Entre las personas felices con la decisión del Gobierno de permitir la entrada de cubanos por vía marítima está el Comodoro José Miguel Díaz Escrich, quien por estos días celebra los 24 años de haber fundado el Club Náutico Internacional Hemingway de Cuba (CNIHC), una entidad no gubernamental, sin ánimos de lucro, que se autofinancia por la contribución de los cerca de 2,730 miembros de 65 países.
El Comodoro le habla a OnCuba, en un breve paréntesis, sobre la posibilidad de que a mediados de julio una tripulación estadounidense intente de establecer un nuevo récord mundial de velocidad entre los EE.UU. y Cuba, o sea, entre Cayo Hueso y La Habana. “Hemos conocido al dueño y piloto de esa embarcación especial, oriundo de Nueva York, y asegura que quiere hacer el trayecto en menos de una hora”, por lo que quebraría la primacía del alemán Roger Klüh, de una hora y 30 minutos.
Quizás en un futuro cercano, podría conocerse a algún cubano dentro de una tripulación que pretenda otro registro mundial. Si ocurrió una vez con un viaje al Cosmos con los rusos…
El 17 de mayo llegará a La Habana el primer rally de lanchas rápidas de la Florida a Cuba después de 58 años, el que se espera a 20 “bólidos” que realizarán además exhibiciones a lo largo del malecón habanero. Casi un mes después comenzará el tradicional Torneo Internacional de Pesca de la Aguja Ernest Hemingway. Para ninguno de los dos casos se han recibido solicitudes de competidores cubanoamericanos.
Pero Díaz Escrich, un ex oficial de la Marina de Guerra que tras casi 30 años de servicio en las fuerzas armadas, pasó en noviembre de 1991, ya civil, a la Marina Hemingway, estima que cuando se creen las condiciones, una “cantidad considerable” de personas de origen cubano podrían llegar a Cuba cada mes en embarcaciones de recreo “sobre todo en los meses en que la mar esté en buenas condiciones para la travesía”.
Confía en que el 2017, año en el que el Club cumple 25 años, estén ya todas las habilitaciones garantizadas para el ingreso de los cubanos, temporada en que habrá un calendario con importantes regatas entre ellas la “resurrección” de la carrera San Petersburgo-La Habana, desde Tampa, cuyo primer tramo de barcos de vela entre Estados Unidos y Cuba se celebró en 1930.
El experimentado hombre de mar, que conoce al dedillo el mundo náutico del sur floridano, descarta que sea de megayates el sello de estos cubanos interesados en volver a disfrutar de las aguas de su país , el de sus padres o abuelos , “el mayor por ciento de su flota se integra por embarcaciones pequeñas y medianas, hasta un rango de 30 pies, movidas generalmente en tráiler”.
“Por lo general han adquirido barcos de segunda mano, cuyo precio podría fluctuar entre 10 mil y 30 mil dólares. Con la crisis económica de los EE.UU., los bancos incautaron muchas embarcaciones que después vendieron a bajos precios. Cuando en ocasiones hemos estimado un número de varias decenas de miles de yates que pueden venir a Cuba desde los EE.UU., ha sido a partir también de las estadísticas que fijan en 26 pies de eslora en adelante los barcos con condiciones para la navegación ‘off shore’, o fuera de aguas tranquilas.
“Por eso creemos que muchos de los barcos de los cubanos tendrían dificultades para venir, porque además necesitan de buenos motores y la travesía la deberán hacer acompañados de otros, para ayudarse entre ellos”, explica el Comodoro.
Un ejemplo reciente de esta apreciación ha sido la regata Havana Challenge, de botes tipo Hobbie Cats, entre 16 y 18 pies de eslora, con cierre final este 14 de mayo frente al malecón habanero, naves que necesitaron barcos de apoyo como escolta, ante la amenaza de vuelcos por oleajes. Como sucedió: de los siete barcos que se alistaron en la salida desde Cayo Hueso sólo tres llegaron a la meta de La Habana, a causa de una tormenta tras más de nueve horas de recorrido.
“Havana Challenge ha tenido para nosotros un gran simbolismo. Con esa regata en mayo pasado se marcó el reinicio de los eventos náuticos con los clubes de los Estados Unidos. Fue el primer certamen oficialmente autorizado por Washington después del 17D. Se empezaron a reactivar todos los esfuerzos por revivir la vida deportiva en la náutica entre nuestros dos países”, comentó el veterano “lobo de mar”.
La primera edición se realizó en el año 2000, pero las repetidas negaciones por parte sobre todo de la administración Bush impidieron su desarrollo hasta el 2015. En estos últimos 12 meses se concretaron también dos regatas inéditas, la de Pensacola, en noviembre pasado, y la más reciente, desde Miami en barcos de vela, en un año 2016 con un programa de 10 eventos náuticos.
Siempre ha habido interés de cubanos radicados en los EE.UU por participar. Y aunque la respuesta siempre fue que no podían hacerlo por la restricción imperante, desde el Club Internacional Hemingway se les sugería que vinieran vía aérea y ya en La Habana se gestionaba un permiso especial con las autoridades locales para que navegaran en aguas cubanas y compitieran. Y varios de ellos así lo hicieron en estos últimos tiempos.
“Hago votos porque estén aseguradas condiciones y algunos puedan estar en el Torneo de la Pesca Hemingway, del 13 de junio, gracias a las nuevas medidas. Sería un hecho histórico”, afirmó.
Con la apertura de la temporada de huracanes el primero de junio, que se extiende hasta noviembre, el interés tiende a decrecer: las compañías de seguro establecen pólizas más elevadas para los barcos de recreo con intenciones de navegar en la zona del Caribe tradicionalmente amenazada. Las embarcaciones suelen moverse a lugares más protegidos. No obstante, un club de La Florida ha solicitado al CNIHC realizar en octubre una regata de barcos de vela.
Como norma, todos los barcos están registrados con la bandera de las barras y las estrellas. Por lo que si bien los cubanoamericanos no necesitan aplicar dentro de las 12 categorías para viajar a Cuba, sí están obligados a solicitar al servicio de guardacostas un formulario, el número 3300, sobre los datos de sus embarcaciones, quiénes vendrán a bordo y el motivo del viaje. “Habría que ver…que no haya dificultades”, dice el Comodoro.
Mientras tanto en Cuba…
Es de esperarse que en las próximas semanas ya estén habilitadas las principales marinas cubanas ante la inminente autorización, de forma gradual, a ciudadanos cubanos, de entrar y salir de la isla en embarcaciones de recreo con independencia de su condición migratoria.
Ya pueden viajar a Cuba en cruceros y en buques mercantes, y sólo queda conocer la fecha en que pueden hacerlo en yates, para que así se ponga en vigencia completa la determinación del gobierno de permitir su ingreso al archipiélago por vía marítima.
En el caso de un crucero es más simple crear las condiciones al tratarse de un pasajero que al desembarcar lo hace por apenas dos días, sin llevar tampoco abundante equipaje. Con el yatismo se complica más pues la embarcación será un medio ideal para traer a la familia o amigos lo que por avión podría costar más caro; además de que, según las regulaciones de los Estados Unidos, la embarcación podría permanecer hasta 14 días.
Así que, ante el panorama futuro, las marinas deben estar equipadas, como los aeropuertos, con las esteras, el sistema de control, rayos X, escáneres, en fin, la alta tecnología y personal calificado para examinar los equipajes, los documentos y las personas.
Alguna experiencia hay, la que se ha puesto en práctica con aquellos extranjeros establecidos en Cuba y que han tenido posibilidades de trasladarse a los Estados Unidos en sus embarcaciones y han adquirido una mercadería que al ingresar a la isla se rige por las mismas regulaciones aduaneras que al entrar por el aeropuerto.
El principal flujo de navegantes de origen cubano podría salir desde Cayo Hueso a la región occidental de Cuba por lo que las marinas Hemingway y de Varadero serían las llamadas a ser las primeras en su modernización que de no contarse sería entonces engorroso el abrir paquete a paquete para verificar que no se viole la legislación del país con relación al narcotráfico, el terrorismo, el contrabando…
En Cuba están registradas 14 marinas, sin embargo sólo la mitad tienen el rango de “internacional”: la Hemingway, Dársena Varadero, Gaviota Varadero, Gaviota Pita (Holguín), Santiago de Cuba, Cienfuegos y Cayo Largo. En el Cabo San Antonio existe una base náutica, que con previa coordinación puede brindar similar servicio con la presencia de las siete autoridades encargadas del trámite de entrada y salida de las embarcaciones entre las que se encuentran el control sanitario internacional, la aduana, inmigración, guardafrontera, veterinario, entre otros.
Es en el control de frontera donde se inicia el llamado “proceso de limpieza”: desde que el yate está a 12 millas de aguas cubanas, debe informar por radio a cuál marina se dirige, identificar a los tripulantes, en qué barco se trasladan, sus características (tamaño, eslora, largo, ancho, manga, calado, vela, motor, color de la pintura del casco…). A esa distancia, las autoridades pueden detectar por el radar, pero no observan la dimensión y otras peculiaridades.
Cuando el barco ya está enfilando al canal de entrada exhibirá una bandera amarilla, que significa en la ley marítima que pide entrada libre al no tener contaminación a bordo; ahí el médico comienza por radio a indagar por la salud de los tripulantes, y cuando la embarcación atraca, procede al examen directo. Empieza el control fronterizo. Funcionarios migratorios chequean el pasaporte, la aduana revisa las pertenencias con el auxilio canino, y guardafronteras confirma los documentos legales del barco. La rutina conocida. Yate “limpio” y los navegantes ingresan.
A la hora de la salida, similar proceso, aunque es la aduana la de más faena…En la Embajada de los Estados Unidos existe un representante permanente del Servicio de Guardacostas – que también figuró en la época de la Sección de Intereses- que funge como enlace con los Guardafronteras cubanos, para actuar en casos de accidentes aéreos y marítimos, salidas ilegales, repatriaciones, y otros acontecimientos, lo que garantiza una comunicación entre las dependencias gubernamentales, que con estas nuevas medidas se hace más necesaria.
“Soy del criterio de que las diversas modalidades de la náutica de recreo organizados por el Club Internacional Hemingway con representantes de la comunidad náutica norteamericana, llámense clubes, asociaciones, personas, han contribuido modestamente en el propósito de construir un puente de amistad entre los Estados Unidos y Cuba”, sentencia Díaz Escrich.
Junto a la oleada de regatas y al añejo torneo de la pesca, las aguas cubanas han sido protagonistas en los últimos tiempos de hazañas o intentos de las mismas que han tenido en la nadadora de larga distancia Diana Nyad su más fiel ejemplo, que se integran también en esta historia del Club creado por Díaz Escrich el 21 de mayo de 1992, mes que entre 2015 y 2016, después del histórico “17D”, ha registrado en sus eventos náuticos a unas 200 embarcaciones y más de 1,200 ciudadanos estadounidenses, un número para tener en cuenta en medio de los shows de los últimos meses.
Como las olas, otras interrogantes van y vienen en este contexto de supresión de prohibiciones…¿podrán los cubanos “emprendedores” de la Isla acceder a las excursiones náuticas y navegar de un cayo a otro en catamarán o montar en las mismas excursiones que se le venden normalmente a los turistas de “afuera”?…¿o un cubano “próspero”, desde su país, con el visado correspondiente, con una embarcación suya o alquilada por él o por varios, podría viajar a las aguas de EE.UU, a pescar o a “regatear”, competir en alguna otra actividad náutica, o visitar familiares, sin contratiempos?