piso, los golpes en la parte de arriba del cuerpo, y cuando se junta con nosotros le dimos un background más profundo de las MMA con ayuda de otros profesores”, puntualizó el entrenador.
La fórmula, sin discusión, ha dado resultados, y quien tenga dudas que le pregunte a las víctimas del peleador indómito.
Cinco peleas en cinco minutos
Robelis Despaigne ha salido al octágono en cinco peleas profesionales de MMA, pactadas cada una de ellas a tres rounds de cinco minutos. Una cuenta básica nos indica que el santiaguero debería sumar más de una hora de combate entre estas presentaciones, pero siempre ha encontrado la manera de terminar las acciones mucho antes del límite; y no, no es lo normal.
En su salida de debut, Despaigne necesitó cuatro minutos y 54 segundos para derribar al estadounidense Katuma Mulumba al término del primer round. Aquello sucedió en Miramar, Florida, el 3 de junio de 2022, cuando muchos ni siquiera se habían enterado de que el taekwondoca cubano estaba fuera de la isla intentando hacer carrera en el mundo de las MMA.
Más de un año después, Robelis captó la atención de Fury FC, socio oficial de la UFC en el suroeste de Estados Unidos, y consiguió un acuerdo para pelear en las carteleras de la compañía en Houston. Entre junio y diciembre de 2023 vinieron entonces los retos contra los norteños Travis Gregoire, Stevie Payne y Miles Banks, saldados todos con fulminantes nocaos en un tiempo total de ¡19 segundos!
“Siempre lo hemos preparado para que haga los tres rounds igual que ahora. Nunca le hemos dicho, y él está consciente de eso, que salga a buscar el nocao. Eso se da. Si hace bien las cosas, si conecta bien, va a lograr el nocao por la potencia que tiene, pero él sale a pelear, a hacer bien el trabajo y a llevarse la victoria”, precisó Leudin González cuando fue cuestionado sobre si la única estrategia del cubano era apelar a su pegada demoledora.
Sus shows, tan fugaces como contundentes, llamaron la atención de la UFC, al punto que Mick Maynard, un matchmaker de la principal organización de las MMA, levantó el teléfono para hablar con el promotor de Fury FC, Eric García, y hacerle una propuesta: “queremos darle un contrato a Despaigne en la UFC”.
La llamada no sorprendió al campamento de Robelis, que había hecho todo lo posible por venderse como un producto atractivo y espectacular. Cumplida la primera parte del objetivo, quedaba esperar por su inclusión en alguna cartelera y la decisión no se hizo esperar. El 9 de marzo del presente año, el santiaguero tendría su debut promocional en el Kaseya Center de Miami contra el estadounidense Josh Parisian, un peleador con más de 20 combates profesionales en las MMA, seis de ellos en la UFC.
Para ese duelo, Despaigne siguió el mismo guion de sus anteriores presentaciones. Salió al octágono con hambre, y aunque un resbalón lo puso en posición de peligro, logró liquidar a Parisian con un derechazo en pleno retroceso. Solo necesitó 18 segundos para dejar a su oponente casi desmayado en la lona y desatar la locura de la fanaticada cubana que colmó el Kaseya Center.
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La próxima parada
A sus 35 años, Robelis Despaigne ha quemado las naves. Según diversos reportes, el santiaguero renunció a su empleo como guardia de seguridad en un local de Florida justo el día antes de su combate contra Josh Parisian el pasado 9 de marzo. A todas luces, estaba convencido de que podía ganar y hacerlo de manera contundente, para aspirar así a un bono de 50 mil dólares que la UFC entregaría a los que lograran noquear en la velada.
Con un mayor respaldo económico y una creciente atención mediática, Despaigne busca ahora continuar en la ruta triunfal y despertar el interés de las principales figuras de los pesos pesados en la UFC.
“Me estoy preparando para optar por alguien entre los mejores 15 y luego contra alguien de los 10 mejores. Seguir escalando rápidamente para estar en el lugar que quiero. Siempre hemos querido pelear por la faja, ya sea contra Tom Aspinall o Jon Jones. Siempre he visualizado a Jon Jones, que es el mejor de todos los tiempos. Va a ser una pelea muy atractiva”, dijo Robelis a El Nuevo Herald.
Obviamente, el camino hasta los peces gordos de la división (Jones es el campeón regular y Aspinall el interino) implicará otros obstáculos. De momento, su próximo rival será el dominicano Waldo Cortes-Acosta, a quien enfrentará en la UFC Fight Night de St. Louis, Missouri, el venidero 11 de mayo.
El quisqueyano tiene balance de 11 triunfos y una derrota con cinco nocaos en su cuenta. Su última presentación fue el pasado 13 de enero contra Andrei Arlovski, a quien superó por decisión de los jueces. Cortes-Acosta (32 años) es más joven que Robelis, pero el cubano lo supera en estatura y alcance.
Sin dudas, estaremos en un duelo de puro calor latino con muchas interrogantes sobre la mesa. Para los cubanos, la principal incógnita es si Robelis logrará mantenerse en la senda triunfal arrasando a sus contrarios. Al respecto, el santiaguero no acusa la presión, quizás porque está muy consciente de que la exigencia a este nivel es máxima: “Ojalá y todas las peleas se me sigan dando de la misma manera que hasta ahora, pero sé que cada rival que encuentre en la UFC va a ser más difícil que el anterior”.