Durante muchos años, la vida de Yaima Ortiz transcurrió en las canchas de voleibol. En la primera década de este siglo, su nombre era habitual en los equipos cubanos e incluso llegó a ganar la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y el oro en los Panamericanos de Río 2007.
Profesionalmente jugaría en equipos como el Dinamo de Moscú ruso y el Sariyer Belediyesi turco. Pero otra pasión entraría en su vida hasta conducirla a una nueva carrera: el modelaje.
Sobre su andar en las canchas y las pasarelas, su vida y proyectos futuros, Yaima conversó en exclusiva con OnCuba.
¿Cuándo te decidiste por el deporte?
La sangre deportiva corre por mis venas. Mis padres fueron jugadores de la selección cubana de baloncesto, así que desde muy niña empecé a sentirme inclinada por el deporte en general. Mi familia recuerda que siempre estaba corriendo con una pelota en la mano. Me gustaba jugar en la calle, no a las muñecas (ríe). Lo que sí dije es que nunca jugaría basket como mis padres porque había que correr demasiado. No sabía lo que me esperaba…
¿Y el voleibol?
Fue a los 7 años. Estaba en la primaria y se me acercó un entrenador que voy a recordar siempre, Héctor Guzmán, y me propuso ser voleibolista. Él y una entrenadora, Violeta, me captaron para empezar en el vóley en un área deportiva del reparto Antonio Guiteras de La Habana.
Me gustó mucho. Me divertía tanto que quería estar en la cancha todo el tiempo. Entrenaba con las niñas y luego con los varones. Así empezó mi travesía.
A partir de tu experiencia, ¿recomendarías tu deporte a otras mujeres?
El voleibol es un deporte sumamente femenino y sexy (ríe). Recuerdo cuando aún no estaba en la selección nacional que la marca Adidas diseñó los bodys (uniformes ajustados) para el equipo cubano. Imagínense aquellos mega cuerpos en la cancha, haciendo lucir a las jugadoras tan agresivas y tan femeninas al mismo tiempo. No es porque sea mi deporte pero sí se lo recomendaría a todas las mujeres, cómo que no.
Estuviste en el equipo nacional por varios años, pero los Juegos Olímpicos de Atenas fueron una competencia muy especial. ¿Cómo encaraste ese torneo?
Con muchos sentimientos encontrados. El nuestro era un equipo joven, encabezado por Yumilka Ruiz, Martica Sánchez y Zoila Barros, y aunque no pudimos repetir el oro de las ediciones anteriores logramos un bronce muy importante.
Los Juegos Olímpicos son la cúspide que todo atleta desea alcanzar. Es una experiencia única y me sentí muy orgullosa de poder representar a Cuba a tan alto nivel. Fue una gran alegría.
No obstante, también fue un torneo duro para mí en lo personal. Por motivos de lesiones nunca pude tener consistencia en mi rendimiento. Jugaba un día como una fuera de serie y al otro no podía dar un paso. Eso causó especulaciones en el equipo y realmente me afectó muchísimo. Pero lo importante es estar bien con uno mismo y muy dentro de mí sé que siempre entrené bien fuerte y entregué al voleibol cubano lo mejor de mí. Sin importar el criterio de algunos.
¿Cómo llegaste al modelaje luego de haberte dedicado solo al deporte?
Las personas cercanas a mí saben que siempre me gustaron las telas, los diseños. A veces me ponía a jugar con mi madre, creaba piezas, combinaba colores. ¿A quién no le gustaba la moda de los 90? Fue la etapa de oro de las top models.
Pero ya en serio fue después de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Al terminar la competencia se hicieron cortes en el equipo nacional y me dijeron que por motivo de mis lesiones en las rodillas no aguantarían otro ciclo olímpico con semejante carga de entrenamiento. Salí de esa reunión feliz, era justo lo que quería. Necesitaba estar con mi madre, que en esos momentos se encontraba en Chile.
Decidí pasar con ella un tiempo y estando allá, caminado con una amiga por la calle Providencia, veo un señor todo elegante, súper glamoroso, que me pregunta si era modelo. Le dije que no, que era voleibolista y él me invitó a su casa para conversar. Era Rubén Campos, un importantísimo diseñador chileno. Me dijo: “quiero que desfiles para mí”. Me pidió que caminara y mi caminar era espantoso, lo recuerdo como si fuera ayer. Me dijo entonces que tenía que bajar de peso y me recomendó ir a la clínica de nutrición de la doctora Yaisy Picrin, que hoy por hoy es como mi hermana. Y bajé 10 kilogramos.
Una gran parte de todo lo que aprendí en esa etapa vino de las manos del estilista Edgardo Navarro. Él me enseñó todo. Desde ese momento empecé a participar en desfiles, en sesiones de fotos, en fin, en el mundo de la moda.
¿Tienes algún ejemplo a seguir?
Naomi Campbell y su manera de caminar en la pasarela. Ella es única. Es como un pantera: segura, desafiante… Es mi top model favorita.
¿Qué es lo más significativo que ha sucedido en tu carrera, ya sea como voleibolista o como modelo?
Lo más significativo que me ha sucedido es haberme podido desarrollar como persona. Ver cómo cada vez me exijo más y más. He aprendido mucho de los reveses y disfrutado al máximo las victorias.
Tu boda en La Habana a finales de 2016 no solo fue un momento muy importante en tu vida sino también un evento muy hermoso y emotivo, con grandes artistas cubanos. ¿Cómo la recuerdas un año después?
Realmente no pensé casarme nuevamente. Creía que eso de casarse definitivamente no era para mí. Pero la vida me sorprendió otra vez. Conocí a una persona maravillosa: el diseñador turco Riza Tansu, y no me negué la posibilidad de ser realmente feliz.
Un día estábamos en casa y como siempre pongo música cubana, –ya sabes, añoranza por la tierra–, escucho una canción titulada “Cuba Isla Bella” del grupo Orishas. Al momento Riza me dice: “I want this group in our weeding, with this song”.
Él, que no habla español, hizo mucha fijación con ese tema, lo poníamos en todas partes. Cuando le dije que debía venir a Cuba a planear la boda y me insistió en que también fuera a Miami porque quería que Orishas estuviera en la boda. Entonces, por mediación de la diseñadora Yas González, que fue quien elaboró mi vestido de novia, conocí a Yotuel y todo sucedió*.
Cuando me vi en mi boda en La Habana, en un escenario con todas las personas que amo y el grupo Orishas cantando “Cuba Isla Bella”, no sé cuántas imágenes pasaron por mi mente, cuántas etapas. Solo podía agradecer a la vida por haberme dado tanto.
Otro momento bien especial para mí fue cuando Haila cantó el “Ave María” y “Mi Bendición”. Fue mucha la emoción. Y también agradezco mucho a Edith Mazzola, que amenizó la boda como solo ella sabe hacerlo.
Vinieron nuestras amistades desde todas partes, estuvieron mis amigas de siempre, mi familia. Realmente ha sido el día más feliz de mi vida.
¿Qué consejo le darías a las mujeres que desean ser emprendedoras como tú?
La mujer es líder natural. Nos toca lidiar con todo: con el hogar, con el trabajo, dar a luz, amamantar, criar a los hijos. La mujer tiene que creer en sí misma, amarse tal y como es, respetarse, tener carácter; ser cariñosa, honesta y ambiciosa en el buen sentido de la palabra. Y también ser humilde e inteligente. Ese sería mi consejo.
¿En qué proyectos trabajas ahora?
En estos momentos me encuentro realizando dos proyectos. Uno con el gran joyero turco Sevan Bicakci, que para mí es el mejor de los mejores. Ni yo misma me lo creo aún, pero así funciona el Universo.
El otro es un proyecto que vengo madurando hace algún tiempo y del que prefiero no adelantar mucho todavía, aunque espero poder hacerlo realidad este año.
Describe a Yaima Ortiz con 5 palabras…
Honestidad, amiga, emprendedora, soñadora y segura.
* Imágenes de la boda de Yaima Ortiz y Riza Tansu fueron utilizadas por el grupo Orishas en su video clip Sastre de tu amor.
Toda la maravilla del Mundo cabe en una grano de Maiz” dejo Martì…. màs en esta caso al decir Yaima Ortiz estamos hablando de una Maravilla del Mundo
felicidades cubanita