El sueño del ex cliclista y ahora entrenador cubano Lizardo Benítez es que en un día no muy lejano, tal vez en los próximos Juegos de Tokio 2020, un cubano participe en la competición olímpica de Mountain Bike (MTB). Se trata de un deseo compartido con sus discípulos Ludisnelis Fleitas, Álvaro Soca y Antuán Giral, que hasta este viernes compiten con los mejores especialistas del mundo en igualdad de condiciones en la Andalucía Bike Race (ABR).
Para que el sueño de Benítez, sus alumnos y también de otros tantos pueda ser posible, resulta fundamental el papel del español Miguel Espinosa, quien entró en contacto con el técnico después de una competición disputada en Cuba en la que comprobó el potencial de los corredores locales.
“Vi el rendimiento que tenían con el material que disponían, pensé que era una buena oportunidad. Hablé con Lizardo, con la Federación de Ciclismo y el INDER [Instituto Nacional del Deporte Cubano] y tiramos para adelante, aunque todo se precipitó cuando recibimos una invitación para participar en la ABR”, comentó Espinosa a la agencia EFE.
El asunto se aceleró. La marca Vitoria ofreció las bicicletas, unas plumas de fibra de carbono que nada tenían que ver con las pesadas bicicletas de aluminio y acero que utilizan en la Isla. Mobel les hizo llegar la ropa técnica, Ashebikes también puso su granito de arena, la Federación Cubana se hizo cargo de los billetes de avión y la organización de la ABR del resto.
“En Cuba llueve pero no tiene nada que ver con esto. Hoy hemos corrido con fango y con frío. No estamos nada acostumbrados, pero me fue bien y quedé décima”, comenta Ludisnelis, que es decimosexta en la general.
“Cuando aceleran están a un nivel muy alto. En Cuba ando con los punteros cuando corro y no tiene nada que ver con lo que se ve aquí. Hay muchos tramos técnicos a los que no estamos adaptados”, dice Soca.
Giral opina que no es por falta de entrenamiento, ya que durante la semana solo descansan el domingo.
“Uno de los problemas es el material, solo tenemos las condiciones humanas, tienen buena preparación, pero no un buen material y en igualdad de condiciones pueden hacer un buen papel”, recalca Benítez.
En Cuba es muy difícil disponer de una bicicleta de fibra de carbono. En el mercado negro se llega a pagar una fortuna por ellas: entre 1500 y 2000 dólares.
“Además, son prácticamente imposible de mantener, no tenemos acceso a ellas ni tampoco a los recambios”, insiste el entrenador cubano.
Las bicicletas proceden de extranjeros, que las llevan a la Isla, las dejan allí y alguien después las compra. “No hay tiendas de bicicletas que las vendan”, aclara Álvaro Soca.
De la ABR al futuro
Lizardo ve cómo cada día que pasa en la ABR, sus corredores van más rápido. “Si tuviéramos la suerte de participar en varias carreras UCI, el rendimiento sería mejor”, comenta quien fuera un notable corredor en Cuba que en 2005 llegó a ganar una etapa de la Vuelta a Castilla-León.
Puede que el camino hacia Tokio haya empezado entre los olivares de Jaén o entre los senderos de Sierra Morena. El siguiente paso para los ‘bikers’ cubanos será el Campeonato Panamericano, que se corre el próximo abril.
El mes de julio será también fundamental, cuando participen en los Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla (Colombia). Para entonces sabrán si están más cerca de los ciclistas colombianos, los costarricenses o los mexicanos, los referentes en su zona.
Además, en 2018 regresará la Titan Tropic a la Isla, un evento que realizó ya dos exitosas ediciones en 2015 y 2016.
“Trabajamos para eso, para que un cubano pueda participar en los Juegos Olímpicos. Esa es la razón para la que trabajamos, competir en unos Juegos, en un Mundial. Tenemos la calidad humana y el trabajo. Este año seguro que conseguiremos mejor resultado”, dice Lizardo Benítez ante la mirada ilusionada de Ludisnelis, Álvaro y Antuán.
Suena el teléfono de Miguel Espinosa, que gestiona unos nuevos pedales para las bicicletas y agradece el desinteresado apoyo que los grandes equipos le están dando al proyecto en la ABR.
“El año próximo la idea es poder competir en tres carreras de este nivel. Veremos cómo podemos conseguir el presupuesto”, dice Espinosa. Ludisnelis, Álvaro y Antuán miran al cielo; Lizardo sabe que está ante una de las grandes oportunidades del mountain bike cubano.
Francisco Ávila / EFE / OnCuba
El ciclismo es un deporte caro y competitivo, que se actualiza un mundo cada temporada. Lo comprobé al venir a España, donde la práctica y la tradición del ciclismo es bestial. Una bicicleta profesional de fibra de carbono, para competir en cualquier circuito respetable, en dependencia de la marca y el modelo, puede acercarse o superar los 3000 o 4000 euros (ellos se quedaron cortos). Sin contar los aditamentos y piezas de respuesto, que por las peculiaridades de la modalidad son imprescindibles. El stock básico de un ciclista profesional freelancer que no este afiliado a un club está sobre los 5000 euros. Por eso casi todos buscan y encuentran patrocinadores. Además por lo general se precisan dos bicicletas en vez de una. Muy parecidas entre sí. Una para entrenar y la otra para competir. Hagan números a ver si a la federación les gusta la idea.