Ya es un hecho. El estadounidense Benjamin Schiller Friberg cruzó el Estrecho de la Florida remando de pie sobre una tabla similar a las de surf. Se dice rápido, pero los precedentes de mortales intentando cubrir la distancia no eran nada halagüeños, tanto que este jueves, previo a su partida, muchos se mostraban escépticos y dudosos acerca de las posibilidades reales de éxito del aventurero.
Sin embargo, lo logró, escoltado por una embarcación integrada por especialistas en la materia —un capitán, un camarógrafo, una nutricionista y una enfermera— que velaron por su seguridad durante las más de 24 horas que demoró el trayecto desde la Marina Hemingway en la capital cubana hasta Cayo Hueso.
Un seguimiento de la aventura vía satélite lo realizó el conocido sitio digital international.findespot.com, muy utilizado por campistas, ciclistas y escaladores para la orientación. El mismo reportó al filo del mediodía la casi inminente llegada de Friberg a la Florida, la cual se concretó al final de la tarde.
Schiller, carismático y entusiasta, previo a su salida declaró que se trataba de una travesía para promover un estilo de vida saludable, así como la paz, el amor y la amistad entre los pueblos de Cuba y Estados Unidos, razones suficientes para acometer una aventura tan intrigante como peligrosa.
El atleta, nativo de Chattanooga, Tennessee, al sureste de Estados Unidos, tenía entre ceja y ceja devorar los 170 kilómetros entre La Habana y Cayo Hueso, a sabiendas del temeroso escenario que le espera, con fuertes vientos, la tradicionalmente difícil corriente del Golfo de México y el acecho constante de tiburones y medusas.
“No estoy seguro de cuánto tiempo tomará el cruce, depende de los desafíos que encuentre, las olas, el viento, la corriente, todas las variables que pueden influir”, expresó Schiller en conferencia de prensa previo al inicio del itinerario.
Este intento por navegar las poco más de cien millas entre La Habana y Cayo Hueso se suma al de algunas nadadoras que en los últimos años también se han propuesto una meta extremadamente complicada.
La última de ellas fue la australiana Chloe McCardel, quien vio frustrado su esfuerzo de convertirse en la primera persona que cruza a nado el trayecto sin una jaula contra tiburones. Con anterioridad la veterana estadounidense Diana Nyad, de 63 años, abandonó su cuarto intento tras luchar más de dos días en el mar contra las medusas y una tormenta, muestra más que clara de los peligros constantes que suelen aparecen en el Estrecho de la Florida.
Hasta el momento, la única persona que ha logrado cruzar la distancia a nado fue la australiana Susan Maroney, pero protegida por una jaula antitiburones.
En el caso de Schiller, puede ser considerado pionero en la faena de intentar vencer el tramo remando sobre una tabla, un deporte llamado paddleboarding, modalidad en la que, según especialistas, un hombre bien entrenado puede cubrir más de 20 millas como apenas un calentamiento.