La inauguración de la 33ma Feria Internacional de La Habana este 2 de noviembre es diferente a las anteriores. Dos funcionarios del gobierno de Estados Unidos tienen asientos reservados en Expocuba donde, año tras año, empresas de todo el mundo traen productos o proyectos.
El Secretario de Estado John Kerry envía esta vez y en su nombre al embajador David Thorne, uno de sus asesores, quien representará a su país en la inauguración de la cita comercial, la más importante del país y punto privilegiado en la promoción de las opciones de la inversión extranjera. El segundo asiento es para un Secretario Asistente del Departamento de Seguridad Interna, el puertorriqueño José Raúl Perales, quien trabajó como director de las Américas en la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, una institución que lleva años defendiendo un acercamiento económico con el país caribeño. Perales ha escrito y editado ensayos acerca de la economía cubana y de su posible futuro con Estados Unidos como socio comercial.
Con las restricciones económicas contra Cuba aún en vigor, la Administración Obama intenta un nuevo avance en su diplomacia comercial con el vecino caribeño recién reconciliado. Ambos países acordaron la creación de un Consejo de Negocios bilateral, cuyo surgimiento se hace público casi un mes después de la visita de la titular estadounidense de Comercio Penny Pritzker.
Durante esta semana tendrán representación en la Feria más de 25 empresas estadounidenses que han venido a explorar oportunidades de comercio y a poner su bandera adelantada: entre otras, aparecen en el catálogo Atlantis Exporters, Baja Ferries USA, Cleber, Havana Air Charter, Pepsico, Steel Construction Headguat, US Cava Export.
Hasta ahora, el comercio autorizado entre Cuba y Estados Unidos se limita a la exportación de alimentos por parte del país norteño. El monto total de las compras desciende debido (o gracias a) las facilidades de pago ofrecidas por otros “competidores”, como nueve gobernadores de estados agrícolas norteamericanos definieron, en una carta reciente al Congreso, a los viejos socios comerciales de La Habana, como Brasil o países de Europa.
Y España reina
La presencia de Thorne, Perales y el resto de su delegación es noticia, pero el verdadero protagonista de la edición 2015 de la Feria Internacional de La Habana no será Estados Unidos, sino España; 156 empresas de la nación ibérica tienen una representación en el evento, un récord posible tras la promesa de un eventual desbloqueo y de una plena reinserción de la isla en la economía mundial.
Los estadounidenses vienen con las manos vacías; Madrid manda dos ministros con una buena nueva: la renegociación de una deuda de 200 millones de euros, un proceso a cargo del titular de Economía, Luis de Guindos, y el de Industria, José Manuel Soria.
La diplomacia comercial española tiene más de veinte años de experiencia en el país y el know how para desenvolverse en la nueva economía gestada por cinco años de actualización del socialismo criollo.
“Más de 50{bb302c39ef77509544c7d3ea992cb94710211e0fa5985a4a3940706d9b0380de} de los proyectos de inversión en Cuba provienen de países de la Unión Europea, siendo España el principal inversor en una amplia gama de sectores” explica un documento oficial del Ministerio español de Asuntos Exteriores y Cooperación de ese país, donde se aclara que el gobierno de La Habana “no detalla la identidad de los inversores extranjeros para protegerlos de actuaciones de Estados Unidos.”
El euro es una de las monedas que Cuba maneja sus transacciones internacionales, mientras continué vigente la prohibición del uso del dólar, cuyo levantamiento es posible a través de acción ejecutiva del presidente Barack Obama, sin recurrir al Congreso. Esa es la primera de las prerrogativas enlistadas en el informe de una resolución contra el bloqueo enviado a Naciones Unidas, aceptado por 191 países y rechazado por Estados Unidos e Israel.
El presidente de la Cámara de Comercio de Cuba, Orlando Hernández Guillén, apuntó a la imposibilidad de utilizar la divisa verde es el principal motivo del recién descenso de las importaciones de alimentos estadounidenses, preguntando por qué debían hacer comprar en condiciones tan difíciles, si existen otros suministradores que ofrecen facilidades de pago.
El canciller cubano Bruno Rodríguez explicó ante la Asamblea General de la ONU la semana pasada que “las exiguas compras cubanas de alimentos en los Estados Unidos, que es una de las pocas excepciones al bloqueo aprobadas en el año 2000 por el Congreso, han disminuido significativamente en el último año, debido a que están sujetas a condiciones discriminatorias y onerosas”.
El ministro de exteriores de La Habana detalló como “cada compra tiene que ser autorizada por una licencia, se prohíben los créditos, Cuba está obligada a pagar en efectivo y por adelantado, a través de entidades bancarias de terceros países, y no puede utilizar barcos propios para transportar estos productos.”
Precisamente, el sector de la agroindustria estadounidense es muy activa en la acción política contra el bloqueo. Los senadores y congresistas republicanos de esos estados productores de alimentos se han sumado a la normalización con proyectos de leyes o pronunciamientos a favor. Uno de los viejos representantes de esos intereses acaba de acceder al más alto cargo del Capitolio de Washington: el congresista Paul Ryan, procedente de un distrito rural de Winscosin: es el nuevo speaker (jefe) de la Cámara de Representantes.
Este político defendió durante años el levantamiento del bloqueo económico contra Cuba y votó en 20 ocasiones en favor de medidas para permitir el comercio con el país caribeño. Al ser nominado candidato republicano a la vicepresidencia en 2012, viajó a Miami y se retractó de su posición.
Paul Ryan es una de las mentes maestras económicas de su partido y presidió la Comisión congresional que armaba el Presupuesto Federal. Sus detractores demócratas lo describían como un tecnócrata desalmado que ponía los indicadores económicos por delante de las personas o las ideologías.
Lo que hagan Thorne o Perales en Cuba tendrá poca repercusión si Ryan no vuelve a predicar las ventajas de una normalización con dividendos entre sus colegas republicanos.